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| martes diciembre 24, 2024

VAIETZÉ 5778


Iaacov deja su lugar de nacimiento en Beer Sheva y viaja a Jaran. En el camino se encuentra con “el lugar” y duerme allí, soñando con una escalera que conecta el cielo con la tierra, y con ángeles subiendo y descendiendo por ella; Di-s se le aparece y promete que la tierra sobre la cual está acostado será dada a sus descendientes. Por la mañana, Iaacov eleva la piedra sobre la cual apoyó su cabeza como un altar y un monumento, prometiendo que será la casa de Di-s.

Iaacov se queda en Jaran, donde trabaja para su tío Laban, cuidando sus ovejas. Laban concuerda en darle su hija menor, Rajel, a quien Iaacov ama, para casarse con ella, como paga por siete años de trabajo. Pero en la noche del casamiento, Laban le entrega a la hija mayor, Lea, un engaño que Iaacov sólo descubre a la mañana. Iaacov se casa con Rajel también, una semana más tarde, luego de aceptar trabajar siete años más para Laban.

Lea tiene seis hijos, Ruvén, Shimón, Levi, Iehuda, Isajar y Zvulún, y una hija, Dina, mientras que Rajel es estéril. Rajel le da a Iaacov su sirvienta, Bilá, para tener hijos con ella para Rajel, y dos hijos más, Dan y Naftalí, nacen. Lea hace lo mismo con su sirvienta, Zilpá, de quien nacen Gad y Asher. Finalmente, las plegarias de Rajel son respondidas y nace Iosef.

Iaacov ya estuvo en Jaran por catorce años y desea retornar a su casa, pero Laban lo convence de quedarse, ofreciéndole sus ovejas como paga por el trabajo. Iaacov prospera, a pesar de los repetidos intentos de Laban por arruinarlo. Luego de seis años, Iaacov deja Jaran a escondidas, temiendo que Laban no le permitiría irse con la familia y riquezas por las cuales había trabajado. Laban y Iaacov hacen un pacto en el Monte Gal-Ed, y Iaacov continúa viaje hacia la Tierra Santa, donde es encontrado por ángeles.

 

ÁNGELES QUE SUBEN, ÁNGELES QUE BAJAN

Sabemos que los ángeles son seres celestiales, y como tales su morada está en los cielos.

Sin embargo en nuestra parashá se nos narra el sueño de Iaakov, en el que ve una escalera cuyo pie está en la tierra y llega hasta el cielo, hasta el trono mismo de Di-s y ¡¡¡Angeles que suben por ella y descienden!!! Lógicamente tendría que haber sido al revés, o sea ángeles que descienden y luego ascienden.

Una de las explicaciones es que los ángeles que subían hasta el Trono Divino eran las plegarias de Iaakov y los que descendían eran la respuesta a esas plegarias.

Si nosotros somos sinceros en nuestra fe y nos dirigimos al Creador de todo corazón, también mereceremos que nuestras plegarias asciendan como los ángeles de Iaakov hasta el Trono Divino, y la respuesta a esas plegarias no se hará esperar, descendiendo raudamente como los ángeles del sueño de nuestro Patriarca.

 

EL MUNDO DE LOS LABANES

Vivimos en un mundo en que el engaño y la mentira son una constante, un mundo en el que no es estafador, es el estafado. Es un mundo de Labanes. Y nosotros debemos combatir contra la realidad que nos rodea para mantenernos íntegros. Y es aquí donde enfrentamos al peor de todos los Labanes, el que llevamos en nuestro interior, el que nos susurra: “¿Para qué vas a ir contra la corriente? Este mundo pertenece a aquellos que son más ligeros que los demás. Miente antes que te mientan, estafa antes que te estafen, vive como los demás”. Para contrarrestar estas insinuaciones debemos aprender de nuestro padre Iaacov, quien llegó pobre y humilde a Jarán, vivió con su suegro, conocido por ser un estafador y un mentiroso, y, sin embargo siguió siendo íntegro, volviendo al hogar paterno cargado de riquezas ganadas honestamente.

 

¿Qué es la Emuná?

Más allá de la creencia

Por Tzvi Freeman

 

¿Qué es?

Generalmente, es traducida como “fe”.

Solemos pensar en la fe como una estrategia para la gente que no es capaz de pensar por sí misma. “El tonto cree en todo”, escribe Salomón, “el sabio comprende”. Sin embargo, la emuná es una convicción innata, una percepción de la verdad que trasciende la razón, más que evadirla. Así, la sabiduría, el entendimiento y el conocimiento pueden mejorar la genuina emuná.

No obstante, la emuná no está basada en la razón. La razón jamás puede alcanzar la certeza de la emuná, ya que –se se habla en términos razonables– siempre puede ocurrir que llegue un razonamiento mejor y demuestre la falsedad del tuyo. De esta manera, la emuná es similar a ver algo en carne propia: la razón te puede ayudar a entender mejor lo que ves, pero le va a costar mucho convencerte de que nunca lo viste. Por eso, vemos que la emuná perdura incluso cuando la razón no alcanza.

 

¿Cómo se pone a prueba?

En términos prácticos, es posible que la persona tenga fe porque no le interesa o porque no es capaz de razonar por sí misma. Por lo tanto, su fe no le pertenece, simplemente, confía en los demás. Cuando la persona tiene una profunda emuná en una verdad, ella siente que esta verdad es parte integrante de su propia esencia y su propio ser.

La prueba de fuego sería un caso de martirio. La persona que tiene una fe subracional puede que decida dar su vida por su fe o puede que no. La persona con una emuná superracional no ve ninguna otra alternativa –negar su emuná es negar la esencia misma de su existencia.

 

¿Cómo se obtiene?

Tal como dijimos, la emuná es algo innato, pero puede fortalecerse a través del estudio, de la experiencia y del razonamiento. Sin esa fuente de nutrición, puede ocurrir que la emuná de la persona quede divorciada de su actitud y de sus actos. El Talmud describe la forma en que el ladrón también cree en Di-s: cuando está a punto de cometer el robo y está a un paso de poner en riesgo su vida –y la vida de su víctima–, el ladrón suplica con toda sinceridad: “¡Di-s, por favor, ayúdame!”. El ladrón tiene fe en que hay un Di-s que oye sus ruegos, pero no piensa que este Di-s tal vez pueda proveerle aquello que necesita sin que él tenga necesidad de transgredir Su voluntad robándole a los otros. Para que la emuná ejerza su efecto en esta persona, esta tiene que estudiar y que ponerse a pensar.

Los estudios que más conducen al fortalecimiento de la emuná son el Midrash y la Kabalá. Los kabalistas del período posterior al exilio español (siglo xvi) presentaron estas ideas en forma más racional. La Jasidut Jabad, que es un enfoque fundado por Rabí Shneur Zalman de Liadi a finales del siglo xviii, es una prolongación de esta misma tendencia. Este enfoque acerca el ámbito de la emuná al razonamiento humano permitiendo que este último vislumbre el reino transcendente de la emuná.

Pero la más grande vitamina que uno puede proveerle a la emuná es simplemente el ejercicio. De hecho, en hebreo, la palabra “artesano” se dice umán, porque esta persona practicó su artesanía una y otra vez hasta que se volvió para ella algo natural. De la misma manera, la emuná crece y se profundiza a medida que uno se va acostumbrando a ver todos los fenómenos de la vida como manifestaciones de la presencia y la gloria del Creador. Sin embargo, la emuná se fortalece muchísimo más cuando es puesta a prueba y logra pasar esas pruebas y, mucho más, al sacrificar cosas en la vida en aras de tu emuná. (www.es.chabad.org)

«El Mashíaj restaurará el Bet Hamikdash, el Sagrado Templo, en Jerusalén. Esto se refiere al tercer Bet Hamikdash que permanecerá eternamente»

 

 

 
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