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| martes diciembre 24, 2024

NOAJ 5778


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Di-s ordena a Noaj, la única persona justa en un mundo consumido por la violencia y la corrupción, construir una teivá («arca»), recubierta de brea en su interior y exterior. Un gran diluvio, dice Di-s, eliminará toda vida de la faz de la tierra; pero el arca flotará en el agua, resguardando a Noaj y a su familia, junto a dos miembros (macho y hembra) de cada especie animal.

La lluvia cae por 40 días y noches, y las aguas fluyen por 150 días más antes de comenzar a retroceder. El arca se posa sobre el Monte Ararat, y desde su ventana, Noaj envía un cuervo, y luego una serie de palomas, «para ver si las aguas se fueron de la faz de la tierra». Cuando la tierra se secó completamente, exactamente tras un año solar (365 días) luego del comienzo del Diluvio, Di-s manda a Noaj  salir de la teivá y repoblar la tierra.

Noaj construye un altar y ofrece sacrificios a Di-s. Di-s jura nunca más destruir toda la humanidad por causa de sus acciones, y establece al arco iris como testimonio de Su nuevo pacto con el hombre. Di-s instruye a Noaj sobre la santidad de la vida; el asesinato es un crimen de pena capital, y, si bien el hombre tiene permitido comer carne de animales, tiene prohibido comer carne o beber sangre tomadas de un animal vivo.

Noaj planta un viñedo y se embriaga con su producto. Dos de sus hijos, Shem y Iafet, son bendecidos por cubrir la desnudez de su padre, mientras que su tercer hijo, Jam, es maldecido por sacar ventaja de su desgracia.

Los descendientes de Noaj quedan como un solo pueblo, con un lenguaje y una cultura comunes por diez generaciones. Luego desafían a su Creador al construir una gran torre que simboliza su invencibilidad; Di-s confunde su lenguaje de manera que «uno no comprende la lengua del otro», causando que abandonen su proyecto y se dispersen por la tierra, separándose en setenta naciones.

La sección de Noaj concluye con la cronología de las diez generaciones desde Noaj hasta Avram (luego Avraham), y sus viajes desde su lugar de nacimiento en Ur Casdím a Jarán, en camino hacia la Tierra de Canaan

 

SEGÚN LAS CIRCUNSTANCIAS

9 Éstas son las crónicas de Nóaj: Nóaj era un hombre justo, perfecto en su generación. Nóaj caminaba con Dios.

Hay Sabios que dicen que si Noaj hubiera vivido en una generación de justos, él habría sido más justo aun. Y hay otros que dicen que si hubiera vivido en una generación de justos, el habría sido un hombre común.

Aunque no lo parezca, ambas opiniones expresan lo mismo, porque ambas se refieren a dos circunstancias de un mismo individuo y como debe verse ante el mundo que lo rodea.

 

El Sobreviviente

Por Yossy Goldman

Todos hacen chistes acerca de Noé y su Arca. Luego está el de Noé siendo el primer manipulador de la bolsa en la historia — ¡el puso a flote una compañía mientras todo el mundo estaba siendo hundido!

El Rebe veía a Noé mucho más seriamente. Noé era un sobreviviente.

Noé fué salvado del destructivo diluvio que se tragó al mundo y su mayor contribución es que se propuso reconstruir ese mundo. No leemos que se sentó a llorar, retorciéndose las manos con desesperación, aunque estoy seguro que tuvo sus momentos. El hecho crítico que la Biblia registra es que luego que Noé emergió de su refugio flotante, él empezó la tarea de reconstruir, a partir de cero, un mundo hecho añicos. Puso manos a la obra y lenta pero seguramente, la sociedad fue generada nuevamente.

Hace sólo una generación una gran inundación barrió nuestro mundo. El plan de los Nazis era para la Solución Final. Cada judío en la tierra estaba destinado a ser aniquilado y los Nazis ya estaban planeando su Museo de la Extinta Raza judía. Ningún judío debía sobrevivir. Así, aún todos nosotros, nacidos después de la guerra, somos sobrevivientes también. Incluso un niño Judío nacido ésta mañana, es un sobreviviente — ya que de acuerdo con el plan de Hitler, que trágicamente casi resultó exitoso, el o ella no estaba destinado a vivir.

Esto quiere decir que cada uno de nosotros, como Noé, tiene el deber moral de reconstruir el mundo judío.

Cuando yo estaba creciendo en Brooklyn, rezaba en un pequeño shul en Crown Heights donde uno de cada dos hombres en el minián (quorum para rezar), llevaba un número tatuado en su brazo. Eran presos de un campo de concentración y los alemanes les habían tatuado esos números en sus brazos. Tristemente, hoy, las filas de esos hombres han mermado mucho. Cada vez que uno de ellos levantaba su manga para ponerse los tefilín, el número nos era revelado. Ellos no parecían notarlo demasiado, como si no fuera algo especial, pero para mí eran héroes. No sólo por haber sobrevivido el infierno de Auschwitz o Dachau sino por mantener intacta su fe, por seguir viniendo al shul, rezarle a Di-s y ponerse Sus Tefilín.

Hoy en día como soy mayor y más sensible a los sentimientos de padres e hijos, de familia y amigos esos hombres han subido aún más en mi estima. Se han convertido en super héroes. Después de todo lo que pasaron, fueron capaces de vivir otra vez vidas normales, de casarse o volver a casarse, traer niños a éste mundo, seguir con la vida, negocios, relaciones, son logros como para volverse loco.

Mi propio padre no estuvo en los campos pero es el único sobreviviente de toda su familia de Polonia. Hace unos años, grabó su historia y recientemente fué publicada en forma de libro — Desde Shedlitz a la seguridad: viaje de supervivencia de un jóven Judío. Nosotros, sus hijos, nunca habíamos sabido ni la mitad de lo que le había pasado. Cuando me lo imagino como un refugiado adolescente en Shanghai, China, descubriendo que su familia entera había sido eliminada y que estaba completamente sólo en el mundo, me erizo. ¿Cómo pudo seguir adelante? ¿Cómo conservó la cordura? ¿Cómo conservó su fe? Gracias a Di-s que lo hizo y que inició una familia otra vez, de otra manera yo no estaría aquí para escribir estas líneas. Mi propio padre se ha vuelto un super héroe para mí.

El Rebe dice, que todos tenemos esa misma responsabilidad–porque todos somos sobrevivientes. ¿Quién traerá al mundo niños judíos sino tú? ¿Quién si no tú estudiará la Torá? ¿Quién cuidará del Shabat? ¿Quién mantendrá a flote la escuela judía? ¿Quién reconstruirá el mundo judío sino tú y yo y cada uno de nosotros?

En las pequeñas comunidades de Sud África, donde tengo mi hogar, hay todavía pequeños grupos de judíos dedicados, que se reunen en el hogar de alguno de ellos para tener un minían, o para servir como chevra kadisha para enterrar, a los judíos fallecidos, de acuerdo a nuestra tradición. Estos no son rabinos, cantores o maestros de jeder. Son gente común. En la gran ciudad seguramente no estarían tan involucrados, pero en su pequeño pueblo saben que si ellos no lo hacen nadie lo hará

Necesitamos esa misma convicción dondequiera que estemos.

Demos gracias a Di-s por Su misericordia, porque nuestro mundo está, en gran parte, siendo reconstruido. Milagrosamente, los grandes centros de enseñanza Judía florecen hoy una vez más. Pero demasiados de nuestros hermanos y hermanas están todavía fuera del círculo. Cada uno de nosotros necesita participar. Todos somos Noés. Permitan que reconstruyamos nuestro mundo. (www.es.chabad.org)

 
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