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| lunes diciembre 23, 2024

“Los Dadores de Sangre Europeos”


Hace un año atrás, el “Centro de Arte Popular”, con sede en Ramallah, presentó una actuación musical en honor a los “Mártires de Palestina”, titulada “No abandonaremos las armas”. Hasta el momento no hay nada nuevo bajo el sol. Esta es la “educación para la paz” sobre la que hablo y declaró Abu Mazen frente a Donald Trump. Abu Mazen declaró, y la Unión Europea es la que paga esos 200.000 euros para financiar al centro. Lo que es más interesante es que la concesión del dinero se otorgó en el marco de un proyecto especial de lo que llaman la elevación de la “conciencia de los valores de la Unión Europea”.

Una financiación especialmente grande de 2,5 millones de euros le fue concedida al “Centro para la Ayuda Legal a la Mujer”. Una de las líderes del centro es Manal Tamimi. Tamimi distribuye caricaturas anti-Israelíes, a menudo define a Israel como un estado nazi y los contenidos de los tweets que difunde incluyen cosas como: “El vampiro sionista celebra bebiendo la sangre palestina… odio a Israel, espero que una tercera Intifada mate a los colonos sionistas en todas partes”.

Además, decenas de ONG palestinas que apoyan al BDS reciben apoyo de los países europeos, la UE y otros fondos. ¿Los contribuyentes europeos saben que sus fondos van a financiar la incitación antisemita y el fomento del terrorismo? Podemos suponer que no. Pero la Unión Europea si lo sabe. Ante el Parlamento de la Unión Europea se presentó una pregunta de NGO Monitor enviada a la secretaria de Estado de la Unión, Federica Mogherini, una carta detallando las acciones que tienen lugar bajo la financiación de la UE. En la respuesta la Comisión le dijo a la delegación de Israel que la UE se opone a la incitación contra Israel y al antisemitismo, y que la financiación es sólo para los fines establecidos en el marco de los proyectos.

También debemos admitir que ha habido señales de cambio. El 17 de mayo, el Parlamento de la UE decidió que se debe impedir la financiación de organizaciones que “incitan directa o indirectamente a actos terroristas”. Más importante aún, hace dos semanas, el Parlamento adoptó la definición de antisemitismo con claridad, y de manera inequívoca, afirmando que demonizar a Israel, comparar las acciones de Israel a la de los nazis, y la negación del derecho de los judíos a la autodeterminación son posturas antisemitas. Todas las organizaciones que apoyan al BDS se ajustan a dicha definición.

Se produjeron otros avances interesantes en ciertos países europeos. Apenas la semana pasada, se tomó la decisión en la cámara superior del Parlamento suizo, después de una decisión similar que fue adoptada en la cámara baja en marzo, para la negación de fondos a asociaciones que albergan una incitación anti-israelí, el racismo y el antisemitismo. La resolución de la cámara baja incluye una referencia específica al BDS. Noruega y Dinamarca también han detenido los presupuestos. Este fue el resultado de un trabajo duro de la NGO Monitor.

El derecho a recibir una donación como parte de la libertad de asociación es reconocida dentro de las leyes del país. Esto no significa que el Estado debe aceptar cualquier agitación extranjera. En 2007 el canciller australiano Alexander Daoner rechazó una contribución de Arabia Saudita para el establecimiento de un centro islámico. En 2010, el ministro de Asuntos Exteriores de Noruega Jonas Gahr Store aceptó con mucho gusto la contribución de los sauditas para la construcción de dos mezquitas, a condición que, en paralelo, ellos construyan con dinero para establecer dos iglesias en Arabia Saudita. Arabia Saudita dobló su cola y se retiró en silencio. Recientemente fue presentado un informe al gobierno británico sobre la relación entre el financiamiento de las mezquitas por los saudíes y el crecimiento del terrorismo. Incluso Francia y Alemania están considerando prohibir la financiación extranjera de naturaleza similar. Es decir, no hay ningún principio constitucional en el derecho internacional que obligue a recibir una subvención de un país extranjero.

Al igual que en Israel, en otros países occidentales también operan organizaciones no gubernamentales civiles. En Gran Bretaña opera, por ejemplo, la “Coalición contra la Guerra” (STCW). En EE.UU. la “Code Pink – Mujeres por la Paz” es una organización que lucha contra la participación estadounidense en las guerras y que también ha participado en las flotillas de ayuda a Gaza. La organización “Veteranos contra la Guerra” (VICG) ayuda a los que exponen delitos como el Chelsea (Bradley) Manning y el “Centro de Justicia y Responsabilidad” (CJA) que trabaja para procesar a los criminales de guerra. En Alemania actúa la Federación de los Deportados (DVB) por los derechos de los refugiados que fueron expulsados ​​después de la Segunda Guerra Mundial. Y como en Israel, estos organismos juegan en la arena política. Jeremy Corbyn, líder de Laborismo, estaba relacionado con la coalición; uno de los líderes de Code Pink, Jodie Evans, levantó donaciones para Barack Obama; y Erica Shtainbach, que fue presidente de la DVB, fue elegida para el Bundestag por el partido de gobierno, el Demócrata Cristiano.

La diferencia es que ningún país extranjero o de la Unión Europea no se atreve a financiar estas organizaciones. La organización CJA, como Rompiendo el Silencio (Shovrim Shtika), reciben financiación del Fondo de la Sociedad Abierta de George Soros. Pero él está orgulloso que no hay financiación estatal. Estos cuerpos no reciben financiación extranjera, porque hay cosas que se consideran “impensables”. Y, ciertamente, no es aceptable, por decir lo menos, que Israel permita la financiación extranjera de una organización como “Balanda” que fomenta la resistencia o el servicio militar nacional y promueve el “derecho al retorno”. No todo lo que la ley no prohíbe es una práctica aceptada entre los estados. A no ser que se trate de Israel. Suecia y Alemania no han contribuido a este tipo de organizaciones en el mundo. Pero contribuyen a Rompiendo el Silencio (Shovrim Shtika). El doble estándar en todo su esplendor. Peor aún, tanto la Unión Europea como los países que forman parte de la misma aportan a organizaciones que rechazan el derecho de Israel a existir.

Si es así, ¿cómo debe actuar Israel frente a las decenas de millones de dólares que engrasan la propaganda y la agitación o la negación del derecho de Israel a existir? El primer ministro Netanyahu comenzó la semana pasada a impulsar una iniciativa para prohibir las donaciones a estas asociaciones en Israel desde países extranjeros. Se trata de una propuesta contundente, la cual es poco probable que se concrete y que puede causar un gran daño en Israel, incluso si se trata de sólo una sugerencia. En cualquier caso, lo que es apropiado para la India y Venezuela no se ajusta a Israel.

Pero parece que las decisiones tomadas últimamente en Europa nos sugieren que se dirigen hacia la dirección correcta. Y si la propia Europa no está ejecutando sus propias decisiones, es Israel la que las debe cumplir, en relación con las asociaciones que actúan en Israel. Para ello, se deben hacer cumplir las reglas ya vigentes que excluyen a listas y candidatos a la Knesset que promueven el racismo, la negación de la existencia de Israel como Estado Judío y similares, también en relación con las asociaciones (ONG). Estas reglas, presentemos atención, van en consonancia con la definición operacional del antisemitismo adoptada por el Parlamento Europeo y las decisiones del Parlamento suizo. Israel no puede impedir que las instituciones de la UE apoyen al terrorismo o al BDS cuando éstas operan en el extranjero. Pero puede actuar cuando se trata de organismos que operan en Israel. No todas las organizaciones de izquierda en Israel se merecen dejar de ser financiadas por países extranjeros. Pero se debe prohibir todo tipo de donaciones de cualquier fuente que apoyan o incitan al BDS o que atentan contra la existencia misma de Israel. Y esto es debido a que un país normal no permite nunca contribuciones de alguna fuente extranjera que financia, directa o indirectamente, la campaña para eliminar ese mismo estado.

Europa no es el enemigo. Por el contrario. Florecientes relaciones comerciales y de cooperación con la UE, en muchas áreas, están aumentando. Pero parece que mientras Europa condena el antisemitismo por la ventana delantera, y financia a organizaciones que impulsan la demonización de Israel por la ventana trasera. Ni que decir tiene que este artículo no hubiese sido escrito si Europa financiase a grupos, tantos israelíes como palestinos, que promoviesen la paz y la reconciliación. Pero es todo lo contrario. Europa financia la demonización.

No hay necesidad de cambiar las reglas del juego. Por el contrario. Se deben aplicar las normas en vigor entre las democracias. Se debe poner fin a la doble moral. Esto no debería ser una iniciativa de la derecha. Debe ser una iniciativa de Yesh Atid y del Partido laborista. Debido a que la campaña de demonización es el enemigo de la paz. Aumenta el odio. Lo promociona. Fortalece el rechazo palestino. Si el Parlamento suizo y el Parlamento Europeo están autorizados a tomar decisiones en este espíritu, por consiguiente, se debe permitir que el Parlamento israelí comience a combatir al problema.

Traducido por Hatzad Hasheni

 
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