Traducido para PorIsrael.org por Yetty Blum
Entre las innumerables acusaciones sobre Donald Trump que no han cesado durante más de un año, la más innoble y la más abyecta no ha sido la que habla de su «colusión» (pacto ilícito) con Rusia. Dentro de unos meses, nada quedará de esta acusación, que solo sobrevivirá gracias al odioso trabajo de desinformación de los grandes medios occidentales y al espíritu viciado de los múltiples actores de una izquierda estadounidense sin escrúpulos.
El más infame ni siquiera es el que presenta a Donald Trump con inclinaciones que lo llevan a la complacencia con el fascismo o el racismo, a pesar que esta acusación es particularmente repugnante. No, el más innoble y abyecto para mí es el que lo acusa de inclinaciones antisemitas.
Arriesgarse a considerar antisemita al primer presidente de los Estados Unidos que tiene una familia judía implica un grado particularmente alto de abyección. Atreverse a tratar de antisemita a un presidente cuya gran parte de sus principales asesores y miembros del gabinete son judíos y cuyo principal escritor de discursos (Stephen Miller) también es judío, implica agregar mucho a la ignominia. Hay que atreverse a llamar antisemita al primer presidente en ejercicio de los Estados Unidos que visita el Kotel [el Muro Occidental], el primer presidente desde los Acuerdos de Oslo que no apoyó la «solución de los dos Estados» y afirmó un apoyo casi incondicional para Israel, es alcanzar la cumbre de la infamia.
Así como la «colusión» imaginaria de Donald Trump con Rusia aparece cada vez más claramente como una cortina de humo destinada a ocultar la verdadera colusión con Rusia: aquella por la cual Hillary Clinton y Barack Obama han vendido el veinte por ciento del uranio de EE. UU. a Rusia a cambio del pago de ciento cuarenta y cinco millones de dólares a la Fundación Clinton y el uso de documentos falsos del servicio secreto ruso (comprados en doce millones de dólares a través de una empresa dudosa llamado Fusion GPS) por la campaña de Hillary Clinton con el fin de dañar a Donald Trump durante la campaña electoral de 2016.
El uranio no tiene olor.
A lo que deberíamos agregar el uso por parte de la Administración Obama de los mismos documentos falsos para hacer abrir una investigación sobre el séquito de Donald Trump por parte del FBI durante el último año de la presidencia de Obama.
Igual que las acusaciones infundadas de complacencia de Donald Trump con el fascismo o el racismo se utilizan para ocultar o exculpar el fascismo y el racismo de la izquierda estadounidense, que durante meses ha estado apoyando movimientos fascistas como Antifa, responsable de una gran cantidad de asaltos e incendios, y movimientos racistas como Black Lives Matter, (las vidas de los negros importan), las acusaciones de antisemitismo contra Donald Trump parecen destinadas a ocultar el verdadero antisemitismo que llena la atmósfera en los Estados Unidos, antisemitismo islámico-izquierdista.
El Partido Demócrata se ha convertido en un partido muy «propalestino», y ahora regularmente se hace cargo de la propaganda acusando a los judíos israelíes de múltiples crímenes, lo que a su vez lleva a la intimidación de judíos «visibles» en las grandes ciudades americanas.
Una de las principales organizaciones de la llamada lucha contra el antisemitismo en los Estados Unidos, la Liga Antidifamación, utiliza la misma propaganda que el Partido Demócrata, protegiendo el avance del islamismo en el país en nombre de la lucha contra la «islamofobia», y atreviéndose a hablar del resurgimiento de los actos antisemitas en los Estados Unidos desde la elección de Donald Trump, atribuyéndolo a Donald Trump.
Muchos campus universitarios usan propaganda idéntica y celebran conferencias que mezclan despreocupadamente el odio «antisionista» y el odio antisemita.
Que los judíos estadounidenses, en este contexto, y en su mayor parte, sigan apoyando a los enemigos de Donald Trump es angustiante.
La única buena noticia que se puede extraer de todo esto es que la izquierda estadounidense ahora llega tan lejos en la mentira, la excitación y la incitación a la violencia, que solo puede asustar a la franja moderada de sus posibles votantes, que debería ser suficiente para eliminarla del poder en los años futuros.
Sin embargo, no hay que jurar nada. Mentir puede tener impacto en mentes débiles y cerebros maleables. La compra de votos mediante cheques de asistencia social puede resultar efectiva.
En todo caso, si la izquierda estadounidense volviera al poder, sería de temer lo peor. Lo aseguro y lo firmo.
Noticias de Metula
© Metula News Agency
https://www.michelledastier.com/qui-est-antisemite-aux-etats-unis-aujourdhui-par-guy-milliere/
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