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| lunes diciembre 23, 2024

BO 5778


B’H

Las últimas tres plagas son enviadas sobre Egipto: langostas devoran todas las cosechas y vegetales; una oscuridad tangible envuelve la tierra; y todos los primogénitos de Egipto son eliminados la medianoche del 15 de Nisan.

Di-s ordena la primera Mitzvá (precepto) a Israel: establecer un calendario basado en el ciclo mensual lunar. Los israelitas también reciben la orden de ofrecer un “Sacrificio Pascual” a Di-s: un cordero o un cabrito que debía ser degollado y parte de su sangre debía ser salpicada sobre las jambas de las puertas de cada casa israelita, para que Di-s las saltee cuando venga a matar a los primogénitos egipcios. La carne asada de la ofrenda debía ser comida esa misma noche junto con matzá (pan ácimo) y hierbas amargas.

La muerte de los primogénitos finalmente rompe la resistencia del Faraón y literalmente echa a los Hijos de Israel de su tierra. Tan rápido parten, que no tienen tiempo para que sus masas leuden, y las únicas provisiones que tienen son sin leudar. Antes de irse, piden de sus vecinos egipcios oro, plata y ropas, vaciando a Egipto de su fortuna.

Los Hijos de Israel reciben el mandamiento de consagrar todos los primogénitos y observar el aniversario del Éxodo cada año a través de deshacerse de todo alimento leudado durante siete días, comiendo matzá, y contando la historia del Éxodo a sus hijos. También reciben la mitzvá de ponerse Tefilín (filacterias) en el brazo y la cabeza, como un recordatorio del Éxodo y su compromiso para con Di-s.

 

EL DESAFÍO DE ISRAEL

 

Di-s ordenó a los Hijos de Israel que el día 10 de Nisan tomaran un cordero y lo prepararan para ser sacrificado el 14 del mismo mes. Los egipcios, entre sus numerosos dioses tenían al cordero. Al ver a los animales atados, preguntaban a los Hijos de Israel por qué mantenían atado a lo que ellos consideraban un dios, y los judíos no tenían ningún temor en decir: “Di-s nos ordenó sacrificar dentro de cuatro días a estos animales”. No temieron, no vacilaron, simplemente obedecieron la orden de Di-s con una entrega total.

Ahora, que estamos en los últimos días de este galut, ¿qué esperamos para mostrar esa misma fe, ese mismo valor, para cumplir lo que Di-s nos ordena?

 

La oscuridad interior

Por Zalman Posner

 

Las últimas tres plagas ocurrieron en Egipto antes de que el pueblo de Israel abandonara la esclavitud. La novena plaga, la oscuridad, es descrita en la porción semanal de la Torá de esta semana. «Ningún hombre vio a su hermano, ni nadie se levantó de su lugar».

Con esta descripción, un evento en la historia se convierte en contemporáneo y actual. La plaga de la oscuridad se hizo parte de la historia atemporal del hombre, símbolo de aflicciones análogas que no admiten inmunidad. Oscuridad física simple de la noche se convierte en una enfermedad del individuo, del alma. No hay ceguera como el egoísmo que mancha a otros hombres en nuestro punto de vista, la oscuridad que previene a uno de ver a su hermano. Esta es la plaga dirigida hacia el exterior.

Otro aspecto de la oscuridad-aflicción es la satisfacción con lo que uno es, el estancamiento que evita el crecimiento del hombre, de elevarlo de su lugar. Hay una presumida arrogancia en la sentencia tan común que la gente hace generalmente: «Soy un buen hombre». Ese tipo de gente, ciegos a sus deficiencias, se vuelve insufrible, nunca se animan a considerar la posibilidad que pueden ser imperfectos.

Estos son los universales en la plaga de la oscuridad, el egocentrismo que excluye a otros hombres de la consideración, y la felicidad que nos aseguran que hemos obtenido la conclusión del bien.

La oscuridad nos mantiene alejados de vernos a nosotros o a los otros. (www.es.chabad.org)

 

La Computadora de Moisés

¿Donde aparecen las computadoras en la Torá?

Por Tzvi Freeman

 

Esto sucedió a principios de los sesenta, cuando las primeras computadoras centrales estaban siendo introducidas en el mercado. El profesor Abraham Polichenco Z´´L, un pionero en la tecnología de la computación, visitó al Rebe de Lubavitch y le planteó una pregunta:

“Yo sé que todo lo que existe en el mundo, incluso lo que se va descubriendo a medida que avanzamos en la historia, tiene su origen en alguna parte de la Torá. ¿Y donde aparecen las computadoras en la Torá?”

Sin dudar, el Rebe contestó: “los tefilín”.

El profesor quedó perplejo.

“¿Qué es lo novedoso que presenta una computadora?” siguió diciendo el Rebe. “Entras en una habitación y ves muchas máquinas que te resultan familiares: una máquina de escribir, un grabador de gran tamaño, un aparato de televisión, una perforadora, una calculadora. ¿Qué es lo nuevo? Pero, debajo del piso, hay cables conectando a todas las máquinas para que trabajen como una sola”.

El profesor asintió con entusiasmo. Hasta ese momento no se había dado cuenta, pero sí, esto es todo lo que es una computadora: una síntesis de dispositivos de los medios de comunicación y del procesamiento (de datos).

“Ahora obsérvate a ti mismo. Tienes un cerebro. Éste se halla en un mundo. Tu corazón se encuentra en otro. Y, a menudo, tus manos terminan involucradas en algo que es completamente ajeno a ambos mundos. Tres máquinas diferentes. Y te colocas los tefilín. Es la primera acción del día, conectas tu cabeza, tu corazón y tu mano con estos cables de cuero para que trabajen al unísono como si fueran una única entidad. Y después, cuando sales a enfrentar al mundo, todas tus acciones encuentran armonía en un objetivo único y coordinado”. (www.es.chabad.org)

 

 
Comentarios

Maravilloso, increíble, así es.

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