El mundo judío está dividido sobre si involucrar o excluir a los partidos populistas de derecha en Europa. La experiencia de los judíos en los Estados Unidos y Polonia sugiere que un enfoque pragmático serviría mejor a los intereses tanto de los judíos europeos como a los de Israel.
El aumento del populismo de derecha en Europa a menudo se compara con el auge del fascismo durante la década de los años 30’. Los líderes de la comunidad judía se han apresurado a atacar y boicotear a partidos tales como el Frente Nacional en Francia, la Alternativa für Deutschland (AfD) en Alemania y el Freiheitliche Partei (FPÖ) en Austria, condenándolos como herederos políticos de los movimientos antisemitas culpables del Holocausto
“Nunca más” compromete a los judíos europeos a defender los derechos humanos universales. Este compromiso hace que los líderes judíos europeos sean aún más hostiles ante la xenofobia derechista que al anti-sionismo izquierdista. Los judíos europeos son particularmente sensibles a los ataques contra las minorías religiosas y los políticos de derecha como Marine Le Pen refuerzan esos temores al pedir que se prohíban las kipás judías y las matanzas rituales de animales.
Otra razón por la cual los líderes judíos se niegan a entablar un diálogo con los partidos populistas de derecha es para evitar perjudicar las buenas relaciones con los partidos progresistas y el diálogo interreligioso con los musulmanes europeos.
Sin embargo, el mundo judío no está unido en su hostilidad hacia los partidos populistas. El ex-ministro Natan Sharansky y otros políticos israelíes han expresado comprensión por los políticos que se oponen a las políticas liberales migratorias. Uno de ellos Geert Wilders, el jefe del Partido por la Libertad en Holanda, es considerado el defensor más fuerte de Israel en Europa Occidental. Mientras tanto, los gobiernos derechistas en Hungría y Polonia se han ganado el agradecimiento judío por su historial de votos en la ONU, aunque la relación se vio empañada recientemente por la controversia sobre la nueva ley del Holocausto en Polonia. En el Bundestag alemán, la vice-líder del partido AfD Beatrix von Storch, se distinguió a si misma recientemente al denunciar el antisemitismo con una franqueza que avergonzó a los políticos de la corriente principal sin ninguna disponibilidad de ofender las sensibilidades islámicas.
Existe una tercera razón, además de su solidaridad con Israel y su oposición a la amenaza del antisemitismo islámico, para que algunos judíos se sientan impulsados a apoyar los partidos de derecha: su abierta defensa a la herencia judeocristiana occidental. Este argumento resuena especialmente entre los judíos europeos para quienes la fe religiosa es la piedra angular de su identidad. Estos judíos son ideológicamente cercanos a los partidarios judíos estadounidenses del Presidente Trump y del Partido Republicano.
La historia estadounidense moderna puede arrojar luz sobre el mejor curso de acción para las comunidades judías europeas. Tradicionalmente, los judíos estadounidenses han sido muy cautelosos con el Partido Republicano como lo son los judíos europeos contemporáneos con el Frente Nacional y el partido AfD. El Partido Republicano es visto por muchos judíos estadounidenses como atractivo para los nacionalistas, los fundamentalistas religiosos y los conservadores incondicionales, algunos de los cuales son a menudo antisemitas. Sin embargo, a pesar de estos temores, ninguna organización judía estadounidense principal ha boicoteado o emitido alguna condena general al Partido Republicano.
La sabiduría de los líderes judíos estadounidenses solo puede ser elogiada. No solo se ha demostrado que los presidentes republicanos y los líderes congresistas son fuertes amigos de Israel y del pueblo judío, sino que las políticas económicas republicanas han traído prosperidad sin precedentes a los judíos estadounidenses. Las organizaciones judías a menudo han criticado las posturas republicanas sobre el aborto, el control de armas y la separación de estado y la iglesia, pero tales críticas siempre tienen lugar dentro de un marco de diálogo y sensibilización de conciencia y no de boicots y de exclusión.
Existen precedentes alentadores que sugieren que un enfoque análogo pudiera tener éxito en Europa. En Polonia, donde el antisemitismo de derecha tiene raíces profundas, los esfuerzos del empresario ortodoxo británico-israelí Jonny Daniels han logrado contener la retórica anti-judía de los activistas de derecha y de los medios de comunicación. Estos logros de base se han visto coronados por el éxito en la diplomacia internacional: el gobierno derechista de Polonia se ha negado recientemente a votar a favor de la resolución de la ONU que condenaba el reconocimiento por parte del Presidente Trump de Jerusalén como la capital de Israel.
Jonny Daniels ha sido acusado por algunos líderes judíos polacos de vender los principios judíos a cambio de concesiones tácticas por parte de extremistas de derecha. No obstante, es innegable que el activismo de Daniels haya contribuido a la reducción del antisemitismo en Polonia y ha puesto de relieve la diversidad de posturas políticas que han sido acogidas por la comunidad judía, una diversidad que contrarresta el argumento antisemita que los judíos son una élite unilateral.
Sin embargo, incluso los líderes judíos que reconocen los beneficios de la participación de los partidos populistas entienden los puntos de no retorno de dicho compromiso. Para empezar, debe distinguirse claramente entre los partidos racistas de derecha tales como Golden Dawn en Grecia, Jobbik en Hungría y el NPD en Alemania y los partidos populistas de derecha que le dan la bienvenida a adeptos judíos y musulmanes tales como el Frente Nacional, el AfD y el FPÖ.
Además, el capital político judío debe ser invertido para combatir el racismo y la xenofobia. Los partidos populistas no deberían ser ridiculizados por los líderes judíos por criticar las enseñanzas islámicas que merecen ser criticadas. Sin embargo, los políticos deben ser reprendidos cuando se involucran en un fanatismo general en contra de los musulmanes europeos. Ahmed Aboutaleb, el alcalde de Rotterdam y Sadiq Khan, alcalde de Londres, han sido objeto de campañas racistas de difamación que las comunidades judías han condenado. Sin embargo, los líderes judíos no han boicoteado ni al Partido por la Libertad ni al UKIP, donde ambos toleraron estas campañas. La persuasión moral a través del diálogo y el compromiso son considerados más efectivos que los boicots.
El compromiso también debe tener como base la independencia política. Cuando los líderes comunitarios judíos asesoran o dirigen sus preocupaciones hacia los partidos políticos, debe quedar claro que ninguna de las partes involucradas será incorporada. El peor de los casos es uno en el que las comunidades judías se ven envueltas en querellas entre los partidos de derecha y de izquierda, perjudicando la reputación de los judíos como ciudadanos bien integrados con una gran cantidad de puntos de vista e inquietudes.
Es importante tener en cuenta que el surgimiento de los partidos de derecha con una agenda anti-islámica y anti-migración no es un fenómeno fugaz. A medida que los costos sociales, económicos y de seguridad de las miopes políticas de inmigración se vuelvan más evidentes y más dificultosos para los europeos, la popularidad de los partidos populistas aumentará. Mientras tanto, sus propuestas se incorporarán a las plataformas de los principales partidos europeos. Por lo tanto, aunque el compromiso judío de los partidos populistas de derecha es controversial en los círculos judíos de hoy día, a la larga es inevitable.
Los líderes de la comunidad judía que respetaron al anterior presidente Obama y al Papa Francisco por negociar con el Ayatolá Jamenei y con Raúl Castro, pero que se niegan a hablar con los partidos populistas en Europa, deberían reconsiderar la sabiduría y consistencia de sus posturas. Las concesiones a los tiranos en Irán y Cuba tienen más probabilidades de fracasar que el diálogo con el Frente Nacional, el partido AfD y el FPÖ, un diálogo que puede empujar a estos partidos a expulsar a los extremistas de sus filas y alcanzar respetabilidad moral y política. Es importante que las comunidades judías sean la voz de la razón y el pragmatismo en la política europea, que en cualquier caso es muy poco probable que repita los errores y crímenes de la década de los años 30’.
Rafael Castro es analista político educado en la Universidad Hebrea y Yale en Berlín. Sus escritos sobre política en el Medio Oriente aparecen regularmente en el diario en la red YNET
Traducido por Hatzad Hasheni
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