Por Israel


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| viernes diciembre 27, 2024

La mejor decisión


 

Si, en efecto, Trump  mueve la ficha diplomática que hará de Jerusalén la capital de Israel, será la mejor decisión de su vida y una prueba de que el mundo musulmán tiene que acatar, al fin, la cara más dura de la realidad. No sorprende que el Papa, tan amigo de los judíos como se lo piense, esté en este tema del lado de Erdogan, el déspota turco, y  en las mismas filas que los iraníes, esos destiladores de veneno y exportadores de muerte. Ni tampoco asombra el rechazo que esa medida-al fin y al cabo simbólica pero efectiva-provoca en casi todo el mundo. Si los judíos reclamásemos las tierras y los bienes que tuvimos otrora, en Europa y el norte de Africa, todos reirían, por eso ahora lloran. Lloran y se desgarran las vestiduras tras maltratarnos en la Unesco porque el pueblo de Israel aún vive. Am Israel jai ve-kaiam. Si le pidiésemos a Polonia, y a España, y tantos otros lugares en los que florecían nuestras sinagogas, que nos retornasen los bienes quemados y mancillados, les causaría gracia. Pensarían que es como si la Atlántida quisiese volver a existir. Pero Jerusalén, ¿Jerusalén judía? Claro que sí, faltaba más. Nunca, desde los días del rey David, que la conquistó a sangre y fuego, dejó de ser judía.

En cuanto al status quo, el temor a los desmanes árabes, siempre es un hecho latente. Cuando menos se piensa saltan como langostas en llamas. Qué esperar de gentes a las que sólo mueve el odio. Qué esperar de aquellos que quisieran concedernos un  meñique pero no toda la mano, sólo un poco. Nunca saciaremos el hambre islámica y jamás contentaremos sus deseos. No será por no haberlo intentado. Por consiguiente, y viendo que todo sigue igual, ¿por qué no cederle Jerusalén a los judíos, por qué no favorecer por una vez a Israel y ver la situación como la ve el pequeño estado hebreo rodeado de reales y potenciales  enemigos?. No reclamamos Kalat al-yehud, Catalayud, la ciudad de los judíos, ni Medina, lugar de la península arábiga donde vivimos  durante siglos, ni zonas enteras de Bagdad. No queremos la Meca, ni Roma, ni Estambul. Sólo Jerusalén. De modo que el hueso no es fácil de roer. Tarde o temprano el cambio de sede diplomática será asimilado y entonces los árabes buscarán otros pretextos con tal de no bajarse del caballo.

El mundo libre, es decir Occidente, ha sido durante mucho tiempo rehén de los palestinos. Incluso sus países hermanos del  Golfo Pérsico, aún ayudándolos, están hartos de ellos. Esos pedigüeños profesionales han hecho, hasta ahora, bien poco por la Humanidad. Claro que tampoco han hecho mucho por sí mismos. Así que ya es hora de que entren en razón y perciban que las tornas están cambiando. O te sientas a dialogar como corresponde, dispuesto a entender también las razones de la otra parte, o ante cada furibundo reclamo hasta ´´lo que no tienes te será quitado´´. El mundo humano hay sido, y es aún, una intermitente carnicería, por lo que considerarlo vegetariano e inocente es un error fatal. Sin embargo, y pase lo que pase, la capitalidad judía de Israel no cambiará demasiado las cosas para nosotros, pero al menos se verá que la brisa, que no el viento, a veces sopla a nuestro favor. El club de las buenas intenciones está lleno de espectadores pasivos. Lo que necesitamos son actos y no desprecios, voluntad de comprensión y reconocimiento y no islamización forzada de sitios cuya memoria judía reconocen los propios documentos históricos árabes.

 
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