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| jueves noviembre 14, 2024

La improbable retirada rusa de Siria


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La intervención de Moscú en la guerra civil de Siria mejoró la reputación del ejército ruso, le proporcionó un entrenamiento valioso y mejoró la influencia política de Moscú tanto en la zona del conflicto como en el Medio Oriente en general. Dicho esto, Siria amenaza con convertirse en un atolladero para Rusia y Moscú busca desesperadamente una salida. Esto será difícil de lograr ya que Rusia enfrenta considerables restricciones geopolíticas.

Tras los recientes éxitos de las fuerzas militares rusas en Siria, existen renovados indicios que Moscú está buscando algún tipo de salida estrategica. Ya en el 2016 hubo informes que el Kremlin planeaba retirar sus fuerzas de Siria, pero los líderes rusos insinúan ahora abiertamente el cierre de sus operaciones de combate en la zona.

Una de las últimas señales que el Kremlin se encuentra explorando posibles estrategias de salida se produjo durante una reciente reunión bilateral entre funcionarios rusos e israelíes. El 10 de octubre, importantes medios de comunicación rusos anunciaron que el futuro de la participación rusa en Siria había sido debatido en una reunión en Tel Aviv durante la cual el Ministro de Defensa ruso Sergei Shoigu, le dijo a su homólogo israelí Avigdor Lieberman, que las operaciones rusas en Siria se acercaban a su fin.

En otra indicación de las intenciones de Moscú, el Secretario de Prensa de la presidencia rusa Dmitry Peskov, señaló recientemente los éxitos militares rusos en Siria y los describió como “el comienzo del fin” de la guerra en Siria.

Estas declaraciones pueden, de hecho, ser un resultado directo de esos éxitos rusos, que incluyen la liberación de Deir ez-Zor y las aldeas cercanas, así como también la mayor victoria a comienzos de este año cuando Damasco restauró su autoridad sobre Alepo.

De hecho, desde el comienzo de su intervención, Moscú ha tenido éxito en gran medida en estabilizar el campo de batalla sirio proporcionándole a las fuerzas leales con apoyo militar concreto, restaurando de esta manera su ventaja militar. Además, la entrada de Moscú en el conflicto no solo aseguró la infraestructura militar rusa existente en el Mediterráneo, sino que también permitió su expansión. No menos importante, los éxitos militares de Rusia en el escenario sirio han aumentado su peso geopolítico, convirtiendo a Moscú en un actor importante en el conflicto. Además, la participación de Rusia en la guerra ha reducido la oportunidad para que los yihadistas en Siria e Irak aumenten sus propias operaciones en la mayor parte del espacio post-soviético y en el propio territorio Ruso.

Además, Moscú ha logrado varios de sus objetivos, también existen razones estratégicas para que Rusia abandone el campo de batalla sirio. Por ejemplo, las relaciones del Kremlin con importantes partidarios de los rebeldes sirios tales como Turquía y el Consejo de Cooperación del Golfo se vieron sacudidas por la intervención. Desde el punto de vista ruso, restablecer esas relaciones sería una acción inteligente de política exterior por el bien de la economía del país. Las relaciones con Turquía se están desarrollando rápidamente y muchos creen que esto pudiera ser a costa de las posturas de Rusia en Siria.

Más allá de eso, también existe una razón puramente psicológica por el deseo ruso de retirarse: el apoyo al régimen de Assad le ha costado al gobierno ruso un gran número de bajas militares, cuya cifra ha aumentado de manera constante en los últimos meses.

En relación a ese tema se encuentra el temor por parte de los rusos de quedarse estancado en Siria durante un largo período de tiempo, lo que aumentaría la probabilidad de más bajas. Los rusos todavía están obsesionados por la desgracia soviética ocurrida en Afganistán en la década de los 80. Muchos creen que ha llegado el momento de retirarse de Siria, ya que Moscú ha triunfado militarmente en muchos frentes.

Pero existen serias limitaciones que perjudicarán la capacidad de Rusia para liberarse con éxito del conflicto sirio. Primero, Moscú necesita una resolución política negociada al conflicto que lo deje lo suficientemente fuerte como para salvaguardar su influencia militar y política. Esto es poco probable que suceda en este momento, ya que tal proceso requeriría la participación de las fuerzas rebeldes y sus aliados, tales como Turquía. En segundo lugar, Rusia teme que su principal aliado, Irán, pueda aprovechar esta oportunidad estratégica y aumente su influencia en Siria luego de una retirada rusa.

Más allá de eso, también existe una verdadera posibilidad que una retirada rusa se parezca mucho a lo que sucedió en el 2016 cuando el Presidente Vladimir Putin ordenó la retirada inmediata del grueso de sus fuerzas de Siria luego de cinco meses y medio de ataques aéreos. Sin embargo, debería recordarse que en ese momento, los rusos utilizaron la retirada como una oportunidad para reagrupar sus fuerzas en Siria mientras continuaban sus operaciones junto a los leales sirios y los aliados iraníes.

En cuanto a la posible retirada de Siria desde una perspectiva más amplia, Moscú entró en la guerra con otro objetivo estratégico: ganar impulso en el campo de batalla sirio que, a su vez, alentaría a Occidente a ser más receptivo a los intereses rusos en otros conflictos.

Uno de esos conflictos es Ucrania. Las intenciones del Kremlin parecen ser claras: la influencia política en Siria influirá en la posición negociadora de Occidente en Ucrania, que sigue siendo el escenario más crucial para Rusia en la masa continental de Eurasia. Hasta el momento, Occidente ha bloqueado con éxito estas iniciativas rusas y su determinación de seguir haciéndolo se confirma con las recientes acciones intensificadas de presión sobre Rusia. Estados Unidos introdujo nuevas sanciones en agosto, mientras que varios informes indican que la UE probablemente extenderá sus propias medidas en contra del Kremlin y las empresas estatales rusas.

Aunque esta estrategia no ha funcionado hasta el momento, Moscú todavía tiene esperanzas. Este imperativo estratégico hace que la retirada de las fuerzas rusas del conflicto sirio sea poco probable por el momento. Sin su presencia siria, el Kremlin corre el riesgo de perder una herramienta negociadora y, con ello, una posibilidad de restaurar su disminuida influencia en Ucrania.

Emil Avdaliani da clases de historia y relaciones internacionales en la Universidad Tbilisi State y la Universidad Ilia State. Ha trabajado para varias empresas internacionales de consultoría y actualmente publica artículos centrados en desarrollos militares y políticos a través de todo el espacio de la ex-Unión Soviética.

 
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