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| viernes noviembre 15, 2024

¿Merece morir Al Jazeera?


El Consejo de Cooperación del Golfo engloba a seis países, todos ellos árabes, musulmanes, gobernados por reyes o emires y formidablemente ricos gracias a sus inmensas reservas de petróleo. Con tantas cosas en común, cabría esperar que fuesen amigos para siempre. Sin embargo, en las últimas semanas el emir de Qatar, Tamim ben Hamad al Zani, ha sido arrinconado por el resto.

Arabia Saudí, Emiratos y Bahréin han roto lazos diplomáticos, comerciales e incluso de transporte con Qatar. Se les ha unido Egipto, que, aunque ni tiene riqueza petrolera ni es una monarquía, coincide con ellos en que el jeque Al Zani se ha hecho demasiado amiguito de organizaciones terroristas (entre ellas Al Qaeda, el ISIS y Hezbolá), patrocinadores del terrorismo, los Hermanos Musulmanes y los mulás de Irán.

El cuarteto exige que Qatar ponga distancia con quienes considera enemigos de sus países. Con una demanda adicional: que Qatar cierre Al Jazeera, su poderoso medio de comunicación.

Numerosos medios occidentales han salido en defensa de Al Jazeera. Los editores del Washington Post la elogiaron por proporcionar un altavoz a “los críticos de las dictaduras regionales”. Olvidaron señalar que hace una excepción con los críticos de la dictadura catarí. La junta editorial del New York Times afirmó que, en general, Al Jazeera “sirve como vital fuente de noticias para millones de personas que viven bajo régimenes antidemocráticos”. Bueno, no para los cataríes, que viven bajo un régimen antidemocrático. The Economist dijo que era “indignante” que Arabia Saudí, difícilmente un país libre, pidiese el cierre de “el único gran canal que da la batalla en el mundo árabe”. Está claro, pero, como suele decirse, la hipocresía es el tributo que el vicio paga a la virtud.

Al Jazeera fue fundada por el padre del actual emir hace 21 años. Sólo unos pocos expertos comprendieron enseguida su razón de ser. Era la “prensa caniche” de Qatar: así la definió Walter Russell Mead, profesor de Asuntos Exteriores en el Bard College y ahora investigador del Hudson Institute. Shibley Telhami, investigador senior no residente en la Brookings Institution y profesor Anwar Sadat para la Paz y el Desarrollo en la Universidad de Maryland, observó que entre las primeras misiones de Al Jazeera estuvo la de dar “voz a Osama ben Laden”. En cuanto a Fuad Ayami, ganador de una beca genio MacArthur, vio claramente cómo Al Jazeera estaba intentando cimentar una alianza entre islamistas e izquierdistas. Así, un documental que presentaba al Che Guevara como un “héroe romántico y condenado” pretendía evocar a Osama ben Laden como “el rebelde islámico” y el “bravo caballero del mundo árabe”. “Al Jazeera es una hábil operación” que “un día sí y otro no aviva deliberadamente las llamas de la ira musulmana”, afirmó Ayami.

Una de las estrellas más rutilantes de Al Jazeera es Yusuf al Qaradawi, el líder espiritual de los Hermanos Musulmanes. Al Qaradawi ha elogiado a Imad Mugniyeh, terrorista de Hezbolá que planeó los atentados suicidas de Beirut en 1983, donde murieron 241 marines estadounidenses. Una vez dictó una fetua en la que llamaba al “secuestro y asesinato de americanos en Irak”. El jeque Qaradawi es partidario de difundir el islam “hasta que conquiste el mundo entero y abarque Oriente y Occidente, [marcando así] el principio del retorno del Califato islámico”. Hitler –ha dicho– merece reconocimiento por haber “logrado ponerlos [a los judíos] en su sitio. Ese fue su castigo divino. Si Alá quiere, la próxima vez será a manos de los creyentes [musulmanes]”.

Los defensores de la cadena sostienen que, por muy extremista que pueda ser la Al Jazeera en lengua árabe, su cadena hermana, la Al Jazeera en inglés, es distinta. Bien. Atiendan al siguiente intercambio, que tuvo lugar en la NPR a principios de mes, entre la presentadora Kelly McEveres y Giles Trendle, director general de Al Jazeera en inglés:

–McEvers: Creo que es importante diferenciar entre Al Jazeera en inglés y Al Jazeera en árabe. Al Jazeera en inglés es considerada objetiva, pero, en fin, no es un secreto que, especialmente tras el inicio de la Primavera Árabe, en 2011, Al Jazeera en árabe es mucho más proclive a tomar partido en antena, ¿verdad?

–Trendle: Mire, los dos canales, Al Jazeera en árabe y Al Jazeera en inglés, vienen del mismo sitio. Pero una cosa que hay que entender es que los idiomas tienen maneras diferentes de expresase. Hay un contexto cultural. Se han hecho numerosas acusaciones contra Al Jazeera en árabe, pero tiene los mismos valores editoriales de presentar todas las caras de una historia para ofrecer una perspectiva completa.

–McEvers: Sí, quiero decir… Pensemos en dos recientes ejemplos. Ustedes tienen en la Al Jazeera en árabe a un destacado presentador que dice que Egipto tenía un presidente en funciones que era un judío que estaba ejecutando un complot israelí. Ustedes tienen, en fin, a un especialista en Irak que escribe twits aprobatorios de una matanza de chiíes a manos de militantes del Estado Islámico. Quiero decir: estas personas de esa determinada sección de Al Jazeera están tomando partido.

–Trendle: Bueno, no estoy al corriente de esos ejemplos concretos. Pero, de nuevo, sólo quiero decir que el contexto cultural y el lenguaje [árabes] son mucho más expresivos y apasionados, mientras que a lo mejor el idioma inglés puede ser más reservado y estirado.

En otras palabras, Al Jazeera es Al Jazeera. Su misión es moldear la opinión pública. Sus propietarios son lo suficientemente listos para entender que a diferentes públicos les persuadirán diferentes mensajes.

El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, ha estado afanándose en encontrar una solución diplomática a la querella familiar en el Golfo. Mi sospecha es que acabará convenciendo a Qatar de que haga importantes concesiones, pero que cerrar Al Jazeera no será una de ellas.

En el conflicto multidimensional que estamos viviendo, la propaganda es un arma de tremenda importancia estratégica. Como dijo el líder de Al Qaeda, Aymán al Zawahiri: “Más de la mitad de esta guerra está teniendo lugar en el campo de batalla de los medios”. Lo llamativo es que tantos profesionales de los medios occidentales sigan sin entenderlo.

 

© Versión original (en inglés): Foundation for Defense of Democracies (FDD)
© Versión en español: Revista El Medio

 

 

 
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