Traduccion para Porisrael.org por Yetty Blum
Antes de la reunión de Donald Trump con Vladimir Putin en el G20, la especulación de los medios de comunicación se acercó a niveles histéricos. ¿Sería como la reunión Reagan-Gorbachov en Reykjavik en 1986, o Chamberlain con Hitler en Múnich en 1938?
Por supuesto, no fue como ninguna de las dos. En cambio, el encuentro fue principalmente para que los líderes tomaran la envergadura uno del otro. Esto era especialmente importante para Trump, dado los cargos de sus oponentes, sin evidencia hasta la fecha, de que su campaña coludió con Rusia para preparar las elecciones de 2016.
Rex Tillerson, el Secretario de Estado, informó después que Trump abrió la reunión expresando «las preocupaciones de los estadounidenses» sobre la interferencia electoral de Rusia. Tillerson enfatizó que la discusión fue «larga y robusta», con Trump regresando varias veces a la intromisión de Rusia.
Aunque no tenemos las palabras exactas de Trump, los críticos estadounidenses inmediatamente lo atacaron por no referirse a sus preocupaciones sobre las intrusiones. Si Trump habló extensamente acerca de las preocupaciones de los estadounidenses, estuvo en lo correcto. Estados Unidos se muestra esencialmente unánime en que ninguna intervención extranjera en nuestro proceso constitucional es aceptable.
Pero hubo un resultado aún más importante: Trump tuvo que pasar por la experiencia de Putin mirándole a los ojos y mintiéndole, negando la interferencia rusa en la elección. Era previsible que Putin dijera justo eso, como lo ha hecho antes (mencionando la sugerencia gratuita, casi insultante, de que los hackers individuales podrían haber sido responsables). Los comentaristas han observado rápidamente que los gobiernos casi nunca reconocen directamente sus actividades de inteligencia.
Pero intentar socavar la Constitución de Estados Unidos es mucho más que una operación secreta cotidiana. Es un casus belli, un verdadero acto de guerra, y uno que Washington nunca tolerará. Para Trump, debe ser una lección muy saludable sobre el carácter del liderazgo de Rusia el ver a Putin mentirle. Y debe ser una advertencia de alarma de fuego sobre el valor que Moscú pone en la honestidad, ya sea en relación con la interferencia electoral, la proliferación nuclear, el control de armas o el Oriente Medio: negociar con la Rusia de hoy es al riesgo de su propio peligro.
En asuntos específicos, el resultado de la reunión también fue problemático. Un acuerdo de alto el fuego en el suroeste de Siria es una clara victoria para Rusia, el régimen de Assad, los terroristas de Hizbollah y la Guardia Revolucionaria de Irán. Aunque de carácter humanitario, este acuerdo legitima sustancialmente la participación de Rusia en la lucha siria, manteniendo así viva la dictadura de Assad.
Cualquier cese del fuego necesariamente alivia la presión sobre Assad en un frente, el cual puede explotar en otro. Aún más inquietantes fueron las referencias de Tillerson al futuro del régimen, lo que implica discusiones con Rusia sobre una Siria post-Assad. Si es así, esto significaría simplemente una continuación del engaño del gobierno de Obama en que Moscú compartió nuestro interés en la eliminación de Assad. Rusia sólo lo aceptaría si otro patrón ruso ocupara su lugar.
Además, sobre Corea del Norte, Tillerson dijo que Washington quería devolver el tema de Pyongyang a la mesa para discutir la posibilidad de revertir su programa de armas nucleares. Esto también es una continuación de la política de Obama, la que nos llevó al punto en que el Norte está peligrosamente cerca de disparar armas nucleares a objetivos en los Estados Unidos.
Tanto para Siria como para Corea del Norte, tales comentarios reflejan la influencia de la burocracia permanente de Estados Unidos, que ha estado implementando la política de Obama durante ocho años, y que Trump todavía tiene que redirigir.
Indudablemente, hubo mucho más en la reunión de Trump-Putin. Pero su principal consecuencia – lo que Trump aprendió de la observación de Putin en la acción, mintiendo con el beneficio de la mejor formación KGB – será importante para los próximos años.
***John R. Bolton, ex embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, es presidente del Gatestone Institute, miembro del American Enterprise Institute y autor de «La rendición no es una opción: defender a Estados Unidos en las Naciones Unidas y en el extranjero».
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