Además de tener acción, humor y drama, producirlos no necesita grandes cantidades de dinero
¿Qué hace que los programas de televisión israelí, como In Treatment, Homeland y Fauda, sean recibidos con tanto entusiasmo por audiencias alrededor del mundo? ¿Por qué series originales, como Greenhouse Academy, Hostages y The A Word, son éxito instantáneo en muchos países, desde Finlandia hasta Tailandia?
Según el Instituto de Exportación de Israel, las ventas en el mundo de programas de televisión y películas producidos en Israel llegaron a 268 millones de dólares en 2016. Netflix ofrece doce en hebreo a sus suscriptores. En septiembre, compradores y productores de 28 países asistieron a la segunda Conferencia Internacional de Formatos de Televisión, llevada a cabo en Tel Aviv.
Los programas para la pequeña pantalla son variados, e incluyen dramas, como Prisoners of War, o entretenidos, como el concurso de preguntas y respuestas Still Standing. Y las razones de su popularidad son igualmente variadas.
Se basan en los personajes
“Los personajes cautivadores son los que enganchan a la audiencia”, dijo Adam Berkowitz, codirector del departamento de televisión de Creative Artists Agency (CAA). en Los Ángeles, Calif., y presidente de la Conferencia Internacional de Formatos de Televisión. “Son personajes que lidian con asuntos complejos, y debido a que Israel es una sociedad occidental, esos problemas encajan bien con la audiencia estadounidense”.
El enfoque en personajes se debe en parte a la escasez de recursos financieros de la televisión israelí para realizar costosos espectáculos de acción o aventuras. Esto nos lleva a la segunda razón para su popularidad en el mundo . . .
Son de bajo presupuesto
Los programas israelíes son atractivos para los estudios porque, relativamente, no necesitan grandes cantidades de dinero para producirse.
Avi Armoza, director ejecutivo de Armoza Formats, que ha vendido 60 progrmas de televisión en el extranjero, dijo al diario israelí Haaretz que los israelíes “tienen la experiencia y el conocimiento para ser creativos y producir programas rentables que dan la impresión de ser costosos, lo que las hace más accesibles y atractivas en otras partes”.
El costo de producir 12 episodios de Homeland, por ejemplo, uno de los programas más costosos de filmar, se realizó en Berlín en 2015 por 45 millones de dólares. En contraste, los episodios de la versión estadounidense le cuestan a Showtime cada uno tres millones. La suma fue más de los dos millones de dólares, en promedio, que costó producir programas de televisión por cable ese año, pero mucho menos que el costo de los episodios de Game of Thrones, que entonces costaban 6 millones de dólares cada uno. Hoy el costo es de 15 millones.
No tienen miedo a los riesgos
La industria televisiva israelí, como los israelíes, no duda en arriesgarse con ideas innovadoras y originales, lo que contrasta con compañías tradicionalmente conservadoras en otros países, donde es más probable que sean rechazadas las ideas que no parezcan factibles. Una vez que el programa es éxito en Israel, un programa “arriesgado” es más fácil de vender en el extranjero.
Un ejemplo es The A Word, que trata de una familia con un niño autista, basado en la serie israelí Yellow Peppers.
Tienen atractivo internacional
Además de crear personajes con los que cualquiera pueda identificarse, los productores israelíes (como los empresarios de alta tecnología de este país) piensan internacionalmente en modelos comerciales debido al pequeño mercado interno en Israel.
Un ejemplo es Keshet, la productora más grande de Israel, que ha abierto oficinas en la Ciudad de México, Los Ángeles, Londres y Hong Kong para vender programas, ayudar a crear adaptaciones extranjeras y producir formatos originales en el extranjero.
Presentan casos irresistibles
Walter Iuzzolino, director del servicio de transmisión británico Walter Presents, dijo recientemente a Bloomberg Business Week que los programas de televisión israelíes son “emocionalmente conmovedores, tridimensionales y nunca aburridos”. Eso podría ser gracias a las dos razones que siguen.
Representan el crisol de la sociedad israelí
En una época en la que los telespectadores están ansiosos por profundizar en la psicología de las culturas extranjeras, los programas israelíes son justo lo que necesitan. Confinada a un espacio geográfico muy pequeño, la sociedad israelí está compuesta de judíos, musulmanes, cristianos y drusos, ya nacidos aquí o que han inmigrado de todo el mundo, muchos de países del norte de África, del Medio Oriente y de la ex Unión Soviética. Lo que resulta entretenido ver cómo todos se llevan bien (o mal) entre ellos.
Reflejan el drama diario de la vida israelí
Los temas subyacentes de la guerra, el terrorismo, los conflictos religiosos y políticos, y el desafío de la vida diaria de llevarse bien con vecinos de diferentes culturas (como explicamos en la razón anterior), proporcionan material abundante para los productores israelíes.
La realidad de la vida israelí, a veces caótica, se refleja en el título de uno de los mayores éxitos en el extranjero, Fauda, que significa “caos” en árabe. Acción, humor, suspenso, melodrama: nuestros programas lo tienen todo.
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