En las últimas cuatro décadas hemos sido testigos de la acuciante necesidad de Irán de crear agitación dentro de sus fronteras y en el extranjero para reprimir toda disidencia, y justificar cualquier medida que adopte al respecto.
Con esa perspectiva podemos analizar la verdad que se oculta tras los actos terroristas cometidos por el ISIS el 7 de junio en Teherán. La aparición de más datos y pruebas ha dado pie a especulaciones que apuntan a que este giro de los acontecimientos ha sido un escenario prefigurado por Teherán.
Ambas partes se beneficiaron: Teherán encontró el pretexto para presentarse como víctima del terrorismo y justificar cualquier acción que emprenda dentro y fuera de sus fronteras. Y para el ISIS, que está sufriendo importantes reveses en Irak y Siria, la comisión de dicho ataque en el corazón de Teherán representaría una necesaria inyección de moral en sus menguantes filas.
Centrándonos en las necesidades del régimen iraní, las secuelas de las elecciones presidenciales del mes pasado generaron nuevas disputas entre facciones. El efecto dominó permitió que surgieran más voces de protesta en ciudades de todo el país, provocando que el aparato del régimen se desviviera por incrementar sus draconianas medidas de seguridad.
La reciente votación en el Senado de EEUU (98 a 2) a favor de imponer importantes sanciones a Irán también ha hecho sonar las alarmas entre los mulás.
Si dirigimos la atención fuera de las fronteras de Irán, se percibe que, con su belicismo, Teherán está abocando a un Oriente Medio ya destruido por la guerra a una mayor desesperanza. Este es especialmente el caso de Siria, Irak y el Yemen. Según Al Arabiya, que cita a la agencia de noticias semioficial iraní Tasnim, el comandante de la Fuerza Quds de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), Qasem Soleimani, llegó a una localidad de la frontera sirio-iraquí acompañado de milicias iraquíes vinculadas a Irán.
Mientras el ISIS pierde terreno en Sira, Irán busca ganar todo el que pueda y poner a prueba la voluntad de la Administración Trump de emprender acciones importantes contra su conglomerado de organizaciones aliadas que se ocupan de apuntalar el régimen de Asad.
En Irak, con el ISIS al borde de la derrota en Mosul, no debería haber esperanzas de que las crisis y la agitación vayan a remitir. Ya es motivo de preocupación que las organizaciones satélite chiíes controladas por Irán lleven a cabo operaciones de limpieza étnica en las áreas suníes de todo el país, incluida la propia y estratégica Mosul.
Más hacia el sur, Bagdad sufrió un atentado con coche bomba al comienzo del mes sagrado del Ramadán que dejó decenas de muertos y heridos. Más recientemente, el viernes 9 de junio, una explosión golpeó la ciudad de Kerbala, en el sur, que causó tres muertos y quince heridos, y ya se está hablando de la implicación de Irán. “Los analistas creen que la coincidencia entre la explosión de Kerbala y los ataques armados contra el Parlamento de Teherán y el santuario de Jomeini no es casual. Los observadores han insistido en la probabilidad de que estos sucesos hayan sido fabricados por el régimen iraní para presentarse como víctima del terrorismo”, dice la información.
Irán también se está volcando en causar estragos a su archirrival regional, Arabia Saudí, mediante su constante apoyo a las milicias huzis que luchan contra el Gobierno legítimo del Yemen. Ha habido amplios reportajes que han demostrado el creciente papel de los CGRI y de la libanesa Hezbolá en el conflicto yemení.
War on the Rocks dice:
- Los CGRIy Hezbolá actúan de fuerza multiplicadora de las operaciones antibuque huzis. El 14 de enero, el Ejército yemení y milicias tribales suníes capturaron a dos expertos en guerra naval de Hezbolá en la ciudad de Dhubab, en la costa oeste de Taiz. Uno de esos asesores estaba especializado en tácticas de colocación de minas, y el otro en guerra naval asimétrica. Los CGRI también han proporcionado aviones no tripulados y “tecnología de barcos explosivos” para llevar a cabo ataques kamikazes contra barcos de la coalición saudí y sus defensas aéreas. Dos semanas después, tres embarcaciones huzis no tripuladasatacaron una fragata saudí cerca de la costa de Hudaydah, matando a dos miembros de la tripulación de la misma e hiriendo a otros tres. El 22 de marzo, fuentes iraníesconfirmaron que estaban enviando a especialistas árabes chiíes a ayudar en el entrenamiento y la logística de los huzis. Una semana después, buques de guerra de la coalición saudí bombardearon una zona costera próxima a la ciudad nororiental de Hudaydah, donde se encuentra el segundo mayor puerto del Yemen. En el bombardeomurió un asesor de los CGRI que estaba ayudando a los combatientes hutíes a manipularbarcos cargados con bombas destinados a ataques no tripulados contra EEUU y la coalición saudí en el Mar Rojo.
En conclusión, Irán está capitalizando –y lo seguirá haciendo– los ataques simultáneos de Teherán para hacer parecer que su presencia en la región es necesaria y rebajar su imagen como principal patrocinador estatal del terrorismo. Los mulás se están dando golpes de pecho sobre la necesidad de participar en guerras para evitar atentados en casa. Los focos y presiones de distracción que provienen de la Administración Trump son también otro objetivo importante en este sentido.
¿Se saldrá Irán con la suya? Sólo el tiempo lo dirá. Sin embargo, es innegable la necesidad de que la comunidad internacional aumente la presión sobre Teherán y ponga fin a sus letales injerencias en Oriente Medio. Ya se ha establecido un eje árabe-islámico-estadounidense contra la presencia de Irán en la región. Designar a los CGRI como organización terrorista internacional es el primer paso imprescindible para poner fin a la expansión regional de Irán.
© Versión original (en inglés): The Algemeiner
© Versión en español: Revista El Medio
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