Si existe un “virtual ganador” en las últimas casi dos décadas en el Medio Oriente, ese sería el caso de la República Islámica de Irán. Han logrado aprovechar el río revuelto para ampliar su poder en la región desde los distintos frentes que se han abierto y, además, está logrando romper con los equilibrios de la región que hasta este momento se habían consolidado, pese a las posiciones encontradas que pueda haber al respecto.
El primer evento donde se puede hablar de este empoderamiento iraní en la zona aparece con la invasión estadounidense en Irak en el año 2003. No hay que ahondar mucho para comprender la descomposición que comprendió sacar del poder a Sadam Hussein y la expansión ideológica del régimen de los ayatolas en el gobierno de Bagdad; completa responsabilidad (e irresponsabilidad) del gobierno norteamericano de turno.
La siguiente circunstancia que ha logrado ubicar estratégicamente al gobierno de Teherán en la zona ha sido la guerra civil siria, en particular, la derrota de los grupos opositores y el dominio que hasta este momento posee el gobierno de Bashar Al Assad, significativamente sobre territorios elementales como Damasco, Homs, Tartus (donde hay una base rusa) y Latakia. Estás últimas dos con la particularidad que tienen salida al mar mediterráneo y las otras por su conexión directa con el Líbano, país en que se encuentra asentado el grupo paramilitar y político Hezbolá, que es patrocinado y dirigido desde Irán.
Lo anterior es elemental, porque además de la situación interna siria, la intromisión de los iraníes tan cerca de posiciones del Hezbolá podría ocasionar no solo que haya influencia más directa en las acciones del grupo islamista, sino que el fortalecimiento del aparato militar de la facción chiita sea remozado y al mismo tiempo, tener en cierto modo miembros del ejército iraní en la propia frontera con Israel que ocasionaría un aumento en las tensiones de la región.
Y ya que se menciona el caso particular de Israel, es necesario destacar que el Hamas que lidera la Franja de Gaza a través de su líder Yahya Sinwar, dejaba claro en agosto anterior que Irán es el máximo financista de su organización gobernante en el enclave costero, lo cual supone una amenaza no solo para los israelíes, sino también para un país como Egipto; Estado Axial en la región, quien podría tener en su propio “patio trasero”, la influencia del gobierno persa, con los dolores de cabeza que esto significa en el ejercicio del poder.
Es por este motivo, que el gobierno del Cairo ha intentado ser quien gestione el relanzamiento de las conversaciones de paz entre las facciones palestinas; divididas desde hace más de una década en dos gobiernos con sus propios intereses y agendas, y además plantear soluciones a la crisis humanitaria que el bloqueo que aplican tanto israelíes como egipcios sobre la Franja de Gaza le han causado a la población civil de la zona.
En esta reactivación del dialogo entre ambos liderazgos palestinos, se ha procurado también un cambio generacional de quienes llevan la batuta, previendo la eventual salida del presidente Abu Mazen por tema de su edad avanzada (80 años), por lo que, entre las opciones a esta herencia emerge la figura de Mohamed Dahlan (Abu Fadi), quien ha surgido de entre las opciones con amplio beneplácito de los países del Golfo.
Aunque no todo es positivo para Dahlan y, su presencia genera diferencias de criterio en ambos sectores de las dirigencias palestinas, aunque de igual modo, es evidente el interés que este tipo de conversaciones se dé en un marco controlado fuera de las manos del gobierno de Irán.
Otro ejemplo de este empoderamiento iraní se ve presente en otra región como lo es Yemen. Hay una influencia marcada del gobierno iraní sobre las facciones hutíes, lo que marca la posibilidad de controlar una de las rutas de salida a través del Golfo de Adén y a través del Mar Rojo, ruta comercial importante que conecta con el Canal de Suez y finalmente lleva al Mediterráneo como acceso vital.
Por otra parte, Irán ha logrado en el último tiempo mejorar sus relaciones con el gobierno de Ankara; el cual es en cierto modo un país con características de Estado Axial, y que además patrocina agrupaciones en regiones similares a las que lo hace el gobierno de Teherán, incluyendo a los palestinos de Gaza; zona importante para la estabilidad de Israel y Egipto.
Los ayatolas han aprovechado el distanciamiento que hay entre el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan y los países occidentales por diferencias en cuanto las acciones del gobierno turco que significaría una violación a la libertad de prensa y de expresión, así como también, bajo posiciones que parecen excusas como un supuesto “apoyo” de Occidente a los golpistas del régimen, o un apoyo solapado a los kurdos turcos, esto ha facilitado un distanciamiento hacia sus aliados históricos y un acercamiento no solo al gobierno de Teherán, sino además a la potencia mundial, Rusia.
Pero, además, el régimen iraní ha entablado una amistad con Qatar que desestabiliza en cierto modo la región, logrando una ruptura de las alianzas entre los países del Golfo y además, se teme que puedan aprovecharse de una de las plataformas informativas (y de propaganda) más poderosas del mundo; la cadena de televisión Al Jazeera, para manchar ante la opinión pública la situación en los diferentes países árabes, principalmente los de las zonas aledañas al emirato.
Sin duda, la inteligencia del régimen de los ayatolas ha significado un verdadero carrusel para el Medio Oriente. Han llevado a la práctica la máxima de “Divide y vencerás”, al punto que se hace difícil descifrar los próximos movimientos de un país que ha sabido aprovecharse de la intromisión de países ajenos a la región para llenar los vacíos de poder que finalmente van quedando en zonas donde además hay una influencia natural porque logran una cohesión de los clanes y grupos chiitas, especialmente con los sectarios.
El gran reto que tienen los países como Arabia Saudita y aliados es poder contrarrestar este empoderamiento iraní antes que se enquisten sobre zonas de dominio central, especialmente por el apoyo que reciben de potencias hegemónicas como es el caso de Rusia, quien actúa con muchísima complicidad ante la expansión de la influencia iraní en la zona, algo que, para los intereses del gobierno en el Kremlin es de esencial interés geoestratégico.
Finalmente, es interesante que la estrategia de la República Islámica de Irán tiene además una carta adicional, que se está comenzando a analizar desde ciertas esferas de la política mundial. Esto es su relación e intromisión en los asuntos internos de algunos países de Latinoamérica, visto por estos como un grupo que lucha contra el “Imperialismo” y el colonialismo, por lo que han podido ampliar su zona de influencia y alianzas en naciones como Venezuela, Cuba y Nicaragua; razón por la que no es de extrañar tampoco los movimientos políticos que por su parte hace el gobierno israelí en las últimas semanas, porque en estos años no todo es lo que ocurre solamente en Medio Oriente, sino que las alianzas son estratégicas para tener frentes de acción y de empoderamiento más amplios en la generación de las guerras no convencionales, las nuevas tecnologías de la comunicación y las diplomacias de choque.
De ahí también marcaría una de las metas de la visita del Premier Netanyahu a las Repúblicas de Argentina, Colombia y México (además obvio de su visita al Presidente Trump), o las menciones en otra oportunidad cuando se refería a la conformación de un Estado Palestino más parecido a Costa Rica que a Irán; haciendo una clara alusión a que por el bien de la región lo mejor es que ese Estado palestino sea más cercano a una visión occidental que a lo que actualmente se enfrentan con Irán ampliando su radio de poder.
* Bryan Acuña Obando (Analista Internacional)
Basuras fundamentalistas!!1