La semana pasada escribí un artículo sobre la creciente divergencia entre las dos principales comunidades judías del mundo, la de Israel y la de Estados Unidos. En el curso de la última semana la situación ha empeorado tanto que si se tratase de una pareja hoy estarían, tal vez aun no consultando con abogados sobre un posible divorcio, pero si con un consejero de familia.
El gobierno de Israel había aprobado en principio que un área de la plaza del Kotel (el “Muro Occidental” del Monte del Templo, que es parte de lo poco que ha sobrevivido de la imponente obra arquitectónica del rey Herodes) sea utilizado por personas de las denominaciones conservadora y reformista, que permiten a hombres y mujeres rezar juntos, lo cual no es permitido por la denominación ortodoxa, (a la cual pertenece la gran mayoría de los israelíes, desde seculares hasta ultra ortodoxos). Hasta ahora los conservadores y reformistas utilizan otra parte del Muro Occidental que está a cierta distancia del Kotel.
Por presión de los partidos políticos ultra-ortodoxos el gobierno ha congelado la decisión acerca del Kotel por plazo indefinido. Esto ha causado enojadas protestas en la comunidad judía de los Estados Unidos.
El problema tiene varias causas:
- a) El sistema político de Israel hace indispensable la formación de coaliciones de diversos partidos para poder gobernar. Los dos partidos ultra ortodoxos, Shas y Judaísmo de la Torah Unida, lograron 13 escaños en la Knesset en las elecciones del 2015, que sumados a los 30 del Likud, 10 de Kulanu, 8 de Hogar Judio y 6 de Israel Beiteinu dan un total de 67 parlamentarios, 6 más del mínimo que necesita un gobierno. Si los 13 parlamentarios ultra ortodoxos se retiran de la coalición, (que es lo que amenazan hacer si el gobierno no congela el plan del Kotel) el gobierno tendría el apoyo de solo 54 parlamentarios, 7 menos del mínimo. Esta situación la aprovechan los partidos ultra ortodoxos para, utilizando una palabra fuerte, “extorsionar” a los otros partidos miembros del gobierno y lograr que aprueben sus demandas, sea de más dinero para las yeshivot o, como en este caso, de no permitir a los conservadores y reformistas rezar en el Kotel de acuerdo a su costumbre.
- b) El número de conservadores y reformistas que han hecho aliá (inmigrado a Israel) es muy pequeño. Sólo los ciudadanos de Israel tienen derecho al voto en Israel. Los judíos americanos no pueden elegir representantes en la Knesset que los defiendan y aboguen por ellos. Si el número de conservadores y reformistas que hubiesen inmigrado a Israel fuese mucho mayor, su influencia también lo sería.
- c) Estoy convencido que la prioridad número uno de todos los miembros del gobierno de Israel es la supervivencia del Estado de Israel. Pero, le sigue muy de cerca la segunda prioridad: la supervivencia del gobierno del cual forman parte. Si la condición para lograr ese objetivo es rendirse a la extorsión de los partidos ultra ortodoxos y ofender a los conservadores y reformistas de los Estados Unidos (que no votan) ese es un precio que los políticos están dispuestos a pagar
Varias reflexiones sucita en mi éste árticulo, a saber;
1ª) Los ultraortodoxos no son una «rémora» en el seno de la sociedad israeli, sino parte de ella (le disguste a quien le disguste) y sus derechos deben en tal sentido, ser respetados, como los que cualquier otro ciudadano …(incluido en términos politicos)
2ª) los lugares sagrados para el judaismo, pertenecen por historia al conjunto del pueblo judio, y no solo a los judios israelies, por mas que el gobierno de ese pais, se haga de ellos depositário, garante y custódio …
3ª) los judios norteamericanos y del resto de la diápora, son libres de expresar una opinion contraria a la politica llevada a cabo por los distintos gobiernos israelies; pero no de pretender incidir por medio de ella, hasta condicionarla, ya que ésta debe supeditárse unicamente a la tóma de decisiones, emanadas de un parlamento soberano, con arreglo a los intereses del pais al que representa …
¿nos queda claro a todos verdad?