La Casa Blanca declaró el pasado día 4: “La misión militar en Siria para erradicar al ISIS está próxima a su fin, con el ISIS casi completamente destruido”. Aunque EEUU está “comprometido con eliminar la pequeña presencia del ISIS en Siria” que “nuestras fuerzas aún no han erradicado”, la Administración Trump ya tiene la vista puesta en “planes futuros”, en los que se contará mucho con otros países para “trabajar en pro de la paz y asegurar que el ISIS jamás resurja”. De hecho, el presidente ha prometido retirar “muy pronto” los cerca de 2.000 soldados norteamericanos desplegados en Siria.
Si esta retórica de la Administración Trump suena familiar, es porque lo es. El presidente Obama y sus asesores subestimaron completamente al ISIS –al que calificaron de grupo terrorista de tercera– y actuaron como si se tratara de una preocupación meramente local. Durante la campaña de las presidenciales de 2012, Obama proclamó que había llevado la guerra de Irak a un “final responsable” retirando a los últimos soldados americanos en diciembre de 2011. Obama buscaba desesperadamente que fueran otros quienes lideraran la lucha contra los yihadistas en Irak. Pero la apresurada retirada norteamericana, motivada en parte por cuestiones políticas, allanó el camino para el surgimiento del ISIS. A mediados de 2014 el ISIS se había hecho con vastas extensiones de territorio en Irak y Siria, había proclamado su califato, proliferado y devenido una amenaza internacional.
Trump se arriesga a caer en la misma trampa que su predecesor. El presidente claramente se muere de ganas de proclamar la victoria sobre el ISIS en Siria. Pero en estos momentos una retirada no haría sino dar al ISIS la posibilidad de volver a crecer. El ISIS no está acabado en Siria; ni en Irak. Este último país ni siquiera fue mencionado en la declaración de la Casa Blanca. Y los fanáticos de Abu Baker al Bagdadi siguen manteniendo una cohesiva red global fuera de esos dos países.
Cuando el ISIS empezó a perder el control sobre su capital –Raqa– y su entorno en el norte de Siria, algunas de sus más importantes figuras se trasladaron a una serie de localidades ribereñas del Éufrates en la provincia de Deir Ezor. La coalición liderada por EEUU tomó nota y, desde principios de 2017, realizó una serie de raids de fuerzas especiales y ataques con drones contra comandantes del ISIS en la zona de Al Mayadín. Esas operaciones exitosas eliminaron a yihadistas responsables de planear ataques terroristas por todo el mundo y de liderar fuerzas guerrilleras en Irak y Siria. Simultáneamente, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), respaldadas por EEUU, penetraron en Deir Ezor, donde acorralaron a numerosos combatientes del ISIS.
El cerco contra el ISIS se estaba estrechando en el este de Siria cuando Turquía lanzó la operación Rama de Olivo, en enero. La ofensiva turca tenía por objetivo hacer retroceder a los milicianos kurdos de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), afiliadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización designada terrorista por EEUU. Los combatientes de las FDS, muchos de los cuales son asimismo miembros de las YPG, dejaron la primera línea de batalla contra el ISIS en el este de Siria para ayudar a sus hermanos kurdos en Afrín, lo cual forzó al Pentágono a reconocer a principios de marzo que la campaña contra el ISIS había entrado en una “pausa operacional”, expresión que no alude precisamente a una victoria inminente.
La secuencia de los acontecimientos muestra los peligros que entraña confiar a otros la dirección de la guerra contra el ISIS. Las fuerzas que combaten al ISIS en Siria tienen agendas divergentes, y sólo la presencia norteamericana las mantiene centradas en los hombres del califato. Por su parte, el ISIS ha demostrado una significativa capacidad de combate en Deir Ezor desde la “pausa” no intencionada en la campaña norteamericana. La rama del ISIS presente en la “provincia del Éufrates” difunde regularmente material propagandístico que glorifica las acciones de los yihadistas contra los combatientes leales al régimen de Bashar al Asad. En las imágenes a menudo se ve a miembros del ISIS utilizando SPG-9s (cañones sin retroceso montados sobre trípodes) o artillería antiaérea, matando soldados sirios o detonando explosivos. El ISIS de Wilayat Furat (la Provincia del Éufrates) todavía tiene tiempo de comunicar su emergente gobierno y sus esfuerzos proselitistas.
El ISIS opera además en el resto de Siria. El Ejército de Jalid ben al Walid, abiertamente leal a Bagdadi, combate tanto al régimen de Asad como a facciones insurgentes rivales en las inmediaciones de Damasco. Otras unidades del ISIS perpetran ataques en el norte del país.
Aunque el comunicado de la Casa Blanca no hizo alusión a Irak, tampoco ahí ha sido el ISIS completamente derrotado. El sedicente califato se extendió por ambos países en el ápice de su poderío, así que la omisión es, como mínimo, extraña. Varias zonas de Irak siguen infestadas de miembros del ISIS, empezando por la disputada provincia de Kirkuk, en la que las fuerzas gubernamentales iraquíes y las kurdas se enfrentaron el año pasado. Oficiales iraquíes no identificados relataron recientemente a Associated Press que el ISIS ha matado a “entre 150 y 200 miembros de las fuerzas de seguridad [iraquíes] (…) en los últimos meses”. De hecho, el ISIS dice haber matado o herido sólo en Kirkuk a decenas de oficiales iraquíes de seguridad desde el pasado diciembre. En las últimas semanas, en esa provincia, el ISIS ha montado puestos de control falsos, quemado casas de enemigos, detonado coches bomba con terroristas suicidas y asesinado a funcionarios públicos. A finales del mes pasado, nueve policías fueron capturados en la carretera de Kirkuk a Bagdad y ejecutados. En otras zonas de Irak, como las provincias de Diyala y Anbar, hay evidencias de que el ISIS ha incrementado su actividad.
Fuera de Irak y Siria, franquicias del ISIS han perpetrado ataques regularmente en puntos calientes de Afganistán, Somalia, el Sinaí, África Occidental y el Yemen. Y hay poderosa evidencia de que el ISIS mantiene una importante presencia en Libia y las Filipinas pese a los retrocesos que ha experimentado en ambos países.
No hay duda de que el ISIS ha sufrido grandes pérdidas desde 2014. Pero la Casa Blanca exagera su debilidad. Asimismo, nada dice en su comunicado sobre Al Qaeda ni sobre la organización denominada Hayat Tahrir al Sham, pero es posible que estos yihadistas presentes en el noreste de Siria, rivales del ISIS y atacados en el pasado por EEUU, reclamen la atención americana en el futuro.
Ya hemos visto lo que pasa cuando los presidentes buscan dar por cumplida una misión antes de que verdaderamente lo esté. El ISIS y Al Qaeda ya se han recuperado en otras ocasiones. Sería un error darles la oportunidad de volver a hacerlo.
© Versión original (en inglés): Foundation for Defense of Democracies (FDD)
© Versión en español: Revista El Medio
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