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| lunes diciembre 23, 2024

VAIESHEV 5778


Iaacov se establece en Jevrón con sus 12 hijos. Su favorito es Iosef, de 17 años. Los hermanos de Iosef están celosos por el trato preferencial que recibe, como por ejemplo, de la túnica multicolor que Iaacov le obsequió. Iosef les cuenta a sus hermanos dos sueños que tiene, que profetizan que él esta destinado a gobernar sobre ellos, aumentando la envidia y el odio hacia él.

Shimón y Levi planean matarlo, pero Reuvén sugiere, a cambio, arrojarlo en un pozo, con la intención de volver más tarde y salvarlo. Mientras Iosef está en el pozo, Iehuda lo vende a una caravana de Ishmaelitas. Los hermanos manchan la túnica especial de Iosef en la sangre de un cabrito y se lo muestran a su padre, haciéndole pensar que su más querido hijo fue devorado por una bestia salvaje.

Iehuda se casa y tiene tres hijos. El mayor, Er, muere joven y sin hijos, y su mujer, Tamar, es dada en matrimonio a su segundo hijo, Onan. Onan peca al derramar su simiente y, también, muere joven. Iehuda no quiere que Tamar se case con su tercer hijo. Determinada a tener un hijo de la familia de Iehuda, Tamar se disfraza como una prostituta y seduce a Iehuda mismo. Más tarde, Iehuda se entera que Tamar está embarazada y la manda matar por infidelidad, pero cuando ella muestra ciertos objetos personales que Iehuda dejó como garantía de pago, él admite públicamente que es el padre. Tamar tiene dos hijos, Peretz (ancestro del Rey David) y Zeraj.

Iosef es llevado a Egipto y vendido a Potifar, el ministro encargado de las carnicerías del Faraón. Di-s bendice todo lo que él hace y pronto es nombrado encargado de todas las propiedades de su amo. La mujer de Potifar desea al muchacho; cuando Iosef se niega a estar con ella, ella le dice a su marido que el sirviente hebreo trató de forzarla, y lo envían a prisión. Iosef gana la confianza de los carceleros, quienes le otorgan un cargo importante en la administración de la prisión.

En prisión, Iosef se encuentra con el Maestro de Coperos y Maestro de Panaderos del Faraón, ambos encarcelados por el rey. Los dos tienen un sueño, que Iosef interpreta; en tres días, les dice, el Maestro de Coperos será liberado y el Maestro de Panaderos será ahorcado. Iosef le pide al Maestro de Coperos que interceda por él ante el Faraón. Las predicciones de Iosef se cumplen, pero el Maestro de Coperos se olvida de Iosef.

SUEÑOS, SUEÑOS

Una de las constantes en esta Parasha son los sueños. Iosef sueña con las gavillas de sus hermanos que se inclinan ante la suya. Iosef sueña que el sol, la luna y once estrellas lo adoran. Sueñan el copero y el panadero. Sueños y más sueños.

Cuando Iosef le narra a sus hermanos el primero de sus sueños, estos lo comienzan a odiar, porque en la Guemará dice que aquello que soñamos durante la noche es lo que pensamos durante el día, y Iosef había narrado como en su sueño las gavillas (riqueza material) de sus hermanos, quedaban en un plano de inferioridad con respecto a su gavilla (riqueza material). Llegaron a la conclusión de que Iosef anhelaba enriquecerse más que ellos. Iosef para aplacarlos les cuenta el segundo sueño. Es como si quisiera decirles “¡Ven, no es que me pasé el día pensando en cosas materiales! ¡No busco mandar sobre ustedes! Simplemente les narré cosas imposibles, como se ve del hecho de que he visto en el sueño de los astros que mi madre, que ya está muerta, me adoraba”. Pero sus hermanos consideraron que sus sueños eran en realidad una señal del cielo, y por lo tanto válidos. Por este motivo lo odiaron aun más.

En cuanto a los sueños del copero y el panadero, ¿cómo supo Iosef quien moriría y quien viviría? En el sueño del copero vio como este tomaba los tres sarmientos, exprimía las uvas y daba la copa al Faraón, en una palabra, vio acción humana, movimiento. El panadero llevaba los tres canastos sobre la cabeza y los pájaros picoteaban lo que él llevaba. Acá no había acción humana, además, los pájaros únicamente no temen acercarse a un hombre cuando éste está muerto. Por estas señales supo Iosef que el copero viviría y el panadero moriría.

 

El 19 de Kislev – Rosh Hashana del Jasidut Y IORTZAIT (ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DEL MAGUD DE MEZRITC, SUCESOR DEL BAAL SHEM TOV

El diecinueve de Kislev celebramos el «Rosh HaShaná del Jasidut». En esta fecha, en el año 1798, liberaron al fundador del movimiento jasídico Jabad, Rabí Schneur Zalman del Liadi (1745-1812), de la cárcel en la Rusia zarista. Más que una liberación personal, éste fue un acontecimiento bisagra en la historia de los jasidim, anunciando una nueva era en la revelación de la faceta interna de la Tora.

La difusión pública de las enseñanzas de jasidut había comenzado dos generaciones antes. El fundador del movimiento jasídico, Rabí Israel Baal Shem Tov (1698-1760), reveló a sus discípulos el alma mística de la Torá que había sido previamente de acceso exclusivo de los Cabalistas selectos en cada generación. Este trabajo fue continuado por el discípulo del Baal Shem el Tov, Rabi DovBer, el «Maguid de Mezritch» —quién también está conectado profundamente con la fecha del «19 de Kislev»: En este día en 1772, 26 años antes de la liberación de Rabí Schneur Zalman de la prisión, el Maguid retornó su alma al Creador. Antes de su fallecimiento, dijo a su discípulo, Schneur Zalman: «Este día es nuestro Iom Tov (festividad). »

Rabí Schneur Zalman fue mucho más allá que sus precursores, llevando estas enseñanzas a segmentos más amplios de la población judía de Europa Oriental. Más perceptiblemente, Rabi Schneur Zalman enunció la filosofía de «Jabad» —una filosofía y sistema de estudio, meditación, y refinamiento de carácter que hizo a estos conceptos abstractos, racionales, comprensibles y prácticamente aplicables en la vida diaria.

En sus años de formación, el movimiento jasídico era objeto de fuerte, y a menudo feroz oposición de rabinos reconocidos y laicos. Incluso dentro de la comunidad Jasídica, numerosos contemporáneos y colegas de Rabi Schneur Zalman sentían que él «había llegado demasiado lejos» en la popularización del alma hasta ahora oculta de la Torá. En el arresto de 1798, los cargos incluían, que sus enseñanzas y actividades amenazaban la autoridad imperial del Zar, y fue encarcelado Rabí Schneur Zalman en una fortaleza en una isla en el río Neva en Petersburgo. En los interrogatorios, le obligaron a que presentara a los ministros del Zar las bases del judaísmo y explicara varios puntos de la filosofía y la práctica Jasídica. Después de 52 días, fue exonerado de todos los cargos y liberado.

Rabí Schneur Zalman vio estos acontecimientos como un reflejo de lo que ocurría arriba. Vio su arresto como el eco terrenal de una acusación Divina contra su revelación de los secretos íntimos de la Torá. Y vio su liberación como una absolución en la corte Divina. Después de su liberación el 19 de Kislev, redobló sus esfuerzos, diseminando sus enseñanzas en una escala mayor.

El 19 de Kislev, por lo tanto, marca el «nacimiento» del jasidismo: el punto en el cual fue permitido emerger de la matriz del «misticismo» hacia la luz del día, crecer y convertirse en parte integral de la Torá y la vida judía. (www.es.chabad.org)

«Un fuego permanente ha de arder sobre el altar, no ha de ser apagado» (Vaikrá 6:6)

«Cuando el fuego permanente ha de arder sobre el altar, la persona tiene asegurado que el no- ha de ser apagado, todas las conductas y tendencias negativas cesarán y se apartarán frente al fuego permanente'».

Este dicho del Maguid de Mezeritch nos agrega explicación a la necesidad imperiosa del fuego permanente’ en todo momento y toda situación. Sólo un entusiasmo constante y firme en la Torá y las Mitzvot puede impedir los pensamientos, las palabras y las acciones indeseables. Una emoción momentánea y pasajera no tiene la posibilidad de proteger al hombre frente a las artimañas del instinto del mal. Si el fuego permanente’ se apaga, aunque sea por el más corto tiempo, de inmediato vuelven a penetrar los sentimientos y deseos de los que hay que cuidarse.

Cada hombre y mujer debe evaluarla intensidad del fuego permanente’ que arde en su santuario’ interior. Si los temas judaicos, el estudio de la Torá y el cumplimiento de sus conductas se realizan con entusiasmo y fervor interior ó tan sólo por rutina y costumbre.

Una de las pruebas para detectar la verdad al respecto, es analizar de qué manera uno estudia Torá y sigue sus preceptos: ¿se da por satisfecho con haber cumplido con su obligación o pone empeño para embellecer y ser meticuloso en la Mitzvá?

El cumplimiento con hidur’- embellecimiento de la Mitzvá al cumplirla en el mejor y máximo nivel posible intensifica el vínculo del alma con el judaísmo, y es una expresión del fuego permanente’ del alma. (www.es.chabad.org)

 

 

 

 
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