Ely Karmon. Senior Research Scholar, International Institute for Counter-Terrorism (ICT) and The Institute for Policy and Strategy (IPS) at The Interdisciplinary Center (IDC) Herzlyia, Israel
El ataque
El viernes 14 de julio de 2017, a las 7 de la mañana, tres terroristas y ciudadanos árabes israelíes, dispararon a dos oficiales israelitas drusos de la policía fronteriza.
Los tres pistoleros árabe-israelíes, Muhammad Ahmed Muhammad Jabarin, de 29 años, Muhammad Hamad Abdel Latif Jabarin, de 19, y Muhammad Ahmed Mafdal Jabarin, de 19, llegaron a Jerusalén en autobús procedentes de su ciudad natal, Umm Al-Fahm. Entraron en el Monte del Templo de la Ciudad Vieja de Jerusalén, también llamado Al-Haram Al-Sharif por los musulmanes.
Los tres atacantes tuvieron un cómplice, que fue el que llevó las armas en una mochila y las dejó en la mezquita Al-Aqsa. El cómplice, también de origen árabe israelí, fue arrestado.
Dos de los atacantes salieron juntos de la mezquita mientras que el tercero salió solo con la bolsa llena de armas en la espalda. Los tres caminaron juntos por un callejón para cambiarse de ropa y regresar sin la bolsa, pero con las armas escondidas en sus cuerpos.
Los terroristas atacaron a los oficiales cuando salían del Monte del Templo y lograron huir a pesar de que otros policías trataron de perseguirlos. Los agentes abrieron fuego y dispararon a los terroristas hasta matarlos en la explanada de las inmediaciones del complejo religioso.
Ningún grupo se responsabilizó inmediatamente del ataque. Uno de los hombres armados, Mohamammed Hamed Jabreen, publicó una selfie, poco antes del ataque y frente a la Cúpula de la Roca, con el siguiente mensaje: «La sonrisa de mañana será más hermosa, si Dios quiere«.
Tensión en la Ciudad Vieja de Jerusalén (Reuters)
Implicaciones
Los árabe-musulmanes utilizaron el recinto sagrado de la mezquita Al-Aqsa para preparar y organizar el ataque terrorista. Trataron de refugiarse en ese lugar después de matar a los policías y sabiendo que sería un incidente aún mayor si la policía entraba en el templo para intentar detenerlos. No veían ninguna restricción religiosa o moral para profanar ese espacio santo.
Se trataba de un ataque terrorista con consecuencias estratégicas:
– Provocar un incidente en la mezquita de Al-Aqsa con el fin de acabar con el frágil status quo e incitar al mundo árabe y musulmán a luchar contra Israel.
– Provocar tensiones entre la minoría árabe y el pueblo judío en Israel.
– Provocar tensiones entre los musulmanes árabes y las comunidades drusas en Israel.
Por razones de seguridad y por la posibilidad de que aparecieran otras armas, la Ciudad Vieja y el Monte del Templo fueron cerrados por la policía el pasado sábado 15 de julio. Fue la primera vez en 50 años que Israel limitaba el acceso en viernes, día santo del Islam. El 16 de julio de 2017, se volvió a abrir el complejo del Monte del Templo pero se instalaron detectores de metales para evitar que los visitantes introdujeran armas.
Los jefes del Waqf, que controlan y gestionan los edificios del lugar sagrado, incluida la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, se opusieron a la instalación de detectores de metales y negaron la entrada al complejo a los palestinos. Hubo enfrentamientos entre los palestinos que acudieron a rezar a la mezquita y las fuerzas de seguridad israelíes, así que las oraciones multitudinarias se tuvieron que celebrar cerca.
Israel desplegó un amplio operativo de seguridad
El papel de la facción norteña del Movimiento Islámico en Israel
Umm al-Fahm, una gran ciudad árabe en el centro de Israel, está controlada políticamente por la facción norteña del Movimiento Islámico de Israel, considerada parte integral de la Hermandad Musulmana y del movimiento Hamas, encabezado por el jeque Raed Salah. Fue condenado en Israel por financiar a Hamas y por tener contacto con agentes de inteligencia iraníes. Cumplió una condena de dos años, entre 2003 y 2005. En 2010, cumplió otra sentencia de cinco meses por agredir a un agente de policía y dirigir una manifestación violenta. Raed Salah fue puesto en libertad en enero de 2017 tras estar nueve meses en prisión por incitar a la violencia.
Si bien el movimiento no se ha convertido en una organización terrorista de pleno derecho, sí que ha desempeñado un papel clave en el fomento de la violencia y estuvo detrás de los acontecimientos que condujeron al estallido de la segunda intifada.
En los años noventa, el Movimiento Islámico construyó, de forma ilegal, una enorme mezquita subterránea bajo Al-Aqsa (en los llamados Establos de Salomón). Esa edificación puso en peligro los cimientos del antiguo templo y destruyó todos los elementos arqueológicos históricos, cristianos y judíos del lugar. Desde entonces, esa organización está afirmando que Israel está tratando de destruir la mezquita Aqsa. Esa es la razón por la que la segunda intifada se llama Intifada de Aqsa.
El Movimiento Islámico incitó a los palestinos y a los árabes israelíes a la violencia. En octubre de 2000, como resultado, se produjeron varios enfrentamientos en la región de Wadi Ara, dentro de Israel. Los árabes israelíes plantaron cara a la policía y trece manifestantes murieron a tiros. En ese momento, el gobierno y la policía no sabían cómo lidiar con esa organización.
Israel prohibió la rama norte del Movimiento Islámico en noviembre de 2015. El gobierno explicó que el grupo había estado llevando a cabo una campaña de incitación engañosa con el mensaje de que «Al-Aqsa estaba en peligro» y culpando a Israel de dañar la mezquita Aqsa y violar el status quo de allí.
El jeque Salah culpó a Israel por el incidente del 14 de julio declarando que el gobierno del país «es responsable de todo el derramamiento de sangre» en el Monte del Templo, incluyendo la muerte de los pistoleros árabe-israelíes a los que llamó «mártires«.
Por el momento, la policía no ha dado a conocer si en la investigación de los tres terroristas han encontrado vínculos directos con el Movimiento Islámico de Israel.
Tensión en la Ciudad Vieja de Jerusalén (Reuters)
Las reacciones árabes y palestinas
En un comunicado difundido después de una reunión de emergencia, el Alto Comité de Seguimiento de Ciudadanos Árabes de Israel calificó el ataque como «un acto individual de rechazo que no sirve al conflicto de las masas árabes para defender su presencia, sus derechos y sus lugares sagrados». También señaló que la «ocupación» es responsable de cualquier derramamiento de sangre en la mezquita.
El presidente israelí, Reuven Rivlin, condenó a los líderes árabes israelíes por no pronunciarse en contra del ataque terrorista en el Monte del Templo y afirmaron que su silencio podría confirmar el encargo del tiroteo.
En un esfuerzo por calmar el ambiente, Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, telefoneó al primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu para condenar enérgicamente el ataque. También le pidió que reabriera el sitio sagrado. A su vez, Abbas pidió a Estados Unidos que «interviniera con urgencia» y obligara a Israel a retirar los detectores de metales.
Mahmoud Al-Batash, asesor de Mahmoud Abbas para asuntos religiosos y jefe de la Autoridad Palestina, manifestó en un sermón que ese tipo de situaciones amenazaban con encender una guerra religiosa y provocar una «explosión». Reconoció que la mezquita Al-Aqsa debía estar abierta a los musulmanes y que la «ocupación» israelí era la razón principal de la inestabilidad y la falta de seguridad en Oriente Medio y en todo el mundo. Pero no condenó el ataque en sí. El movimiento Fatah expresó que la decisión israelí de cerrar el templo sagrado era peligroso e inaceptable.
Fatah, el movimiento de Mahmoud Abbas, retransmitió el famoso discurso del presidente de la Autoridad Palestina de 2014 en el que hacía un llamamiento a los ciudadanos de su territorio para defender Al-Aqsa «de cualquier manera», incluso con actos de violencia y terrorismo. Fatah publicó fotografías de los terroristas asegurando que se trataban de «mártires». La Autoridad Palestina pidió un «Día de Odio» y, al acercarse el fin de semana, pidió «ira por Al-Aqsa».
El rey Abdallah de Jordania habló con el primer ministro israelí y condenó el ataque. Rechazó todas las formas de violencia en los lugares sagrados y pidió que se abriera el Monte del Templo. El ministro jordano de comunicaciones, Muhammad al Momani, reclamó al gobierno israelí que evitara tomar acciones que cambiaran la «situación histórica» y reabrieran las instalaciones a los fieles.
El parlamentario Atef Tarawneh se refirió a la «ocupación» de Israel en los lugares santos islámicos de Jerusalén junto a la «opresión» y la «tiranía», al igual que hacían los «terroristas». Una justificación más para la «resistencia continua» contra Israel.
Hamas emitió una serie de anuncios dando la bienvenida, elogiando el ataque y condenando a Israel por cerrar el Monte del Templo. Los acontecimientos fueron una buena oportunidad para la organización, que pudo fortalecer la incitación a continuar, intensificar la «intifada de Jerusalén» y provocar manifestaciones contra las políticas de Mahmoud Abbas en la Franja de Gaza. Ismail Haniyeh, jefe de la oficina política de Hamas, afirmó que Israel estaba tratando de ganar el control de la mezquita de Al-Aqsa y elogió a los «combatientes de la yihad en Jerusalén» por la lucha contra la ocupación y a los shaheeds que habían muerto durante el ataque.
El gobierno egipcio advirtió de las consecuencias de impedir las oraciones. Los miembros del parlamento egipcio dijeron, además, que la decisión de cerrar el Monte del Templo era un «acto de terrorismo».
La conducta saudita es de sumo interés ya que Arabia Saudita custodia dos de las mezquitas sagradas, La Meca y Medina. La decisión de reabrir el templo a los fieles se produjo después de que el rey saudí Salman interviniera personalmente en el asunto e instando a Israel a que, a través de la Casa Blanca, terminara con la clausura del Monte del Templo.
Arabia Saudita sabe algo acerca de los musulmanes radicales que atacan los lugares sagrados islámicos. Hace unas semanas, el 23 de junio, la policía saudita frustró un ataque terrorista planificado contra la Gran Mezquita de La Meca, donde los musulmanes de todo el mundo se concentran para el final del mes sagrado del Ramadán. Seis visitantes extranjeros y cinco miembros de las fuerzas de seguridad de Arabia Saudí resultaron heridos tras el derrumbe de un edificio de tres pisos. Un atacante suicida se había parapetado para inmolarse minutos después.
En abril de 2016, al final del Ramadán, tres atacantes suicidas y dos miembros de las fuerzas de seguridad murieron en un ataque sin precedentes contra la mezquita y la tumba del profeta Mahoma en Medina, el segundo lugar más sagrado del Islam. Las autoridades detuvieron a 46 miembros de una célula responsable del ataque. Los sospechosos arrestados fueron 32 saudíes y 14 de diferentes nacionalidades árabes y extranjeras.
El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboud Gheit, dijo en un comunicado que si Israel seguía «prohibiendo el rezo a los palestinos» solo «encendería el extremismo y aumentaría la tensión» en la región, pero no mencionó las causas del cierre temporal.
El secretario de prensa del presidente de Estados Unidos condenó el ataque que «tuvo lugar en la zona cero del conflicto palestino-israelí». «No debe haber tolerancia cero para el terrorismo. Es incompatible con lograr la paz y debemos condenarla, derrotarla y erradicarla de la manera más fuerte». El secretario de prensa de la Casa Blanca Sean Spicer dijo: «El ataque obligó al gobierno de Israel a cerrar temporalmente el Monte del Templo/Al-Haram Al-Sharif para llevar a cabo su investigación. Israel ha asegurado al mundo que no tiene ninguna intención de alterar la situación de este lugar sagrado, una decisión que Estados Unidos aplaude y da la bienvenida».
La ONU y la UE también condenaron el ataque. «No puede haber justificación para tal crimen o cualquier acto de terror. La UE ofrece sus condolencias a las familias de las víctimas de los disparos».
La reacción de Israel
La decisión táctica israelí de instalar detectores de metales en las puertas del Monte del Templo, por razones de seguridad obvias, fueron tomadas apresuradamente por el primer ministro Netanyahu, mientras estaba en una importante visita diplomática al extranjero y siguiendo el consejo de la policía israelí y su ministro de seguridad nacional Gilad Erdan. Se podían poner los primeros días después del ataque pero el servicio de seguridad, la inteligencia del ejército y los oficiales de defensa se opusieron a ello.
No solo se evaluó el hecho de posibles actos de violencia durante las oraciones de los viernes, pero era difícil controlar esa situación mientras una masa de más de 100,000 personas estaban presionando en las puertas del templo para entrar a orar.
En la reunión de gabinete del jueves por la noche, finalmente se decidió dejar los detectores en el lugar.
Los acontecimientos del viernes 21 de julio
Los líderes israelíes han dicho que los detectores de metales se utilizan en lugares sagrados musulmanes de todo el mundo, incluso en Medina y La Meca. Pero los palestinos consideran que «La Meca es completamente diferente» porque Arabia Saudita protege a los musulmanes mientras que la seguridad del Monte del Templo pretende «controlar» y cambiar el status quo de ese lugar.
Líderes musulmanes palestinos y políticos árabe-israelíes habían instado a los fieles a no entrar en el sitio del Monte del Templo hasta que Israel no hubiera eliminado los detectores de metales. Consideraban que esas medidas eran una invasión de los derechos musulmanes.
Los enfrentamientos generalizados entre los lanzadores de piedras palestinos y las tropas israelíes estallaron después de las oraciones del mediodía del viernes en Jerusalén y Cisjordania, al tiempo que miles de personas realizaban sus oraciones en la calle en vez del santuario. Tres palestinos murieron y varias docenas resultaron heridos por disparos, balas de goma y palizas.
Ese viernes, bajo la presión de su propio movimiento Fatah y de los palestinos, Mahmoud Abbas anunció que su gobierno «congelaría el contacto en todos los niveles» con Israel hasta que los detectores de metal recién instalados fueran retirados de la entrada de la mezquita Al-Aqsa.
Israel aseguró que los detectores de metales también se utilizan en lugares sagrados como Medina y la Meca
Más tarde, en la noche, tres israelíes murieron y uno resultó gravemente herido por apuñalamiento en un ataque en la ciudad Cisjordania de Halamish, cuando un palestino entró en una casa privada. Hamas emitió una declaración de apoyo al ataque y pidió una «reacción necesaria» a los nuevos procedimientos de seguridad israelíes en el Monte del Templo. En un tweet, dijeron que esa medida era «heroica».
Imagen: El principal clérigo musulmán de Jerusalén dijo a los fieles que espera «muchas pruebas de voluntades» por parte de Israel.
Tras la continua incitación de la Autoridad Palestina, Hamas, de los líderes musulmanes árabe israelíes y el número de muertes de ambos bandos, que cada vez va creciendo, parece que las manifestaciones masivas violentas, la tensión y las amenazas a gran escala seguirán durante un tiempo. Incluso si los detectores de metal son retirados del Monte del Templo.
Hamas y los miembros más radicales de la comunidad árabe en Israel tratarán de aprovechar el «impulso» e intentarán otros ataques e incidentes terroristas para agraviar la situación y provocar una «tercera intifada violenta».
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