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| miércoles noviembre 6, 2024

Israel, Siria y la Guerra contra el Terrorismo


En los meses posteriores al 11-S, George W. Bush advirtió a los estadounidenses  que se prepararan para un conflicto largo y tenebroso. El decimosexto aniversario de los atentados ofrece una prueba funesta de lo preclaro que fue el 43º presidente, al margen de los errores que cometiera en los años siguientes.

El mundo árabe sigue irradiando peligro e inestabilidad; extensas franjas de Oriente Medio y África están desgobernadas; nuevas bandas de islamistas salvajes han eclipsado a Al Qaeda; la guerra civil en Siria sigue encarnizada, y millones de personas desesperadas van de un lado a otro. Las victorias al alcance de Occidente son provisionales e incompletas en el mejor de los casos. Pero deberíamos seguir celebrándolas.

El bombardeo que al parecer llevó a cabo Israel la semana pasada en Siria es una de esas victorias. A primeras horas del martes, aviones israelíes atacaron una posición militar siria cerca de la localidad de Masyaf, en la provincia de Hama. Eso, según ha declarado el Ejército sirio, que ha informado asimismo de que dos de sus soldados murieron en el ataque.

¿Qué hacía Bashar Asad en Masyaf? El por lo general fiable Observatorio Sirio de los Derechos Humanos afirmó que el complejo atacado estaba relacionado con el Centro Sirio de Estudios e Investigaciones Científicas, que fabrica las armas químicas de Asad. Ya saben, las que se supone que no deberían existir tras el acuerdo que, con la mediación de Rusia, convenció al presidente Obama de retractarse de las líneas rojas que fijó en 2013. Las instalaciones de Masyaf también se habían utilizado para almacenar misiles tierra-tierra, y se había visto en ellas a personal iraní y de Hezbolá.

Las Fuerzas de Defensa de Israel guardan silencio, como es habitual. Pero el ministro israelí de Defensa, Avigdor Lieberman, dijo en una entrevista radiofónica tras el referido ataque aéreo: “Haremos todo lo posible para impedir la existencia de un corredor chií desde Irán hasta Damasco”. Y añadió: “Estamos decididos a impedir que nuestros enemigos perjudiquen o puedan siquiera tener la posibilidad de perjudicar la seguridad de los ciudadanos israelíes”.

El bombardeo de Masyaf siguió la pauta de otras intervenciones israelíes en la guerra siria, casi siempre con el objetivo de impedir la transferencia de armas estratégicas a Hezbolá, el peón terrorista de Irán en el Líbano. Hace una década, Israel bombardeó el reactor sirio de Alí Kibar, que casi seguro Asad estaba utilizando para desarrollar armas nucleares con asistencia norcoreana.

Sí, Jerusalén ha actuado en defensa de sus propios intereses en todos estos casos. Pero con ello también ha evitado que varias crisis regionales se agravaran y pasaran de terribles a verdaderamente catastróficas. Si quieren pasar una mala noche, que imagine a Bashar Asad con armas nucleares. O a Hezbolá con cohetes químicos.

Al actuar poderosa y decisivamente contra los malos, Israel salva vidas árabes y judías (y occidentales). He aquí un recordatorio de que, 16 años después del 11-S, Israel sigue siendo el aliado más fiable y eficaz en lo que antes llamábamos Guerra contra el Terrorismo.

© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio

 
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