El Shin Bet ha tenido éxito en el desarrollo de herramientas, especialmente en el ciberespacio, que son exclusivas de Israel. De ahí el deseo de los servicios de seguridad occidentales de aprender del Shin Bet cómo controlar, localizar y frustrar a los terroristas.
El jefe del Servicio de Seguridad General (Shabak), Nadav Argamán, ofreció una serie de datos al Comité de Asuntos Exteriores que hablaban de una disminución del 50% en el número de ataques contra Israel en 2017 y el desbaratamiento de más de mil intenciones o planes de ataques. Todos estos datos indican que el Shin Bet (Shabak) logró desarrollar herramientas, especialmente en el área del ciberespacio, que son únicas de Israel.
No es casual que decenas de directores de organizaciones europeas, asiáticas y africanas colaboradoras busquen aprender del conocimiento y la experiencia del Shin Bet. La mayoría de ellas desean aprender cómo se puede controlar lo que se desarrolla en la web y en las redes sociales complejas, que sirven tanto en Israel como en el resto del mundo de una plataforma para el reclutamiento, adoctrinamiento y formación de células terroristas antes de producirse los ataques.
A pesar de la disminución de los ataques, se intensificó durante el pasado año la tendencia al terrorista solitario, que se sustentan en las informaciones que circulan en la red y que imitan a los demás, pero que no poseen una afiliación organizacional y que no reciben órdenes de un mando central. Esta es también una preocupación importante en Europa, con el colapso del Estado islámico en Siria e Irak por el regreso de miles de combatientes de la yihad Islámica, entrenados e imbuidos de un fervor religioso que regresan a sus países de origen. De ahí el deseo de los servicios de seguridad occidentales de aprender del Shin Bet para saber cómo controlar, localizar y frustrar a los terroristas.
Sin embargo, hay una diferencia clara entre aquí y allá. El Shin Bet opera en Cisjordania sin restricciones legales sobre la violación de la privacidad. En Europa, el límite legal y el temor a violar los derechos individuales son el mayor obstáculo para el éxito en la lucha contra el terrorismo.
Además, el Shin Bet no solo es desafiado por el terrorismo del “terrorista solitario”. En el último año también se enfrenta con el terrorismo “tradicional” – células subterráneas dirigidas por la sede de Hamás en Gaza, Líbano y Turquía, que están bajo responsabilidad del número dos de la organización, Salah al-Aruri. Estas células están tratando de llevar a cabo ataques terroristas en Cisjordania. En 2017, 148 células de Hamás fueron desarticuladas en Cisjordania. La cifra es indicativa de la aceleración de los planes de la oficina central de Hamás para llevar a cabo ataques terroristas en Cisjordania.
Estos planes incluyeron ataques con bombas suicidas, el uso de artefactos explosivos para causar un gran número de víctimas y el secuestro de soldados y civiles en Cisjordania, Jerusalén e Israel. La frustración de estas intenciones es quizás el logro más importante, que incluso supera los ataques terroristas individuales, debido a la posibilidad del daño que podían provocar. Si Hamás hubiera logrado implementar con éxito incluso un pequeño porcentaje de sus planes, Israel podría haberse encontrado en una situación de seguridad diferente, que habría aumentado el riesgo de deterioro y de una guerra.
El peligro de la guerra no pasó. El Shin Bet y las Fuerzas de Defensa de Israel están hablando una y otra vez sobre un silencio engañoso. Los asesinatos de terroristas crean una sensación de calma, pero el área está zumbando. Hamás continúa planificando ataques, las personas seguirán planeando ser shahids, y las advertencias contra ellos continuarán fluyendo hacia las salas de operaciones del Shin Bet. En una situación en la que ambas partes han perdido el deseo de renovar las negociaciones políticas, cada ataque posee enormes efectos explosivos.
Traducido por Hatzad Hasheni
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