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| miércoles noviembre 6, 2024

Los «nuevos generales» que ponen en jaque a la Revolución Iraní

El 11 de febrero se cumplió el 39º aniversario de la victoria Khomeinista y el régimen enfrenta cambios científicos, tecnológicos y digitales que no puede aplacar con misiles


El general Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Al-Quds, el general de división Mohammad Ali Jaafari, comandante de la Guardia, el general Rahim Safavi, asesor militar del líder espiritual y ex jefe de GRI y el general Mohsen Rezae
 El general Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Al-Quds, el general de división Mohammad Ali Jaafari, comandante de la Guardia, el general Rahim Safavi, asesor militar del líder espiritual y ex jefe de GRI y el general Mohsen Rezae

El escenario que muestra el mapa de la región en este aniversario pareciera ser positivo para los generales de la Guardia Revolucionaria Islámica (GRI): El general Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Al-Quds, el general de división Mohammad Ali Jaafari, comandante de la Guardia, el general Rahim Safavi, asesor militar del líder espiritual y ex jefe de GRI y el general Mohsen Rezae, secretario general y ex comandante de la Guardia transitan su mejor momento. Incluso es probable que los cuatro generales se sientan aliviados si miran el mapa regional.

 

Actualmente, Irán tiene un papel determinante en Irak, país al que domina a través de sus milicias adictas; por otra parte, en asociación con Rusia ha evitado la caída del régimen baasista y su aliado Assad, en Siria.

 

En tanto en el Líbano, hay quienes creen que las elecciones parlamentarias programadas para mayo consolidaran, por medios legítimos, la anexión del país dentro de la Media Luna Roja iraní. En cuanto a Yemen, los houtis continúan asumiendo su papel en el programa de colonización iraní sin desanimarse por la terrible situación humanitaria a la que han conducido al país.

 

La jactancia de los Generales de la Guardia Revolucionaria Iraní en los cuatro países no elimina las pésimas condiciones que transitan sus ciudadanos e instituciones políticas bajo injerencia de Teherán. En Irak, donde Irán está presente de forma categórica en el proceso de toma de decisiones, lamentablemente lo que se ve es un país roto y confundido entre sunitas y kurdos, a pesar de su importante victoria sobre ISIS, con el apoyo de la Alianza Internacional.

 

Siria, donde Moscú y Teherán han logrado salvar el régimen, se ha convertido en una jungla de banderas de estados y milicias que dibujan un escenario de país fracturado. Sobre Líbano, es difícil creer que está en su mejor momento como país libre y soberano, contrario a ello, es una víctima de la ocupación de Hezbollah, el ejército de ocupación iraní en el país. En cuanto a Yemen, todo sugiere que este país desafiante se convertirá en un estado fallido por la aventura de los houtis, socios de Teherán.

 

En contraste con los avances y logros, es difícil para los cuatro generales ignorar el hecho de que los últimos días han mostrado al mundo que la Revolución iraní está empezando a sufrir los síntomas de cumplir casi cuarenta años.

 

La carta abierta del dirigente de la oposición Mehdi Karroubi, enviada esta semana al líder espiritual es muy significativa. Karroubi escribió: «Los insto, antes de que sea demasiado tarde a dar lugar a las reformas estructurales del régimen con un diagnóstico preciso de la situación política, económica y exterior del país como también a una profunda evaluación de las políticas adoptadas en los últimos años».

 

Un día después de que Khamenei recibiera la carta de Karroubi, el régimen recibió una nueva advertencia (sincera o no) del presidente Hassan Rouhani. «Todos los líderes del país deben escuchar las demandas y deseos de la gente. El régimen anterior perdió todo, porque no escuchó la voz y la crítica de los ciudadanos «, afirmó Rouhani.

 

Está claro que Rouhani y Karroubi son conscientes del creciente resentimiento en la calle iraní y de la decepción de las nuevas generaciones con las políticas nacionales y las aventuras regionales que agotan las energías del país y lo ponen en conflicto permanente con la gente de la región y la mayoría del mundo.

 

Los dos hombres se dan cuenta que el acuerdo nuclear no fue la salvación final para el régimen; y que la actual administración estadounidense se está preparando para imponer un doloroso paquete de sanciones que privará a Teherán de cosechar los frutos del acuerdo firmado con el presidente Obama, porque convencerá a los inversores de que el momento de regresar a Irán aún no ha llegado.

 

Las sanciones tienen como objetivo hacer que Irán pague el precio de violar países, perturbar la estabilidad, apoyar el terrorismo, fabricar peligrosos sistemas de misiles balísticos y por amenazar la seguridad de las vías de navegación regionales.

 

Lo que muy probablemente sucederá con la revolución iraní no es nuevo. Cualquier análisis histórico indica que el tiempo es el enemigo más feroz de las revoluciones. Las acaricia pero luego las enreda y distorsiona. Simpatiza con ellas y luego las ataca. Las prueba y luego destruye sus auras.

 

El tiempo es despiadado. Separa las fantasías de los sueños y los arrastra a la fría realidad de las estadísticas. La peculiaridad de una revolución no es suficiente para inmunizarla contra reglas fijas. El cambio es la única salvación. Negarse a reconciliarse con el tiempo es la forma más rápida y directa de colapsar más temprano que tarde.

 

No hay ideas que se ajusten a todos los tiempos y lugares. Las ideas son el fruto de su tiempo y llevan consigo también las características del lugar. El tiempo, como un río, lleva consigo nuevas y diferentes ideas e interrogantes.

 

El Imperio de la KGB no pudo proteger la revolución de Lenin de cometer suicidio y el poderoso Partido Comunista Chino (PCCh) no pudo proteger la revolución de Mao Tse-Tungde las necesidades y los vientos de los tiempos de cambios y nada sugiere que la Guardia Revolucionaria de Irán tendrá éxito allí donde otros han fallado.

El presidente iraní, Hasan Rohani, con la imagen de los líderes supremos de fondo (AFP)

El presidente iraní, Hasan Rohani, con la imagen de los líderes supremos de fondo (AFP)

En este mes, la revolución iraní ingresara en sus cuarenta años desde que su victoria e implicancias han repercutido en toda la región y el mundo. Sin embargo, continúa siendo una revolución que nació imbuida de «la ideología y la religión», lo que la hace más débil que las dos mencionadas anteriores.

 

En el pasado, el partido de Lenin se parecía al propio Lenin, y el grupo de Mao reflejaba las creencias de Mao. Pero el tiempo ha cambiado, y aquí está la revolución de Khomeini enfrentando los problemas de ingresar en sus cuarenta años en un mundo muy diferente al de su nacimiento donde los generales de la Guardia Revolucionaria no han entendido que hay nuevos generales que representan una mayor amenaza para su régimen que los militares y generales estadounidenses.

Los nuevos «Generales», vienen de las revoluciones científicas, tecnológicas y digitales, son «Generales» a los que no se puede enfrentar con cohetes o movilizando milicias adictas y fanatizadas.

Mientras los viejos generales de la Guardia Revolucionaria de Irán no están entendiendo los movimientos de la política mundial, ni están escuchando que la sociedad civil iraní quiere vivir en un país normal, con inversión y estabilidad, la juventud iraní está volviéndose hacia esos nuevos «Generales» que ven en sus teléfonos inteligentes.

 

Los nuevos «Generales» que seducen a los jóvenes iraníes son muy diferentes a los militares de la Revolución Islámica, entre ellos que se cuentan el General de Google, Larry Page; el General de Microsoft, Bill Gates; el General de Amazon, Jeff Bezos; el General de Facebook, Mark Zuckerberg y el General de Apple, Tim Cook.

 

En consecuencia, si la revolución iraní no capta el significado profundo de las señales y los dolores de ingresar en sus cuarenta años en un mundo que cambia aceleradamente y marcha a la modernidad, y si Khamenei no reflexiona sobre lo que el tiempo ha hecho con otras revoluciones como las de Lenin y Mao, su revolución acabará como las anteriores

 
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