Que Oriente Próximo está en ebullición no es ninguna novedad. Pero sí lo es que los conflictos enquistados (la guerra “civil” multilateral siria, los enfrentamientos “delegados” por la hegemonía en el mundo musulmán, la lucha contra milicias yihadistas y hasta el propio Conflicto –con mayúsculas, el israelo – palestino) están mutando. Algo se mueve desde hace poco más de un mes. Y lo asombroso del caso es que el “ente” que encarnaba para una gran parte de la opinión pública mundial todos los males del mundo y de la zona no es protagonista en esta marejada regional.
Tomemos por caso el asunto que más ha preocupado y movilizado la actividad militar israelí en los últimos años: el hostigamiento desde Gaza. Hamás, el grupo islamista que controla el enclave, está en una situación muy delicada a raíz del desplante de las potencias suníes (con Arabia Saudita y Egipto al frente) de su principal financiador, Catar, y de la consecuente “tortura energética” a la que le somete la dirigencia política en Ramala que pidió que se les corte la luz. El opositor que más sombra le puede hacer al presidente Abbás desde su propio partido es el gazatí Mohammed Dahlan, quien ha orquestado la próxima toma del poder en Gaza consensuada con Hamás, con los auspicios económicos de otro nuevo “amigo” de Israel, los Emiratos Árabes Unidos, dispuestos a financiarles la electricidad y construir un puerto en condiciones. Mientras tanto, y en agradecimiento al “padrino” (el presidente egipcio Al Sisi), Hamás ha abjurado de sus mentores ideológicos, los Hermanos Musulmanes, y aceptado la construcción de un pasillo de separación de cien metros de ancho en la frontera. A cambio, ya han llegado un millón de litros de combustible para crear electricidad.
Por el norte, aunque se les escapen algunos tiros, la preocupación no es tanto Siria (que ante la previsible derrota de Daesh se enfrenta a un proceso avanzado de descomposición y posterior reconstrucción) sino Líbano, que puede perder a su titiritero y quedar en manos de sus capataces Hezbolá, ahora con amplia experiencia bélica y un arsenal que no les cabe en el subsuelo. Aunque Israel está construyendo una nueva valla fronteriza, lo que pase por allí dependerá de la capacidad de maniobra iraní, tras completar su hegemonía de Asia Central al Mediterráneo. Y lo que pase con la república de los ayatolás dependerá del uso que los sauditas hagan de su reciente macro-pedido de armamento americano, lo que seguramente no les dejará mucho margen de maniobra, al menos lejos de casa y para objetivos “idílicos” como la destrucción de Israel.
Cuando todo alrededor se derrumba como en un sismo, el instinto nos empuja a salir corriendo sin saber adónde. Pero quizás lo más sensato sea quedarse quieto, alerta a la mejor vía de supervivencia. Inmóviles, pero como un muelle comprimido.
Difícil
No?