Este mes, hace cuarenta años que el presidente egipcio Anwar Sadat asombraba al mundo al visitar oficialmente Israel.
La visita de Sadat representa un cambio de opinión tanto diplomático como conceptual de Egipto. De la prolongada posición de negarse a mantener negociaciones directas con Israel, ahora Sadat aceptaba negociar con los líderes israelíes cara a cara, y en Jerusalén. Habiéndose rehusado a reconocer a Israel de cualquier manera, ahora Sadat aparecía ante la Knesset y en su discurso explícitamente daba la bienvenida a Israel como parte integral de la región
Son pocos los casos en la historia moderna en los cuales la diplomacia pública haya jugado un papel tan dramático reflejando un cambio radical de posiciones como lo hizo durante la visita de Sadat a Israel.
En cierto sentido se puede decir que Sadat fue el único líder árabe que realmente comprendió la psicología colectiva del pueblo israelí. A los ojos de los israelíes la visita de Sadat transformó el conflicto árabe-israelí de un conflicto intratable a una disputa manejable. No en vano Sadat enfatizó mientras visitaba Israel que “el 90% del conflicto árabe israelí es psicológico”. Él exageraba, pero eso es irrelevante. Sadat no hablaba como un observador objetivo. Lo importante es que Sadat actuó como si el conflicto fuera un 90% psicológico.
Comprendió la singular importancia de la opinión pública en el proceso de la toma de decisiones de una democracia parlamentaria. Se dio cuenta que al visitar Jerusalén capturaría los corazones del pueblo —particularmente en Israel y los Estados Unidos —y así facilitaría grandemente el logro de sus objetivos diplomáticos.
Su objetivo fue doble. Sabía que atrapando la opinión pública israelí obtendría el apoyo del pueblo de Estados Unidos y su Congreso. Esto abriría el camino para que Egipto obtuviera la Península de Sinaí y un más amplio acuerdo al crear la base de una especial relación entre Egipto y los Estados Unidos, la idea de Sadat fue conceptualmente estratégica y creativa en su forma.
La Guerra de Iom Kipur de octubre de 1973 se dice que ofreció a Sadat la plataforma de lanzamiento diplomática para un proceso de paz gradual que culminó con su visita a Israel. A pesar que la guerra no concluyó con una victoria militar egipcia, el efecto provocado por el ataque sorpresa contra Israel y el hecho que las fuerzas egipcias lograron permanecer en la parte este del Canal de Suez cuando se acordó el cese del fuego, fue suficiente para restaurar el orgullo nacional egipcio, tan pesadamente perdido en la Guerra de los Seis Días de junio de 1967.
A continuación de la Guerra de Iom Kipur, se firmaron dos acuerdos interinos entre Egipto e Israel con la mediación activa del Secretario de Estado, Henry Kissinger. Este proceso diplomático gradual, sin embargo, no pudo anticipar lo que tuvo lugar en noviembre de 1977.
La Guerra de Iom Kipur y los subsiguientes acuerdos con Israel, permitieron a Sadat continuar comprometido en un camino no violento y diplomático, pero no necesariamente le dio legitimidad a los ojos del mundo árabe para visitar Israel. Por lo tanto, aunque históricamente es comprensible, la visita de Sadat a Israel fue una gran sorpresa para todos los interesados. La visita de Sadat a Israel no sólo fue el corolario de su propio pensamiento creativo, sino también de una dinámica diplomacia conducida por el entonces Primer Ministro de Israel Menajem Beguin y el Ministro de Relaciones Exteriores Moshé Dayan.
A continuación de la elección de la coalición de centro-derecha Likud en 1977, que terminó con un ininterrumpido período de veintinueve años de dominio del Partido Laborista, hubo una gran preocupación en toda la comunidad internacional. Existía el temor de que cualquier perspectiva de paz, aun tenue, fuera interrumpida y que se reiniciara la guerra. El líder del Likud, Menajem Beguin, era visto como un político obcecado y extremista, que alejaría al liderzazo árabe, que hasta entonces se había rehusado consistentemente a reconocer a Israel y entablar negociaciones de paz con Israel.
El primer acto concreto de Beguin en el área de la política exterior tras su elección en mayo de 1977 fue designar al miembro laborista de la Knesset Moshé Dayan como Ministro de Relaciones Exteriores. Una designación singularmente audaz y original, Dayan, famoso en todo el mundo como anterior Ministro de Defensa y Comandante en Jefe del Ejército, introduciría una dimensión pragmática a la política exterior de Beguin.
Beguin y Dayan desde el comienzo encararon la tarea de averiguar a través de canales diplomáticos secretos si había la más ligera posibilidad de una apertura que llevara a la paz con alguno de los vecinos árabes de Israel. Esto condujo a encuentros secretos en Marruecos entre Dayan y Hassan Tuhami, Vice-Primer Ministro de Egipto y enviado especial de Sadat, un encuentro que tuvo lugar dos meses antes del anuncio del Presidente Sadat en noviembre de 1977, de que estaría dispuesto a hablar ante la Knesset en Jerusalén.
Uno de los motivos que llevaron a Sadat a buscar un diálogo directo con Israel fue la declaración conjunta emitida por los Estados Unidos y la Unión Soviética el 1 de octubre de 1977 sobre los principios para volver a convocar la Conferencia de Paz de Ginebra, que fuera convocada en un principio a causa de la Guerra de Iom Kipur de 1973. Viendo esto como un intento de los Estados Unidos de reintroducir a la Unión Soviética en el proceso de paz, Sadat, que se había esforzado para apartar a Egipto de la influencia soviética, consideró que debía buscar un camino diplomático directo para compensar los efectos de esta declaración conjunta. Israel emitió una respuesta crítica a la declaración americano-soviética, alcanzando así un acuerdo tácito con Egipto.
En realidad, en un encuentro que tuvo lugar después de la visita del Presidente Sadat a Israel con el Primer Ministro Beguin y el Ministro de Relaciones Exteriores Dayan, el embajador de los Estados Unidos en Israel, Samuel Lewis, se dice que afirmó (en tono jocoso): “Tenemos que pensar esto en términos históricos, Quizás a causa del comunicado conjunto ayudamos a traer a Sadat a Jerusalén”.
La visita de Sadat y el subsiguiente acuerdo de paz firmado el 26 de marzo de 1979, gracias también a los infatigables esfuerzos mediadores de entonces Presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter, contituyen un importante logro diplomático para Israel.
Por primera vez desde sus comienzos Israel iba a tener relaciones diplomáticas normales con un estado árabe; no cualquier estado árabe, sino el más poderoso e influyente. Las implicancias no eran sólo diplomáticas, sino también estratégicas. Ninguna guerra importante contra Israel fue llevada a cabo sin Egipto. El liderazgo egipcio fue esencial para forjar las diversas coaliciones diplomáticas y alianzas militares contra Israel. Con Egipto fuera de la ecuación diplomática y militar anti-Israel, la posición israelí aparentemente se hizo más fuerte, los peligros a enfrentar menos amenazadores.
La importancia estratégica complicada en el acuerdo de paz con Egipto ha llevado desde entonces a todo gobierno israelí a adoptar una actitud benigna hacia Egipto aun cuando éste último mantuvo una postura, si no hostil, al menos reservada hacia Israel.
La actual reconciliación estratégica entre Israel y Egipto y sus amplias implicaciones regionales, a la luz de la amenaza representada por las fuerzas radicales islámicas, tanto sunitas como chiítas, habría sido considerablemente menos probable sin la visita de Sadat y el acuerdo de paz que le siguió.
Parafraseando a Winston Churchill: Nunca tantos debieron tanto a tan pocos —Sadat y Beguin
*** Yoav J. Tenembaum es Catedrático del Programa de Estudios Diplomáticos de la Universidad de Tel Aviv. Obtuvo su doctorado en Historia Moderna en la universidad de Oxford y su Maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Cambridge. Estudió para su Licenciatura en Historia en la Universidad de Tel Aviv. Sus artículos han sido publicados en semanarios, revistas y periódicos de varios países.
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