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| lunes noviembre 25, 2024

Mahmud Abás vs. David Ben Gurión


El discurso que el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, dio el pasado 14 de enero ante el Comité Central de la OLP duró dos horas. Dejando de lado la frase “Ojalá tu casa quede destruida” que dirigió al presidente Trump –y que adquirió el rango de titular–, el examenhistórico del sionismo y del conflicto israelo-palestino que hizo Abás se basó en la crítica a Israel. Según el primer ministro Netanyahu, puso de relieve el meollo del conflicto: “El rechazo palestino a la existencia de un Estado judío, con independencia de sus fronteras”.

A los palestinos –especialmente a los más jóvenes–, buena parte del discurso les debió de resultar una aburrida lección de historia. Pero los discursos políticos de ese tipo a menudo están pensados para más de una audiencia. En este caso, el principal destinatario era la sociedad israelí, así como la comunidad internacional.

Siguiendo tendencias legales y morales especialmente demandadas en Europa Occidental, Abás se centró de nuevo en los aspectos del sionismo supuestamente problemáticos. Su análisis históricono pasa el menor test fáctico, pero es acríticamente aceptado en numerosos círculos, lo que representa un auténtico desafío para los políticos y formadores de opinión israelíes.

Bajo cualquier parámetro histórico, la revolución sionista –el increíble reagrupamiento de los dispersos y el establecimiento de un floreciente y muy exitoso Estado de Israel– es un fenómeno único e inaudito. Quienes insisten en verlo como una oleada migratoria más en el marco de los movimientos globales de población del siglo XX no comprenden la auténtica naturaleza de esa revolución.

Abás incidió en el punto clave que, a su juicio, hace a los palestinos la víctima principal del sionismo: si los judíos anhelaban un refugio seguro y la comunidad internacional quería procurarles uno, ¿por qué tenía que ser en Palestina, y a costa de los palestinos?

De todos los líderes del movimiento sionista, fue el padre fundador de Israel, David ben Gurión, quien se dedicó más extensamente a ese tipo de argumentos. A continuación citaré varios pasajes del discurso de Abás, acompañados de declaraciones de Ben Gurión sobre el mismo asunto.

– Abás: “¿Cómo empezó el problema en nuestra región? Hablan de la Declaración Balfour, promulgada hace cien años. Nos critican: ¿por qué habláis de algo que ocurrió hace cien años?; y nosotros decimos: seguiremos hablando de la Declaración hasta que Gran Bretaña pida disculpas y reconozca el Estado palestino”.

– Ben Gurión: “Nuestro derecho a la Tierra de Israel no deriva del Mandato [Británico] ni de la Declaración Balfour. Es previo. La Biblia es nuestro Mandato (…) Puedo decir en nombre del pueblo judío: la Biblia es nuestro Mandato; la Biblia, que fue escrita en hebreo y en esta misma tierra, es nuestro Mandato. Nuestro derecho histórico existe desde que existe el pueblo judío, y la Declaración Balfour y el Mandato lo reconocen y confirman”. (Testimonio prestado ante la Comisión Real Peel, enero de 1937, Bamaarja, vol. 1, pp. 77-78).

Una patria no es un regalo y no se adquiere por derechos y contratos políticos. No se compra con oro ni se conquista por la fuerza, sino que se levanta con sudor. Esta patria es la creación histórica y la empresa colectiva de un pueblo, el fruto del trabajo físico, espiritual y moral de sucesivas generaciones (…) La Tierra de Israel será nuestra no cuando así lo concedan los turcos, los ingleses o la próxima conferencia de paz (…), sino cuando nosotros, los judíos, la construyamos. Obtendremos el derecho auténtico y definitivo sobre esta tierra no de terceros, sino de nuestro trabajo. Para que la Tierra de Israel sea nuestra, la construiremos; la misión de nuestro movimiento revivalista es la construcción de la tierra” (Nueva York, septiembre de 1915,Memaamad Leam, p. 10).

– Abás: “El pensador egipcio Abdalwahab al Masri describió la entidad sionista de esta forma: ‘El objetivo de la creación de Israel es el establecimiento de un Estado colonial que no tiene conexión alguna con el judaísmo; es decir, explota a los judíos para sus fines’”.

–Ben Gurión: “La judía es una religión nacional, y encapsula toda las experiencias históricas del pueblo de Israel desde su concepción hasta el presente; de ahí que no sea fácil distinguir entre el aspecto nacional y el religioso” (Kojavim Veafar, p. 128).

El sionismo es una lucha fervorosa por la eternidad de Israel, y en estos años la eternidad de Israel se materializa en el Estado de Israel y en el Libro de Libros” (Kojavim Veafar, p. 155).

“El sionismo, como la fe del pueblo de Israel a través de las generaciones, determina que la Tierra de Israel podría resolver la cuestión judía por completo. No es una solución parcial para un pueblo, o para una parte de un pueblo, sino una solución total para todo un pueblo. Esto es, para cada judío que necesite y desee vivir en su patria ancestral. (…) El pueblo de Israel nunca ha creído en una dualidad de materia y espíritu. Sin su presencia física, la presencia espiritual del pueblo no puede sostenerse. El centro espiritual del pueblo judío sólo puede existir en un lugar terrenal”. (Discurso ante el 20º Congreso Sionista, agosto de 1937, Bamaarja, vol. 1, p. 238).

El Estado de Israel es fruto de la ancestral idea de la redención del pueblo judío (…) con el establecimiento del Estado, la visión redentora no se ha cumplido, porque la inmensa mayoría del pueblo judío aún sigue dispersa entre las naciones, y el Estado judío aún no es el cumplimiento de la redención judía, sólo es la vía principal para su redención” (Kojavim Veafar, p. 92).

–Abás: “Herzl fue una persona instruida que sabía de teatro y poesía y no tenía conexión con el sionismo. Sólo se ocupó del asunto cuando la cuestión judía empezó a emerger en Europa. Los judíos estaban desesperados por sus problemas generales y las crisis de sus comunidades, no por su religión”.

–Ben Gurión: “Desde un punto de vista judío, el sionismo no es sólo una huida de la persecución y las leyes restrictivas sino, en primer lugar, el amor a una patria y a la idea de la puesta en pie de un Estado-nación. Nuestro sionismo es un compuesto de ideología nacional, amor a la tierra y aspiración a la independencia política. Y de un deseo y una necesidad de asentarnos en la Tierra de Israel. Si al sionismo le quitas el centenario amor por la patria ancestral y la aspiración política a la independencia, se queda vacío de contenido”  (Bama’archa, vol. 2, p. 48).

“La definición del objetivo final del sionismo es nada menos que la redención completa y total del pueblo de Israel en su tierra, la reagrupación de los dispersos en el exilio y la soberanía nacional” (febrero de 1937, Bamaarja, vol. 1, p. 190).

“Lo que ocurrió en la Tierra de Israel el año pasado, lo que pasa cada día con los judíos en el Yemen, arroja una cruel luz sobre las posibilidades de que una minoría judía tenga un centro espiritual en un entorno árabe. Algunos de los campeones de la mayoría y del Estado judío distorsionan igualmente el verdadero contenido del sionismo. Una mayoría judía, ¿ese es de hecho el objetivo? Asumamos que hay un millón de árabes en el país. ¿Será la presencia de un millón más uno de judíos la solución para la cuestión judía? La realización del sionismo no depende del número de no judíos en el país, sino del número de judíos que tengan la capacidad y el deseo de asentarse ahí. No es el número de no judíos lo decisivo, sino el deseo y la necesidad del pueblo judío y de la capacidad del país, y tal capacidad no está predeterminada, sino que depende de la energía creativa del pueblo judío” (febrero de 1937, Bamaarja, vol. 1, p. 158).

En el invierno de 2008, estando al frente del Colegio Nacional de Defensa, me reuní en Moscú con el viceministro ruso de Exteriores, Alexandre Sultanov. En una conversación sobre por qué, si quieren vivir seguros, los judíos deberían hacerlo en la Tierra de Israel y no en, por ejemplo, Brooklyn, Sultanov dijo: “No puedo negar que es vuestra patria ancestral. Pero ¿por qué vuestros líderes no dejan de hablar de la conexión histórica y hablan sólo de seguridad?”.

El discurso de Abás debería llevar a los políticos y conformadores de opinión israelíes a hablar de nuevo de nuestra historia; a nuestro pueblo y al mundo entero.

© Versión original (en inglés): Begin-Sadat Center for Strategic Studies (BESA)
© Versión en español: Revista El Medio

 
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