Todas las últimas muertes se podrían haber evitado. Tanto la de los tres palestinos muertos en choques con la policía israelí-que habían sido instigados a atacar a los efectivos en el “día de furia” proclamado por Fatah y Hamas- como la de los tres israelíes asesinados a puñaladas por un terrorista que entró a su casa tras infiltrarse en el asentamiento en que vivían.
Los tres palestinos que murieron en los choques, salieron a la calle a enfrentarse con los policías, convencidos seguramente de que las autoridades del Waqf islámico y los diversos líderes palestinos, dicen la verdad: que Israel quiere destruir la mezquita de Al Aksa en el peor de los casos y en el mejor, impedir los rezos musulmanes en el lugar, cambiar el «status quo» reinante en el santuario y humillar al Islam.
Lo mismo con Omar el-Abed, de 19 años, que compró un cuchillo «para limpiar el honor de Al Aksa» y mató a tres civiles israelíes. También él actuó seguro de que todo lo que oye y ve en televisión y las redes sociales , es una afrenta a su mezquita.»La mezquita es el honor del musulmán», declaró luego su padre, afirmando que «si no fuera por esa ofensa a Al Aksa, mi hijo no habría cometido su acción».
Amalía, le llaman en árabe. Quiere decir eso: acción. En terminología normal, es un atentado terrorista. ¿De qué otra forma se puede llamar a lo que hizo Omar el-Abed? Salió de su casa con un cuchillo y un Corán en la mochila, encaminado al asentamiento Neve Tzuf Halamish ubicado a corta distancia de su aldea, después de haber escrito en su Facebook que «los cerdos y los simios pagarán caro», usando un término del Corán que se refiere en forma insultante a los judíos. Saltó o trepó el cerco y llegó a una de las primeras casas de la punta. Una puerta estaba desgraciadamente abierta y él entró sin problema. En el interior había una familia reunida que pensaba que los pasos eran de uno de los vecinos invitados a la reunión. Es que ese mismo día, este viernes, había nacido un nuevo nieto a los abuelos dueños de casa, y la familia había sido convocada para agradecer a Dios. El terrorista se abalanzó sobre la familia, mató al abuelo, hirió a la abuela y mató a los hijos de ambos, un hombre y una mujer. La nuera de la pareja mayor alcanzó a correr a una habitación con sus cinco hijos, para salvar a los niños, se encerró allí con ellos y llamó a gritos a la policía.
De la casa de los vecinos oyeron los gritos. Un soldado que estaba en su día libre comprendió de inmediato lo que estaba ocurriendo, corrió y alcanzó a dispararle al terrorista, que quedó medianamente herido y fue luego trasladado a un hospital israelí donde le trataron la herida…Al hospital israelí….después de lo que hizo. Eso vale comentarios aparte, pero dejémoslo de lado por esta vez.
La casa quedó convertida en escenario de horror, con el comedor y la cocina repletos de sangre.Y después, según las redes sociales palestinas, la madre del terrorista dijo que está «orgullosa» de lo que hizo su hijo. ¿Nadie se para a pensar que algo acá está mal?
Nadie habría muerto estos días de no ser por las mentiras de quienes aseguran que la mezquita de Al Aksa está en peligro, alegando que los detectores de metales colocados por la policía israelí el domingo último junto a tres de los accesos al Monte del Templo son el detonador de la crisis. La verdad es que lo que detonó la crisis fue el asesinato el viernes 14 de julio de dos policías israelíes (que dicho sea de paso no eran judíos sino drusos) a manos de tres árabes que escondieron las armas dentro de la mezquita de Al Aksa.
Contra eso tendría que salir el clamor de quienes se preocupan por Al Aksa, así como en varias ocasiones anteriores en las que en las mezquitas fueron acumuladas piedras y botellas incendiarias para ser lanzadas contra la policía israelí.
Claro que Al Aksa debe ser respetada. Es una mezquita, sagrada para los fieles musulmanes. Pues las autoridades islámicas tendrían que haber sido la primeras en condenar que musulmanes maten sobre el Monte sagrado y encima habiendo usado la mezquita como escondite de las armas.
Los detectores de metales fueron la medida de seguridad aplicada para impedir la recurrencia del atentado. La lógica es clara: no se revisaba nunca a los musulmanes, ni con detectores de metales ni de otra forma, lo cual fue aprovechado el otro viernes para un atentado por quienes sí violaron, matando, la santidad del lugar. ¿Por qué entonces tanta irresponsabilidad, incitar a la violencia contra Israel como si estuviera profanando Al Aksa e impidiendo a los musulmanes orar en su santuario, si los líderes saben perfectamente que la realidad es otra muy distinta?
Y más allá de esta seria responsabilidad que tienen los líderes, tanto del Waqf como de la Autoridad Palestina, entre otros, por distorsionar a sabiendas la situación y envenenar así la mente de jóvenes musulmanes, cabe preguntarse : ¿Por qué tanta oposición a los detectores de metales? ¿Qué tienen que ocultar? ¿Qué temen que quede en evidencia?
En un artículo del analista Bassem Tawil publicado este sábado en Gatestone Institute bajo el título «Los detectores de metales y las mentiras palestinas», escribe:
«El año pasado, los palestinos frustraron un plan de Jordania de instalar d4ecenas de cámaras de seguridad en el Monte del Templo. Las cámaras estaban destinadas supuestamente a refutar o confirmar lo alegado por los palestinos que Israel estaba planeando destruir la mezquita de Al Aksa. Los jordanos dieron finalmente marcha atrás de su plan, por la intimidación palestina, que incluyó una amenaza de destruir las cámaras».
Bassem Tawil, que dicho sea de paso es palestino, agregó retóricamente: «¿Por qué protestar el plan? Los palestinos temían que su violencia, hostigamiento (de los judíos que visitan el Monte) y la acumulación de armas para atacar a los visitantes judíos y a los oficiales de policía, queden registrados en cámara».
Y esta vez ¿qué tienen que ocultar? La policía no lo informó formalmente aún, porque continúa investigando, pero distintos reportes que han circulado en los últimos días en Israel sostienen que en los dos días en los que el Monte del Templo estuvo cerrado después del asesinato de los dos policías, fueron halladas en las mezquitas «elementos de combate»….no precisamente libros del Corán.
Los musulmanes deben ser los primeros en querer garantizar que la mezquita no sea escenario de conflicto. Pero también Al Aksa es víctima de la difamación palestina contra Israel y de la irresponsabilidad de la incitación en su contra. Al culpar a Israel por «la afrenta a Al Aksa», el liderazgo palestino está intentando convertir el conflicto en religioso. Eso es realmente jugar con fuego.
Los continuos actos de provocacion y violencia llevados a cabo por los árabes en torno al Monte del Templo, no son mas que un intento desesperado por parte de ellos, de inducir a Israel a una respuesta «desproporcionada» que sucite de una parte,una condena internacional (como de facto sucede ya ) que lleve água al molino victimista en el que siguen parapetados, y contribuya de paso a incentivar las bajas pasiones de sus vecinos musulmanes hacia Israel, en lo que darian en llamar; «guerra santa contra los infieles» …
Nadie dude ni por un instante, en la premeditacion de tales actos, ni por ende en su intencionalidad … el propósito es claro; situar a Israel en la picóta informativa, con tal de socavar su imagen, y situarle en la disyuntiva de reprimir un levantamiento que los promotores de estas algarradas, pretenden masivo, como preludio a una mas que probable intifida …
Israel es llamado en tales circunstancias, a no dejarse intimidar, y a responder con la suficiente firmeza a las agresiones de estos ultimos dias, pero sin caer en la trampa que le tienen tendida, que consistiriá en entrar en su súcio juego de «accion – reaccion», limitandose por el contrario a detener a los inductores y los responsables, e imponer el orden establecido …