El primer ministro libanés, Saad Hariri, ya ha tenido suficiente. Irán terminó de apoderarse del Líbano cuando, el otro día, anunció su dimisión. Señalando a Hezbolá y a sus patronos iraníes, dijo que temía por su vida. Hariri tiene buenos motivos para temer a Hezbolá, la poderosa organización terrorista chií satélite de Irán que en la práctica controla el Líbano.
Según los indicios, Irán y Hezbolá tienen planes de extender su control a Gaza. Irán ya proporciona a Hamás apoyo financiero y militar. Es precisamente el apoyo de Teherán lo que ha permitido a Hamás mantener el poder en la Franja en los últimos diez años. También es gracias a Irán que Hamás y la Yihad Islámica Palestina, otra importante organización terrorista gazatí, disponen de misiles y cohetes. Es el dinero iraní lo que permite a Hamás y a la Yihad Islámica Palestina seguir excavando túneles del terror bajo la frontera con Israel.
Las relaciones entre Irán y Hamás se han ido fortaleciendo en los últimos tiempos. El mes pasado, un destacado funcionario de Hamás visitó Teherán para asistir al funeral del padre del alto mando iraní Qasem Soleimani. Unas semanas antes, otra delegación de primer nivel de Hamás visitó Teherán para informar a los líderes iraníes sobre los últimos acontecimientos en torno al acuerdo de reconciliación alcanzado por Hamás y la Autoridad Palestina de Mahmud Abás (AP).
Era la primera vez que altos funcionarios de Hamás visitaban Irán desde que las relaciones se tensaran en 2011. Ese año, Teherán cortó sus lazos con Hamás por la negativa de esta última a apoyar al dictador Bashar Asad contra sus adversarios en la guerra civil siria. El repentino acercamiento entre Hamás e Irán ha generado preocupación entre Abbas y su equipo de la AP respecto a la sinceridad reconciliatoria de Hamás. El presidente Abbas y sus hombres se preguntan por qué Hamás corrió a los brazos de Irán inmediatamente después del acuerdo de reconciliación auspiciado por Egipto.
Irán y Hezbolá no son precisamente admiradores de Abbas y la AP. Abbas tiene pánico a que Hamás trate de meter a Irán y a su satélite Hezbolá en Gaza. Abbas y su AP están ansiosos por volver a la Franja, pero Irán supone un grave problema. Como Hariri, Abbas tendría buenos motivos para temer por su vida si Hamás metiera a los iraníes y a Hezbolá en Gaza.
El miedo de Abbas no carece de fundamento. Recientemente un alto mando de Hamás, Musa Abu Marzuk, reveló que su movimiento y Hezbolá estaban fortaleciendo sus relaciones. “Nunca hubo un distanciamiento en las relaciones entre Hamás y Hezbolá”, aseveró.
Estamos estableciendo contactos y llegando a un entendimiento. Pero preferimos mantenernos fuera de los focos. Hamás y Hezbolá están juntos en la lucha contra Israel, y coordinamos nuestras posiciones respecto a la causa palestina. Hamás seguirá cooperando con los grupos de resistencia que apoyen a la resistencia palestina.
La alianza entre Hamás y Hezbolá es resultado directo de las retomadas relaciones entre Irán y Hamás. Con la ayuda de Hezbolá, Teherán ha logrado controlar vastas extensiones de Siria. Con la ayuda de Hezbolá, Teherán ya controla el Líbano. Ahora que los iraníes tienen un control único sobre el Líbano, han puesto la mira en la Franja. Saben que la única manera de acceder a Gaza es a través de la puerta de Hamás. Irán quiere que Hezbolá esté en la Franja. Hamás, por su parte, necesita desesperadamente los recursos iraníes. Y sabe que tendrá que pagar un precio: permitir que Irán y Hezbolá pongan los pies en Gaza. A juzgar por los comentarios de Abu Marzuk, Hamás parece estar contenta de pagarlo.
Hariri, Abás y muchos países árabes suníes, como Arabia Saudí, se sintieron traicionados por la política de la Administración Obama de reducción de las tensiones con Irán; una política que envalentonó a los iraníes y les dio luz verde para inmiscuirse en los asuntos internos de los países árabes y tratar de establecer, como parecen haber hecho, un creciente chií desde Persia al Mediterráneo, pasando por el Yemen.
Los árabes suníes parecen particularmente preocupados por el acuerdo nuclear entre la Administración Obama e Irán. Tienen la impresión que el intento de Obama de apaciguar a los iraníes ha envalentonado a quien encabeza la lista de países patrocinadores del terrorismo. Desde entonces, Irán se ha aprovechado del acuerdo nuclear para amenazar y tratar de aterrorizar a Estados Unidos, a sus amigos y a sus aliados árabes.
Abbas tiene varios motivos para estar preocupado por la alianza entre Hamás y Hezbolá. Uno más: una reciente reunión en Beirut entre el dirigente de Hamás Saleh Aruri y el jefe de Hezbolá, Hasán Nasrala, es otra señal más del intento de Hamás por allanar el camino a Irán y Hezbolá para infiltrarse en la Franja de Gaza e inmiscuirse en los asuntos internos de los palestinos.
Hamás ha dicho varias veces que no tiene ninguna intención de deponer las armas, como prometió al suscribir el acuerdo de reconciliación con la AP. Hamás está dispuesta a ceder al presidente Abbas un control civil limitado en la Franja, pero ha dejado claro que nunca va a desmantelar su aparato de seguridad ni su brazo militar. Hamás quiere meter a los iraníes y a Hezbolá en Gaza para contrarrestar la presión de Abbas y Egipto y otros países para que se desarme y entregue el control a Abbas. Si Abbas vuelve alguna vez a la Franja, se verá al lado no sólo de Hamás, también de Irán y Hezbolá, que lo consideran un traidor y una marioneta en manos de Israel y EEUU.
Alarmada por el acercamiento entre Hamás y Hezbolá e Irán, Arabia Saudí convocó a Abbas a una reunión urgente en Riad. Los saudíes habían seguido con preocupación las visitas de los líderes de Hamás a Irán y Hezbolá, y temen que Abbas pueda correr la misma suerte que Hariri.
Puede que Abbas le convenga apartarse de Gaza: Irán y Hezbolá están colaborando con Hamás para crear un frente conjunto contra Israel. La decisión de Hamás de inclinarse hacia Irán y Hezbolá revela la verdad: no se dirige hacia la moderación y el pragmatismo, sino todo lo contrario. Esto no augura nada bueno a los esfuerzos de la Administración Trump por alcanzar la paz en Oriente Medio.
Si no se impide a Irán y Hezbolá extender su influencia y control sobre Gaza y los países árabes, las perspectivas para la paz parecen bastante borrosas. De hecho, las perspectivas para la guerra parecen bastante próximas cuando Irán, Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica Palestina acuerdan planes para entrar en conflicto con Israel. Si no se frena a Irán y a Hezbolá, Abbas podría acabar pronto escondiéndose con Hariri en Arabia Saudí.
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio
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