Los israelíes aman España y conocen en carne propia lo que significa el sufrimiento causado por el terrorismo. Lamentablemente, el sentimiento no siempre es recíproco
Los métodos terroristas utilizados por los palestinos durante años contra los civiles israelíes es lo que hoy emplea el ISIS contra los europeos. Atropellamientos con furgoneta, apuñalamientos a mansalva y atentados suicidas en espacios públicos son un producto de exportación de Cisjordania y la Franja de Gaza al que los europeos todavía no se atreven a ponerle una etiqueta de origen.
El mismo día de los atentados en Barcelona en el que murieron 14 personas y cientos resultaron heridas, la ciudad de Tel Aviv se vistió de amarillo y rojo en solidaridad con las víctimas. Porque los israelíes aman España y conocen en carne propia lo que significa el sufrimiento causado por el terrorismo. Lamentablemente, el sentimiento no siempre es recíproco.
Durante décadas, importantes sectores de la opinión pública española y europea miraron para el otro lado o incluso racionalizaron los atentados contra civiles israelíes como expresiones de un supuesto «ciclo de violencia». Durante décadas, varios medios de comunicación evitaron utilizar la palabra «terrorista» cada vez que israelíes eran víctimas de un atentado. El vocablo «militante» para describir a los asesinos se ajustaba mejor a la narrativa imperante. Hoy nadie dudaría en decir que los atacantes de Barcelona y Cambrils son terroristas, y sería repugnante insinuar siquiera que el atropellamiento de hombres, mujeres y niños está justificado por tal o cual política de España o la Unión Europea. Esa es la doble moral que denunciamos, resultado de la exitosa propaganda antiisraelí.
En abril de este año, Leila Khaled, ex miembro de una organización terrorista palestina que secuestró aviones y cometió todo tipo de ataques contra civiles, fue invitada a disertar en una feria literaria auspiciada, entre otros, por el ayuntamiento de Barcelona. Las protestas de la comunidad judía española cayeron en oídos sordos. Khaled fue recibida con honores, hizo su alegre llamamiento a la lucha armada, y la ciudad fue partícipe en una repudiable banalización del terrorismo. Las mismas tácticas que Khaled glorificó fueron puestas en práctica la semana pasada para sembrar el terror en la ciudad que le dio tribuna. Me pregunto, ¿la invitarían nuevamente? ¿Cómo se vería hoy si pusieran letreros en las principales calles anunciando su presencia tal como lo hicieron en abril?
Israel ha estado en las trincheras de la lucha contra las distintas versiones del terrorismo sunita y chií desde su fundación, hace ya casi 70 años. Por fuerza de la experiencia acumulada, el Estado judío es el aliado que Europa necesita para que la amenaza de una proto Intifada no se vuelva realidad.
De hecho, los contactos entre las fuerzas de seguridad israelíes y las de la mayoría de los países de Europa se han incrementado en los últimos tres años, junto con el aumento de los ataques, y la cooperación se da en todos los niveles: desde funcionarios gubernamentales a agentes de patrulla. No obstante, mientras que esta colaboración se profundiza entre los responsables de la seguridad, falta mutua comprensión a nivel de la ciudadanía.
En honor a las víctimas inocentes en Barcelona, y para que el terrorismo no saque ventaja, es hora de abrir los ojos y que los pueblos democráticos se unan para enfrentar esta amenaza que nos afecta a todos.
El autor es director asistente para medios en español del AJC.
No solo España, toda Europa, sorda ciega y muda, y no me vengan con el cuento de que no tienen miedo.