Di-s dice a Moshe que reciba de los Hijos de Israel aceite de oliva puro para la “llama eterna” de la Menorá que Aarón debía encender todos los días, “desde la tarde hasta la mañana”.
Son descriptas las ropas sacerdotales que debían ser vestidas por los Cohaním (sacerdotes) mientras realizan su servicio en el Santuario. Todos los Cohaním vestían: 1) ketonet – una túnica larga de lino; 2) mijnasaim – pantalones de lino; 3) mitznefet o migbaat – un turbante de lino; 4) avnet – un cinturón largo alrededor de las caderas.
Además, el Cohen Gadol (Sumo sacerdote) vestía: 5) efod – una especie de delantal hecho de lana teñida de colores azul, púrpura y rojo, lino e hilo de oro; 6) joshen – una placa que iba pegada al pecho, donde había engarzadas doce piedras preciosas grabadas con los nombres de las doce tribus de Israel; 7) meil – una túnica de lana azul con campanas y granadas de oro en su borde inferior; 8) tzitz – una placa de oro que se colocaba en la frente, con la inscripción “Santo para Di-s”.
Esta sección también incluye las instrucciones detalladas de Di-s para los siete días de iniciación de Aarón y sus cuatro hijos – Nadav, Avihú, Elazar e Itamar – en el sacerdocio, y para la confección del Altar de Oro donde el ketoret (incienso) era quemado.
¿Y DONDE ESTA MOSHE?
Desde la primera Parashá del libro del Éxodo hasta la última Parashá de la Torá el nombre de Moshé aparece en todas las Parshiot. ¿En todas? En realidad no. Justo en ésta no aparece ni una sola vez. ¿Por qué?
Para buscar una respuesta debemos remitirnos a la Parashá de la próxima semana, Ki Tisá (recordemos que la lectura de la Torá no sigue un orden cronológico). El pueblo de Israel le rinde culto al Becerro de Oro. Di-s le dice a Moshé que va a destruir al pueblo y que de Moshé va a hacer surgir un nuevo pueblo, ¿y cuál es la respuesta de Moshé? “Perdona a este pueblo o bórrame de Tu libro”, y como la palabra de los tzadikim siempre se mantiene firme, Di-s borró el nombre de Moshé de esta Parashá.
¡Qué ejemplo para los dirigentes de todos los tiempos! Moshé no aceptó que de él surgiera un nuevo pueblo, sino que prefirió ser borrado de la Torá para que no fuera exterminado el pueblo de Israel.
Para pensarlo, ¿no es así?
Parashat Zajor en Resumen
Por ser el Shabat previo a Purim, en el cual celebramos la caída de Haman, el Amalekita y la frustración de su malvado plan para destruir al pueblo judío, esta Parasha es complementada con la lectura de “Zajor” (Deuterenomio 25:17-19) en la cual leemos la orden divina de recordar la maldad de Amalek y de destruirlo de las faz de la tierra.
Recuerda lo que te hizo Amalek cuando ustedes salían de Egipto. Cuando salieron a tu encuentro en el camino, y estabas cansado y exhausto, cortaron el paso a los que se rezagaban detrás de ti, y no tuvieron temor de Dios. Por consiguiente, cuando Dios te dé paz de todos los enemigos en torno tuyo en la tierra que Dios tu Señor te está dando para ocupar como herencia, debes borrar la memoria de Amalek debajo de los cielos. No debes olvidar. (www.es.chabad.org)
Judíos y aceite
Por Yossy Goldman
Hoy las paredes del ghetto ya no nos secuestran del resto de la sociedad. Fraternizamos y hacemos negocios con no judíos diariamente y nos hemos ajustado completamente a la cultura occidental. La pregunta contemporánea es: ¿Cómo alcanzamos el equilibrio entre retener nuestra identidad judía por un lado, mientras al mismo tiempo somos ciudadanos del mundo, especialmente cuando ese mundo puede ser indiferente o aun hostil a nuestro judaísmo?
En la Parashá de esta semana leemos acerca del aceite de oliva puro que se le instruyó a Moisés que obtuviera para el encendido de la menorá en el Mishkan, el santuario construido en el desierto como el precursor del templo de Jerusalén. El Lubavitcher Rebe enseñó que el aceite guarda la fórmula secreta para vivir exitosamente una orgullosa vida judía en un entorno que puede estar muy lejos de ser judaicamente propicio.
Ustedes verán, el aceite es una paradoja. Por un lado se desparrama rápida y fácilmente, filtrándose y permeando las sustancias con las que entra en contacto. ¿Alguna vez trataron de secar el exceso de aceite de un latke de papa? Buena suerte. Su servilleta estará bastante engrasada en poco tiempo.
Por el otro lado, cuando se mezcla aceite con otros líquidos, el aceite tenazmente sube a la superficie y se rehúsa a ser absorbido por otra cosa. (Recuerdo mis días de estudiante en la Ieshivá, uno de mis compañeros de cuarto no tenía menorá para Janucá. Sin embargo, ingeniosamente juntó ocho botellas vacías, las llenó casi hasta arriba de agua y luego puso algo de aceite de oliva en las botellas. Quedé intrigado al ver que el aceite permanecía claramente distinguible del agua, como si flotara por encima de ella. Luego agregó una mecha, la encendió, y su menorá artesanal funcionó como por encanto. ¡Un milagro de Janucá de los días modernos!)
Como el aceite, los judíos también, a menudo se encuentran mezclados en una amplia variedad de círculos —social, de negocios, comunal o político. Y no hay nada malo en ello. Al mismo tiempo, sin embargo, debemos recordar no perder nuestra propia identidad. No debemos mezclarnos hasta el punto de permitir que nuestra persona judía sea tragada o diluida.
A menudo sentimos una fuerte presión, tanto real como imaginaria, para conformar las normas de nuestro entorno. Pocos entre nosotros disfrutan el destacarse como llamando la atención. El hecho es, sin embargo, que los otros nos respetan más cuando nos respetamos a nosotros mismos. Si somos desdeñosos en nuestro compromiso con nuestros propios principios, entonces nuestros asociados no judíos pueden preocuparse si no los traicionaremos a ellos próximamente.
Sólo un ejemplo. Toda gran ciudad del mundo tiene numerosos restaurantes kosher llenos de hombres de negocios judíos agasajando a socios no judíos, clientes o probables clientes. Algunos establecimientos pueden ser de más categoría que otros, pero todos parecen arreglarse y se cierran tratos. Uno puede ser perfectamente sociable sin abandonar los principios. La mayoría de la gente es bastante feliz de tener en cuenta las necesidades y sensibilidades individuales. Me parece a mí que son los judíos quienes más se quejan acerca de la disponibilidad de «buenos restaurantes kosher» que los no judíos. Nuestra aprensión acerca de declarar nuestros requerimientos religiosos es a menudo exagerada e infundada. Siempre que lo hagamos honesta, respetuosa y consistentemente, nuestra adhesión a un código de valores impresionará a nuestros asociados y los inspirará con más confianza en nuestra honestidad en todas las áreas de actividad.
Un amigo mío era un joven médico cuando fue llamado para un período de servicio militar nacional. Era obviamente religioso por su barba y su yarmulke. En realidad la barba no se ajustaba a las regulaciones del ejército y fue sólo con gran dificultad que logró un permiso especial para conservarla. Lejos de ser una molestia, se condujo con dedicación e integridad, y al final de su servicio salió con el máximo premio a la excelencia del Cirujano General. Fue un Kidush Hashem —una santificación pública de Di-s por un orgulloso judío practicante que se encontraba en un decididamente no judío entorno.
Sólo aprendan del aceite. Por todos los medios extiéndanse e interactúen con el resto del mundo. Pero recuerden su particularidad. Sean distintos y orgullosos y sepan donde trazar la línea. (www.es.chabad.org)
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