El 20 de enero Turquía invadió la región kurda del noroeste de Siria para destruir lo que denomina un ejército terrorista. No, no está luchando contra el ISIS. Muy al contrario, está luchando contra la milicia respaldada por Estados Unidos que destruyó al ISIS y contribuyó a liberar la ciudad de Raqa el pasado octubre.
Según el cada vez más autoritario presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) son una organización terrorista respaldada por EEUU. Esto debería bastar para hacerte sospechar de lo que Erdogan nos quiere vender, pero quizá no estés seguro. Son pocos los que en Occidente saben algo sobre las YPG. La mayoría de los estadounidenses ni siquiera ha oído hablar de ellas. Y si lo único que uno sabe es que son una organización armada siria al que un miembro de la OTAN considera terrorista… pues… en fin, Siria está llena de terroristas, ¿no?
Efectivamente, Siria está llena de terroristas, pero las YPG son de las pocas facciones armadas que se adhieren a las normas morales de combate occidentales en esa guerra. También es una de las escasísimas que son verdaderamente prooccidentales.
Las YPG están respaldadas por el Pentágono y 2.000 soldados estadounidenses, dentro del plan de Washington de tomar el control efectivo de un 28% del territorio sirio para que el ISIS no pueda volver. La mayoría de sus miembros son kurdos, aunque en sus filas se mezclan árabes, cristianos asirios y combatientes extranjeros, también mujeres en las Unidades de Protección de las Mujeres. Las YPG son el brazo armado del Partido de la Unión Democrática, fundado en 2003.
Su ideología no es islamista. Es de izquierdas. Defienden, dicho con sus propias palabras, “la igualdad social, la justicia y la libertad de culto”, junto al “pluralismo y la libertad de los partidos políticos”. Esperan aplicar una “solución democrática que incluya el reconocimiento de los derechos culturales, nacionales y políticos y desarrolle y potencie su lucha pacífica para poder gobernarse a sí mismos en una sociedad multicultural y democrática”. Se definen a sí mismos como socialistas libertarios, facción minoritaria del movimiento socialista global que rechaza los regímenes monopartidistas y el control autoritario del Estado sobre la economía.
También se adhieren a lo que llaman comunalismo, un conjunto de ideas propugnadas por Abdulá Ocalan, fundador del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) turco.
Es aquí donde las YPG se meten en problemas con Turquía.
Ocalan fundó el PKK en 1978 como movimiento separatista nacionalista kurdo e insurgencia marxista-leninista. Como casi todas las organizaciones guerrilleras comunistas –desde Sendero Luminoso en Perú a los Jemeres Rojos en Camboya–, el PKK es intrínsecamente propenso al terrorismo. Aunque ha atacado fundamentalmente a soldados y policías turcos, también ha cometido atentados contra objetivos civiles, como el perpetrado con coche bomba en Ankara el pasado marzo, que mató a decenas de personas e hirió a más de cien, y el que perpetró un terrorista suicida en la plaza Taksim de Estambul en 2010.
Los denominados Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK) se atribuyen algunos de los peores ataques contra Turquía. Los expertos discrepan sobre si están o no vinculados al PKK, pero como mínimo son una facción escindida y mucho más relacionada con el PKK que las YPG sirias.
En 1999 Ocalan fue detenido en Kenia por oficiales turcos de inteligencia; y rápidamente enviado a Turquía y condenado a muerte. Pero sigue vivo, porque Turquía abolió la pena de muerte con la esperanza de mejorar sus posibilidades de ser admitida en la Unión Europea. Hoy, Ocalan languidece en Imrali, una isla penitenciaria en el Mar de Mármara.
En la cárcel, Ocalan ha diluido su ideología comunista hasta convertirla en socialismo libertario. Y es a esta ideología, no a la de la vieja escuela cuasi estalinista del PKK, a la que se adhieren las YPG.
El PKK se sigue comportando como una organización terrorista. Los viejos hábitos de los 70 no sucumben fácilmente. Pero las YPG no existieron hasta 2003. Nunca atravesaron una etapa comunista o terrorista, y se inspiran en el Ocalan más moderado que se ablandó en la cárcel.
Las YPG se buscan problemas al inspirarse en cualquier cosa de Abdulá Ocalan, pero nunca han perpetrado un acto terrorista en Siria ni en ninguna otra parte, ni siquiera cuando los atentados eran algo cotidiano en Siria. De modo que, aunque sí exista una relación ideológica entre las YPG y el PKK, el Gobierno turco nunca ha sido capaz de identificar un solo acto de terrorismo cometido por las YPG, ni en Turquía, ni en Siria ni en ninguna otra parte.
Uno puede entender por qué las YPG sacan de quicio a Erdogan, pero ir a la caza de esta gente tiene el mismo sentido que atentar en Sudáfrica a comienzos de los 90 porque el entonces presidente Nelson Mandela había sido comunista, aunque su partido, el Congreso Nacional Africano, ni siquiera intentara construir un Estado comunista después de ganar las elecciones.
Pienses lo que pienses sobre el socialismo libertario del Kurdistán sirio, ni siquiera comparte franja horaria con el totalitarismo medieval del ISIS, la tiranía nacionalista laica del régimen del Partido Árabe Socialista Baaz de Asad en Damasco o el régimen putinesco del Erdogan neootomano.
Turquía puede llamar terroristas a los kurdos todo lo que quiera, pero eso no va a convertirlos en terroristas.
© Versión original (en inglés): World Affairs
© Versión en español: Revista El Medio
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