¿Está Netanyahu en su camino de salida?

Traducido para Porisrael.org por Dori Lustron

Llegará el día en que la gente de Israel habrá tenido suficiente de él, pero la suposición que este día está cerca puede ser un error.

La policía de Israel recomienda la acusación del Primer Ministro. Pero hay menos  cargos de corrupción de lo que sus críticos harán creer. Hasta que se demuestre lo contrario, sigue siendo el hombre indispensable de la política israelí.

El jueves, el Primer Ministro israelí Netanyahu hizo lo que mejor sabe hacer. Bloqueó una votación programada para presentarse en un comité la próxima semana sobre la anexión de ciertos asentamientos en Cisjordania. Al hacerlo, defendió hábilmente un desafío de sus socios de coalición de derecha. Al mismo tiempo, también protegió a Israel de una disputa innecesaria con una administración de Trump que se inclina fuertemente hacia el estado judío, pero hubiera tenido que reaccionar negativamente ante cualquier cosa que oliera a anexión.

Nadie más que Netanyahu es tan capaz de equilibrar los imperativos diplomáticos de Israel con su dinámica política interna. Su mezcla de política exterior y seguridad, junto con agudos instintos políticos, ha convertido al líder del Likud en una figura única en el panorama político del país. Las encuestas lo muestran constantemente como la única persona que se considera capacitada para ser liderada por la mayoría de los israelíes. Eso es especialmente cierto en comparación con sus supuestos reemplazos, como Yair Lapid de Yesh Atid o  Avi Gabbay de Unión Sionista.

Se agitan las preguntas sobre si la larga estadía de Netanyahu en la cumbre de la política israelí puede llegar a su fin pronto. Los medios de comunicación israelíes dicen que los jefes de la fuerza policial de Israel son unánimes al recomendar que se lo acuse de cargos de corrupción. Si bien la decisión final de presentar o no los cargos será presentada por el fiscal general de la nación, el problema sigue siendo preocupante, y no parece que vaya a desaparecer.

En respuesta, Netanyahu ha reaccionado con fuerza contra la policía. Eso ha provocado comparaciones con el presidente Donald Trump y sus defensores, que han estado atacando lo que creen que es la injusticia de la investigación del abogado especial Robert Mueller sobre posibles acusaciones de colusión con Rusia.

La comparación entre Trump y Netanyahu es lógica en el sentido limitado  que ambos hombres son vilipendiados por los medios de comunicación y las elites liberales en sus respectivos países. Pero la analogía entre Trump y Netanyahu, que se ve fortalecida por la cercanía del presidente a Israel, solo es de lejos. Los dos pueden ser semejantes en su propensión a hacer enemigos pero, por lo demás, no podrían ser más diferentes.

A pesar de sus diferencias de política y claro antagonismo personal al líder estadounidense, Netanyahu se parece más a Barack Obama. Ambos son expertos en políticas arrogantes a los que les gusta ejercer control sobre todo. También son virtuosos políticos que expulsan a sus oponentes del otro lado. Mientras que la creencia de Obama  que tenía que «salvar a Israel de sí misma» y apaciguar a Irán habría arruinado las relaciones con cualquier primer ministro israelí, las similitudes entre los dos hombres exacerbaron una situación ya difícil.

Los expertos estadounidenses critican rutinariamente a Netanyahu como alguien a quien le falta la visión y / o el coraje para hacer las paces con los palestinos. Sin embargo, es su visión de ellos la que está nublada. El Primer Ministro entiende algo captado por la mayoría de los israelíes, pero que escapa a muchos observadores extranjeros, incluido, a veces, Trump: –Los palestinos no están particularmente interesados ​​en la paz. A veces, los mejores movimientos son los que no se hacen, por lo que el rechazo de Netanyahu a ceder territorio adicional a una Autoridad Palestina que no reconocerá la legitimidad de un estado judío, sin importar de dónde se extraigan sus fronteras, es ampliamente respaldado por la mayoría de los israelíes. El dominio de la economía de Netanyahu también es prácticamente único entre los primeros ministros israelíes, incluida su actual cosecha de políticos.

Pero si, como su predecesor Ehud Olmert, Netanyahu termina en la corte luchando por su reputación y libertad, nada de eso puede importar. Una acusación lo paralizará, y hará que sea probable que el hombre que ha sido primer ministro durante los últimos nueve años (además de los tres años de su primer mandato en la década de 1990) no permanezca en el cargo por mucho tiempo.

Las comparaciones con Olmert, quien fue condenado por corrupción en serie desde sus años como alcalde de Jerusalén, son engañosas. Dos cargos principales son cabildeados contra Netanyahu, pero a pesar de los ominosos nombres que le da la policía, ninguno de los dos soporta el escrutinio.

El caso 1000 alega que Netanyahu tomó regalos de champán y cigarros de amigos ricos que valían cientos de miles de shekels. Pero mientras eso provoca comparaciones desfavorables con los padres fundadores israelíes ascéticos como David Ben-Gurion y Menachem Begin, no hay indicios  que ninguno de sus benefactores obtuviera nada a cambio. Si el soborno no fue parte de un quid pro quo, entonces no es un soborno.

El caso 2000 es aún más complicado. Se trata de conversaciones grabadas entre Netanyahu y el editor del periódico Yediot Aharonot, Arnon Mozes. Netanyahu pidió que Mozes redujera las críticas en su periódico, y a cambio dijo que haría algo para reducir la circulación de Israel Hayom, el diario gratuito que había superado a Yediot como el periódico más leído del país. Aunque Israel Hayom era propiedad del aliado de Netanyahu (y donador de JNS) Sheldon Adelson, considerando que Netanyahu no tenía la capacidad de cumplir esa promesa, la conversación fue ridícula. Tampoco es razonable afirmar que fue ilegal.

Netanyahu es culpable de tener una esposa con un temperamento famoso, que fue expuesta por una cinta reciente de una rabieta que tenía mientras criticaba a un subordinado. El comportamiento grosero de su hijo Yair también fue grabado y puesto en el registro para el público israelí. Toda la familia parece tener un sentido de derecho adquirido por años en el poder que con razón ofende a muchos israelíes.

Pero tanto el intento de enjuiciarlo por cargos tan endebles como el escrutinio intrusivo de su familia no dicen nada sobre su aptitud para el cargo. El principio estadounidense de los límites de mandato para los presidentes es una tradición que Israel podría considerar. Pero la razón por la cual Netanyahu, a pesar de no ser particularmente adorable, permanece en el poder es que realmente no hay una buena alternativa.

Es por eso que aquellos que cuentan los días hasta que lo desalojen de su cargo pueden estar equivocados. Nos guste o no, el astuto acto de equilibrio político de Netanyahu -y su coraje al decir no a los malos tratos para su país- todavía se necesitan. Llegará el día en que la gente de Israel habrá tenido suficiente de él, pero la suposición de que este día está cerca puede ser un error.

Jonathan S. Tobin es editor en jefe de JNS

https://www.jns.org/opinion/is-netanyahu-on-his-way-out/