Durante cuarenta años, mientras nuestros antepasados atravesaban el desierto de Sinaí antes de entrar a la tierra santa, milagrosas «nubes de la gloria» los rodeaban y cubrían, protegiéndolos de los peligros y malestares del desierto. Desde entonces, recordamos la amabilidad de Di-s y reafirmamos nuestra confianza en su providencia morando en una suca–una choza de construcción temporal cubierta con un techo de ramas—durante el festival de Sucot (Tishrei 15-21). Por siete días y noches, comemos todas nuestras comidas en la suca y actuamos como si ella fuera nuestro hogar.
Otra observancia de Sucot es la de tomar las Cuatro especies: etrog (cidra), lulav (palmera), tres hadasim (ramitas de mirto) y dos aravot (ramitas de sauce). En cada día de la festividad (excepto Shabat), tomamos las cuatro especies, recitamos una bendición sobre ellas, las unimos en nuestras manos y las agitamos en seis direcciones: derecha, izquierda, adelante, atrás, hacia arriba y hacia abajo. El Midrash nos dice que las cuatro especies representan a los varios tipos y personalidades del pueblo judío, lo que acentúa la unidad que remarcamos en Sucot.
Sucot también se llama La Época de nuestra alegría; de hecho, una alegría especial impregna la festividad. Cada noche Celebraciones de las extracciones de Agua, evocando las noches de alegría en el templo santo con motivo de las extracciones de agua para ser usadas en el servicio del festival, llenan las sinagogas y las calles de canciones, música y bailes hasta las tempranas horas de la mañana.
El séptimo día de Sucot se llama Hoshana Raba («Gran salvación») y cierra el período del juicio divino comenzado por Rosh Hashaná.
UNION VERDADERA
El Etrog (cítrico) tiene sabor y aroma y simboliza al judío que tiene estudios de Torá y buenos actos; el Hadas (mirto) tiene aroma pero no sabor y representa al judío que tiene estudios de Torá pero no tiene buenos actos; el Lulav (rama de palmera datilera) tiene sabor pero no tiene aroma y representa al judío que tiene buenos actos pero carece de estudios de Torá y la Aravá (sauce) que no tiene sabor ni aroma representa al judío que no tiene estudios de Torá ni buenos actos.
Sin embargo si una de estas especies falta no se puede realizar la bendición.
Y este es el mensaje de Sucot. Los judíos, si están unidos, sin importar su nivel de conocimientos o de conducta, pueden ser bendecidos.
Que este año, a través de la unión verdadera seamos bendecidos con salud, parnasá, paz y la suprema bendició de la Redención completa de la mano de nuestro Justo Mesías.
¡JAG SAMEAJ!
Sintiéndose en Casa
La mitzvá de sucá no es independiente; influencia nuestra conducta todo el año siguiente
La Torá ordena, «Durante siete días, moraréis en Sucot.» Al definir esta mitzvá, nuestros Sabios manifiestan, «Debéis vivir [en la sucá] igual que vivís [en vuestra casa].» Durante los siete días de la festividad, todas las rutinas diarias de nuestra vida deben ser realizadas en la sucá. Como nuestros Sabios explican: «Durante estos siete días, uno debe considerar la sucá como su morada permanente, y su hogar como una temporal…. Una persona debe comer, beber, descansar… y estudiar en la sucá.»
Nuestros Sabios indican que «las mitzvot fueron dadas con el único propósito de refinar los seres creados»: al observar una mitzvá una persona se eleva a sí mismo y a su ambiente circundante. La mayoría de las mitzvot se concentran únicamente en aspectos limitados de nuestro ser y en dimensiones limitadas de nuestro ambiente.
Al ponerse los tefilín uno eleva su cabeza, su corazón, y su brazo, así como los artefactos de cuero mismos involucrados. En contraste, cuando una persona vive en una sucá, todo su cuerpo está rodeado por la mitzvá: hasta los aspectos más mundanos de su vida se convierten en medios de conexión con Di-s.
El mensaje de la mitzvá de sucá no es independiente; influencia nuestra conducta todo el año siguiente. La Torá nos dice «conócele en todas tus actividades «; y nuestros Sabios comentan, «Éste es un versículo del que dependen todos los fundamentos de la Torá.» Ya que la Divinidad está presente no meramente en la sinagoga o en la casa de estudio, sino en toda dimensión de nuestras vidas. Este concepto es tangible en la mitzvá de morar en la sucá.
Infusión de espiritualidad en nuestro mundo material
Cuando uno cumple una mitzvá con objetos materiales, se establece una conexión entre ellos y la espiritualidad de la mitzvá. A partir de ese momento, son conocidos como tashmishei mitzvá («objetos usados para una mitzvá»). Ya que su conexión con la espiritualidad persiste, un objeto que ha sido utilizado para cumplir una mitzvá no debe ser usado luego para algo vulgar.
Hay una conexión aún más profunda entre los materiales de construcción usados para la sucá y las influencias espirituales asociadas con ella. Así nuestros Sabios dicen: «Al igual que los sacrificios son consagrados por amor al cielo,… así también, la sucá se consagra por amor al cielo.»
La sucá representa una fusión más profunda entre lo material y lo espiritual que la que es lograda mediante el cumplimiento de muchas otras mitzvot. En la mayoría de los casos, la conexión entre el objeto material y el efecto espiritual establecida a través de la observancia de una mitzvá no penetra en su totalidad la entidad material.
Por lo tanto, aunque debemos tratarlos con respeto, estos objetos no son considerados sagrados: no están totalmente unidos con la espiritualidad. La consagración implica que la entidad física se baña de santidad, y este vínculo más profundo es logrado a través de la mitzvá de morar en la sucá.
Nuestros Sabios asocian la mitzvá de sucá con unidad, como puede verse en la frase, «Tu sucá de paz,» y en la manifestación de nuestros Sabios de que «Todo Israel puede morar en una sucá.»
¿Por qué se asocia la sucá con paz y unidad? El pensamiento jasídico explica que el cumplimiento de la mitzvá de sucá arroja a este mundo una luz espiritual trascendente cuya revelación borra todas las diferencias entre los hombres y establece una igualdad fundamental entre ellos. Nuestro mundo se caracteriza por la diferenciación.
La mitzvá de sucá apunta a cubrir el mundo en un estado Divino de unidad que es, esencialmente, poco característico de este mundo.
Por otro lado, la unidad establecida por esta mitzvá resuelve las diferencias que existen entre la espiritualidad y la existencia material. Desde la perspectiva del mundo, las dos parecen ser opuestas. Desde la perspectiva de D-os, sin embargo, tanto lo material como lo espiritual son expresiones de Sí Mismo y pueden fusionarse armoniosamente.
Nuestros Sabios explican que al morar en la sucá merecemos la reconstrucción del Beit HaMikdash, como se implica en el verso, «Y Su sucá estará en Jerusalén.» La fusión última entre lo material y lo espiritual tendrá lugar en la Era de la Redención y en particular, en el Beit HaMikdash, donde la Presencia Divina será abiertamente revelada. Que esto tenga lugar en el futuro inmediato. (www.es.chabad.org)
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