Una de las medidas más inteligentes de Benjamín Netayanhu, el primer ministro de Israel y líder del partido Likud, ha sido visitar tres de los países clave de América Latina: Argentina, Colombia y México.
En los tres las comunidades judías son considerables, y muy especialmente en la Argentina, hoy presidida por Mauricio Macri, donde radica el mayor grupo de esa etnia o religión en América Latina. Hogar –por cierto– de Marcos Aguinis, judío y uno de los mejores novelistas de lengua española.
Luego viajó a Colombia, gobernada por Juan Manuel Santos, la tierra de Jorge Isaacs, autor de María, la más importante novela romántica de la región, publicada en 1867. El padre de Isaacs era de origen judío, aunque la familia se cristianizó.
Por último, visitó el México de Enrique Peña Nieto, donde nació y vive Enrique Krauze, el gran historiador y ensayista, también judío, fundador de la revista Letras Libres.
Menciono esos tres casos, muy destacados, porque algunas personas tienden a asociar a los judíos solo a actividades lucrativas –lo que no es nada criticable–, pero se olvidan del aporte considerable de los judíos a las artes y las humanidades.
Israel, en fin, necesita aliados políticos, y América Latina puede ser una fuente de apoyo. Los latinoamericanos, en cambio, necesitamos inversiones israelíes, y el conocimiento técnico y científico de esa pequeña nación con algo más de siete millones de habitantes.
Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, Israel registró 1.698 patentes internacionales en 2015. Toda América Latina, incluido el Caribe, más de 600 millones de personas, apenas 836.
Pero acaso tan importante como el clima innovador que se respira en Israel es el hecho de que se trata de la nación del mundo que más empresas exitosas genera: una por cada 1.844 habitantes.
Hay que aprender cómo lo hacen y por qué las empresas pequeñas y medianas tienen una clara vocación internacional. Crean para el mundo, no sólo para el pequeño mercado israelí.
Ojalá que estas relaciones sean el comienzo de una intensa colaboración. Israel lo necesita. América Latina también.
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