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| lunes diciembre 23, 2024

ROSH HASHANÁ-HAAZINU-SHABAT TESHUVA


B»H

Una gran parte de la porción de la Torá Haazinu (Oigan) consiste en una «canción» de 70 líneas dicha por Moshe al pueblo de Israel en el último día de su vida.

Llamando al cielo y la tierra como testigos, Moshe exhorta al pueblo «Recuerda los días de antaño / Considera los años de muchas generaciones / Pregunta a tu padre, y él te relatará / A tus ancianos, y ellos te dirán» como Di-s «los encontró en una tierra desierta», los hizo un pueblo, los eligió para sí mismo y les legó una hermosa tierra. La canción también advierte sobre las dificultades de la abundancia: «Ieshurún engordó y pateó / Tu has engordado, grueso, anadeado / El olvidó al Di-s que lo hizo / Despreció la Roca de su salvación» — y las terribles calamidades que ocurrirían, que Moshe como Di-s «ocultando Su rostro». Sin embargo, hacia el final, él promete, Di-s será vengado por la sangre de sus sirvientes y se reconciliará con su pueblo y su tierra.

La parashá concluye con la instrucción de Di-s hacia Moshe de subir a la cima del Monte Nevó, desde donde observará la Tierra Prometida antes de morir ahí. «Tu verás la tierra frente a ti; pero no entrarás allí, a la tierra que Yo doy a los hijos de Israel»

 

SIN DISFRACES

Cuentan que un rey salio de cacería y se extravió en el bosque. Agotado llegó a la cabaña de un guardabosque que, sin saber de quien se trataba, le dio comida y le preparó un lecho para que descansara. A la mañana le indicó el camino hacia la ciudad.

De regreso en su palacio el rey decidió recompensar al guardabosque y lo nombró jefe de todos los guardabosques, llevándolo a vivir en palacio.

Pero como siempre ocurre, el hombre se vio envuelto en una intriga palaciega y fue condenado a muerte. El día de la ejecución pidió que le permitieran usar sus viejas ropas. El rey, al verlo, lo reconoció y conmutó la sentencia.

Eso es Rosh HaShaná. Nos quitamos nuestros disfraces de todo el año, nos presentamos ante el Rey de reyes tal cual somos y le decimos: “míranos, reconócenos, no somos ni José, ni Juana, sino Yosef, Jana, Tus hijos. Sabemos que hemos pecado, sabemos que nos hemos desviado, pero recuerda que te encontramos en el desierto y en Sinaí te reconocimos como nuestro Rey”. Y si nuestras palabras son sinceras, seguro que Di-s nos reconocerá y nos dará un año de paz, salud, parnasá y alegrías de nuestros hijos y nietos.

 

Shabat Shuba – Recuperando la esencia del alma

Por Eli Levy

Este shabat es conocido en el pueblo de Israel como Shabat Shuva, el shabat del retorno. Este shabat está en los Aseret Iemei Teshuvá, los diez días de arrepentimiento, que van de Rosh HaShaná a Iom Kipur.

¿Qué es la teshuvá?

Tradicionalmente se traduce como arrepentimiento y es la forma en que una persona que comete una falta puede resarcirla o enmendarla. Pero en realidad la teshuvá es algo mucho más profundo, es “retorno”. Es volver a la esencia de nuestro ser más puro, a la fuente del alma, donde el pecado y el error ni siquiera existen.

Hacer Teshuva es retornar a la fuente de todo, que es Di-s y es un camino infinito. Por eso, un tzadik, un justo, también puede volver en teshuvá aunque no haya pecado. Nadie puede decir que ya hizo teshuvá completa ya que siempre se puede seguir perfeccionando y avanzando.

Para entender esta idea, pensemos que los niños con la pureza de su alma cuando se pelean entre si al poco tiempo se perdonan y vuelven a jugar como si nada hubiera pasado. A diferencia del alma de los adultos, no esta obturada y opacada por el egoísmo, los temores y las ansiedades.

Cuando hacemos teshuvá, pedimos perdón y perdonamos, buscamos recuperar esa esencia pura de nuestra alma que está íntimamente conectada con la fuente divina.

En el día de Iom Kipur volvemos a ser como niños y nos transportamos a la esencia del alma y por eso tenemos la posibilidad de perdonar y obtener el perdón y así recuperar nuestra pureza espiritual.

¡Jatimá tová! ¡Shabat shalom!

(www.es.chabad.org)

 

¿Qué es el tiempo?

Por Yanki Tauber

Es el tiempo una línea, o un círculo o un espiral o un péndulo…¡¡¡Qué es!!!

¿Es el «tiempo» una línea, una progresión desde un «inicio» en donde la idea de un mundo se concibe y se lanza a un «final de los días» cumpliendo el propósito, con cada incremento en esa línea marcando un acercamiento a la culminación?

¿Es el «tiempo» un círculo, una variedad fija de eventos que se repiten con cada giro de la rueda? ¿O quizás una serie de círculos interconectados –ciclos de 7, de 24 y 365, de 30 y 12 y 19 y 1000– en los cuales cada evento de nuestras vidas está definido por el punto que ocupa en cada uno de los ciclos y la manera que éstos se relacionan?

¿Es el «tiempo» un espiral, en el cual siempre regresamos al mismo lugar, repitiendo los eventos de nuestras vidas y de la historia, pero cada vez desde un plano más elevado (o más profundo)?

¿Es el «tiempo» un péndulo oscilante, un perpetuo ir y venir, entrar y salir, esforzarnos y aquietarnos? ¿O quizás también se desvíe un poco mientras gira, dibujando líneas en la arena o círculos tangenciales? Quizá también deje caer una muesca con cada balanceo, mientras el contrapeso es empujado hacia arriba.

¿Es el «tiempo» un terreno, con caminos y mojones, montañas y valles, desiertos yermos y verdes prados, selvas peligrosas y jardines frutales? ¿O es un mar cuyas gotas son idénticas y sus diferencias sólo se ven con las variaciones de luz en la superficie y el reflejo de las formas en ellas?

¿Es el «tiempo» un organismo viviente cuyas distintas células, órganos y facultades actúan entre sí, cada uno cumpliendo su función individual e impartiendo su efecto en el todo?

«Tiempo» es todo esto. Y por esta razón ningún artista ha podido pintar con éxito su retrato. Cada uno de los seis párrafos anteriores puede esbozarse o diagramarse –pero ¿una sola ilustración puede incorporarlos todos?

De todas maneras nosotros vivimos el tiempo, lo experimentamos, sabemos lo que es. Nos damos cuenta de su progresión hacia delante, estamos familiarizados con sus repeticiones, latimos con su pulso, vagamos en su terreno y nos maravillamos del hermoso lienzo lleno de los colores y texturas de la vida.

Y cada Rosh HaShaná, nos paramos con reverencia mientras vemos como el tiempo nace nuevamente, poniendo en movimiento otra repetición del ciclo anual–así como introduce «una nueva y renovada luz que nunca había entrado todavía en el mundo». (www.es.chabad.org)

 

 

 
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