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| domingo noviembre 17, 2024

Cuando ya no esté Abbas


El pasado día 12 Hamás y Al Fatah firmaron un acuerdo de reconciliación. No es el primero que suscriben desde la guerra fratricida que libraron en el verano de 2007 en Gaza, y que dejó más de 200 muertos. Puede que tampoco sea el último. Sin embargo, parece más estable que los precedentes y está empezando a funcionar. No es de extrañar: la presión de actores internos y externos a la sociedad palestina ha sido intensa.

Por un lado, Egipto y la propia Autoridad Nacional Palestina (ANP) bloquearon la llegada de ciertos recursos indispensables a Gaza, sobre todo el último año; esta asfixia ha propiciado que el nuevo primer ministro de Gaza, Yahia Sinwar, haya sido proclive a sentarse con Al Fatah para sellar un compromiso. Por otro lado, ha desempeñado un papel principal el elefante en la habitación del que nadie quiere hablar en Ramala: la sucesión de Mahmud Abbas. Al Fatah, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y la propia ANP son tres entidades muy relacionadas pero distintas que están bajo el mando de un mismo hombre, Abbas, que no tiene un heredero claro. Estas tres entidades están institucionalmente carcomidas, al decir de Robert Danin, del Council on Foreign Relations, y, sin una transición pactada, el día en que el octogenario Abbas muera o se retire de la primera línea es harto probable que se suman en el caos o que caigan en manos de Hamás, o ambas cosas. Así pues, la unidad palestina es necesaria para que no se produzcan enfrentamientos entre facciones o el colapso total de las instituciones.

El debate de la sucesión de Abbas lleva en el candelero desde 2015 y no tiene visos de cerrarse de inmediato. El día después es incierto, y es de suponer que los palestinos estén preparándose para ese momento, que des luego no será fácil.

En primer lugar, ni siquiera el propio Abbas parece haber pensado en un sustituto que lidere la ANP, la OLP y Al Fatah. Al amparo de la Ley Básica palestina, si Abbas falleciera repentinamente tendría que sustituirle al frente de la ANP el presidente del Consejo Legislativo Palestino –un parlamento que lleva siete años sin reunirse–, Aziz Duwaik, miembro de Hamás. Por otro lado, el Comité Ejecutivo de la OLP es elegido por el Consejo Nacional Palestino, organismo que no ha celebrado reuniones desde los años 90. En lo referente a Al Fatah, donde parece que es más fácil la designación de un nuevo líder, el asunto también está bloqueado: en noviembre de 2016 Abbas convocó al Consejo Central, pero no para plantear posibles sucesores, sino para evitar que determinadas personas se postularan, empezando por Mohamed Dahlán, histórico enemigo del rais, el líder mejor visto por los israelíes y de cuyas motivaciones y aspiraciones ya dimos cuenta.

En segundo lugar, pese a que los palestinos desean la reconciliación entre las dos organizaciones hegemónicas en su sociedad, también demandan un relevo generacional. Hamás le ha tomado la delantera a Al Fatah y ha sustituido a Jaled Meshal por Ismaíl Haniyeh, antiguo primer ministro de Gaza. Haniyeh es conocido por la población gazatí y no ha estado predicando desde Siria y Qatar como Meshal. Los palestinos de Cisjordania, en cambio, siguen viendo a la jerarquía que gobierna desde Ramala como una generación de un tiempo pasado, la generación de 1948, la de la Nakba. Estos líderes, que regresaron con Arafat en 1994 tras los Acuerdos de Oslo, son hoy miembros de una aristocracia alejada de las inquietudes de la población. La OLP necesita nuevos líderes, personas que hayan estado siempre en los territorios y que conozcan y se preocupen por las necesidades de la gente.

En este sentido, entre los posibles aspirantes a liderar las tres organizaciones, Yibril Rayub, presidente de la Asociación de Fútbol Palestina, tendría un amplio apoyo popular, a diferencia de Saeb Erekat, histórico negociador palestino y actual secretario general de la OLP. Sin ningún género de dudas, los que creemos que la solución de los dos Estados y la consiguiente paz pasan por la construcción de instituciones palestinas sólidas elegiríamos a nuestro hombre en Ramala, el otrora primer ministro palestino Salam Fayad, quien fue decapitado en pro de una reconciliación previa con Hamás que no fructificó. No obstante, mucho me temo que la opción Fayad, la más beneficiosa para la paz con Israel y sobre todo para los palestinos, es remota.

En tercer lugar, puede que sea hora de cambiar el enfoque centralista y autoritario de esas entidades. La solución posible, de acuerdo con Elior Levy, corresponsal para asuntos palestinos del Yediot Aharonot, es designar a un líder distinto para Al Fatah, la OLP y la ANP y terminar con la tradición de Arafat de acaparar todo el poder. Menahem Klein, politólogo de la Universidad Bar Ilán y asesor de Ehud Barak durante las negociaciones de Camp David II, sostiene que la mejor solución son unas elecciones. La última vez que votaron los palestinos fue en 2006.

Esta crisis de liderazgo supone también una crisis del nacionalismo palestino en su conjunto. Husein Agha y Ahmad Samih Jalidi, que han estado implicados en las negociaciones entre israelíes y palestinos durante más de 30 años, afirmaron en un significativo artículo, titulado ”El final de este camino: el declive del movimiento nacional palestino” y publicado el pasado agosto en el New Yorker, que el único líder nacional con autoridad suficiente para firmar un acuerdo de paz con Israel es Mahmud Abbas, y que el nacionalismo palestino clásico, representado por la OLP y Al Fatah, está llegando a su fin. Agha y Jalidi advierten además de que sin “lucha armada” el movimiento nacional palestino adolece de una ideología clara, de un discurso específico y de un carácter o experiencia distintivos.

Nadie sabe qué pasará el día después de Abbas.

Según apuntaba Ben Caspit en septiembre en Al Monitor, Israel, con todos sus recursos, tampoco tiene pistas definitivas sobre quién será el próximo rais palestino.

Una de las grandes tragedias del pueblo palestino es la pésima categoría de su líderes. Cuando Abbas, por decisión personal o por causas naturales, no esté, podría ser el momento para que un nuevo liderazgo, libre de corrupción, fanatismo y prejuicios, lidere al pueblo palestino. Tristemente, todo apunta a que serán líderes como el mencionado Sinwar, que ha dicho que Hamás nunca abandonará la lucha total contra Israel, los que sigan llevando a su pueblo a callejones sin salida.

 
Comentarios

Todo va seguir igual los terroristas palestinos necesitan una guerra mortifera para acabarlos.

Pareciera que ABBAS tiene cuerda para rato, esta rejuvenecido, sera porque trabaja mucho??????????????

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