Está terminando una semana verdaderamente histórica para Oriente Medio, que comenzó con la decisión del Presidente de Estados Unidos Donald Trump de retirarse del acuerdo nuclear con Irán y siguió con el durísimo golpe asestado por la Fuerza Aérea de Israel a la infraestructura militar iraní en Siria.
En principio podría parecer que se trata de dos escenarios separados e independientes , pero en la práctica, están muy relacionados. Consultamos al respecto a uno de los grandes expertos en la temática de la región, el Profesor Uzi Rabi de la Universidad de Tel Aviv, quien fue categórico: “La aureola de legitimidad que el acuerdo nuclear dio a Irán, le permitió agudizar sus actividades en otros escenarios, creer que puede hacer lo que quiere en otros marcos, tanto desarrollando misiles balísticos como aumentando su presencia militar en Siria, para atacar a Israel”.
Es un hecho concreto en el terreno, que en los casi tres años desde la suscripción del acuerdo nuclear, Irán ha intensificado sus esfuerzos desestabilizadores en diferentes partes de la región- Siria, Yemen, Irak- a fin de imponer su hegemonía, como cabeza del eje chiita. No es casualidad que este jueves, el Ministro de Relaciones Exteriores de Bahrein en el Golfo Pérsico-uno de los regímenes sunitas opuestos a Teherán- haya declarado que “mientras Irán intenta alterar el status quo en la región, todos los países, incluyendo Israel, tienen derecho a defenderse”. Mucho se ha hablado en los últimos años sobre la comunidad de intereses entre Israel y países árabes sunitas del Golfo, pero una declaración abierta y pública de este tipo, tiene un peso especial.
El gran desafío de Israel era cómo maniobrar entre su deseo de frustrar a tiempo ataques iraníes en su contra y la necesidad de tener una oportunidad para asestar un duro golpe a la infraestructura militar iraní en Siria. Dado que Israel no tiene interés en una escalada o una guerra abierta, maniobrar entre esas dos puntas no era nada fácil.
La oportunidad la dio un ataque lanzado por la fuerza Al Quds de las Guardias Revolucionarias de Irán en Siria, hacia bases militares en los altos del Golan, en el norte de Israel. De los 20 misiles disparados, 4 fueron exitosamente interceptados por las baterías de la “Cúpula de Hierro” y los otros 16 cayeron dentro del propio territorio sirio. El amplísimo operativo aéreo lanzado poco después en respuesta al ataque iraní, tuvo evidentemente un objetivo mucho más grande que la contestación puntual, y apuntó a un debilitamiento clave de la presencia militar de Irán en Siria.
Lo que determinó la gran envergadura del operativo militar israelí del jueves temprano a la madrugada, fue la comprensión del hecho que abstenerse del mismo no garantizaba calma, sino muy por el contrario, aseguraba que esa presencia iraní en Siria se asentara y fortaleciera de tal modo, que más adelante sería imposible debilitarla. La disyuntiva era entre correr ahora el riesgo de verse enfrascado en una guerra, cuando todavía se puede hacer algo contra Irán en Siria, o dejar que el tiempo pase e Irán se fortalezca tanto en territorio sirio que ya no se lo pudiera sacar.
Cabe suponer que frente a sus ojos, el Primer Ministro Netanyahu, el Ministro de Defensa Liberman y el Comandante en Jefe del Ejército Aizenkot, tenían presente el ejemplo de Hizbala en Líbano, asentado de modo tal que tiene 140 mil misiles capaces de cubrir Israel, convertido ya prácticamente (después de las elecciones del domingo), en dueño y señor del país.
De todos modos, el operativo israelí fue lanzado recién cuando Irán trató de atacar su territorio.
Dicho sea de paso, Irán había prometido “venganza” contra Israel, por la muerte de varios oficiales iraníes en un ataque atribuido a Israel contra la base T4 cerca de Homs semanas atrás, ataque en el que se habría destruido un cargamento de misiles iraníes. Pero en realidad, el primero en cambiar las reglas del juego fue Irán, que en febrero último envió desde Siria un dron a infiltrarse a Israel. El dron fue derribado a tiempo por Israel. Y recientemente se reveló que estaba armado, cargado de explosivos para cometer un atentado en Israel.
El ataque dirigido hacia el Golan en Israel, no sorprendió a nadie, porque Irán ya había prometido “venganza”. Pero nos atrevemos a afirmar que la respuesta israelí dejó a muchos pasmados en Irán. “Fue el operativo más amplio de la Fuerza Aérea en los últimos 20 años”, declaró el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel Brigadier General Ronen Manelis, estimando que “a Irán le costará mucho tiempo y recursos reponerse de lo que le hemos destruido”. Aproximadamente 50 blancos militares de todo tipo, todos de las Guardias Revolucionarias iraníes, fueron destruidos. El mensaje a Irán fue no sólo en el resultado mismo del debilitamiento de su presencia militar en Siria, sino en el impresionante nivel de la Inteligencia israelí y de la capacidad operativa de su Fuerza Aérea.
Evidentemente, en guerra y pulseadas, no cuenta sólo la situación objetiva en el terreno sino la forma en que cada parte percibe lo que está ocurriendo. Es imposible que Irán no haya captado lo duro del golpe que recibió, pero eso aún no significa que haya renunciado a sus intenciones en Siria. La cúpula israelí es cautelosa al respecto.
Sea como sea, la reciente retirada del acuerdo nuclear por parte de Trump, impone cautela también a Irán, más allá de sus abiertas condenas a Estados Unidos. Por ahora, le quedan los aliados europeos –varios de los cuales criticaron a Irán por haber lanzado un ataque contra Israel- y debe tratar de hacer méritos para no aislarlos.
Esta semana, Irán sintió en carne propia que hay quien está decidido a desafiar sus intentos hegemónicos en Oriente Medio. Trump dejó en claro a Irán que a diferencia de su antecesor, no está dispuesto a ver en los Ayatolas parte de la solución, sino el problema, y que no les cree nada. Por su parte, Netanyahu les dejó en claro a qué se refiere cuando dice “no permitiremos que Irán se asiente sobre nuestra frontera, en Siria, para atacarnos”.
El alerta, sin embargo, no puede desaparecer, muy especialmente teniendo en cuenta que quien decide en Irán es el líder supremo Ali Khamenai, obsesionado con el poderío hegemónico del régimen en la región. Las sumas millonarias que Irán recibió a raíz del levantamiento de las sanciones económicas cuando la firma del acuerdo nuclear, no fueron destinadas a mejorar la situación del pueblo iraní, sino a esfuerzos militares para desestabilizar la región.
Y cuando el enemigo es un régimen de ese cariz, que no piensa en su pueblo, sus vecinos, especialmente aquellos a quienes amenaza con la destrucción, deben mantenerse alertas.
Está terminando una semana verdaderamente histórica para Oriente Medio, que comenzó con la decisión del Presidente de Estados Unidos Donald Trump de retirarse del acuerdo nuclear con Irán y siguió con el durísimo golpe asestado por la Fuerza Aérea de Israel a la infraestructura militar iraní en Siria.
En principio podría parecer que se trata de dos escenarios separados e independientes , pero en la práctica, están muy relacionados. Consultamos al respecto a uno de los grandes expertos en la temática de la región, el Profesor Uzi Rabi de la Universidad de Tel Aviv, quien fue categórico: “La aureola de legitimidad que el acuerdo nuclear dio a Irán, le permitió agudizar sus actividades en otros escenarios, creer que puede hacer lo que quiere en otros marcos, tanto desarrollando misiles balísticos como aumentando su presencia militar en Siria, para atacar a Israel”.
Es un hecho concreto en el terreno, que en los casi tres años desde la suscripción del acuerdo nuclear, Irán ha intensificado sus esfuerzos desestabilizadores en diferentes partes de la región- Siria, Yemen, Irak- a fin de imponer su hegemonía, como cabeza del eje chiita. No es casualidad que este jueves, el Ministro de Relaciones Exteriores de Bahrein en el Golfo Pérsico-uno de los regímenes sunitas opuestos a Teherán- haya declarado que “mientras Irán intenta alterar el status quo en la región, todos los países, incluyendo Israel, tienen derecho a defenderse”. Mucho se ha hablado en los últimos años sobre la comunidad de intereses entre Israel y países árabes sunitas del Golfo, pero una declaración abierta y pública de este tipo, tiene un peso especial.
El gran desafío de Israel era cómo maniobrar entre su deseo de frustrar a tiempo ataques iraníes en su contra y la necesidad de tener una oportunidad para asestar un duro golpe a la infraestructura militar iraní en Siria. Dado que Israel no tiene interés en una escalada o una guerra abierta, maniobrar entre esas dos puntas no era nada fácil.
La oportunidad la dio un ataque lanzado por la fuerza Al Quds de las Guardias Revolucionarias de Irán en Siria, hacia bases militares en los altos del Golan, en el norte de Israel. De los 20 misiles disparados, 4 fueron exitosamente interceptados por las baterías de la “Cúpula de Hierro” y los otros 16 cayeron dentro del propio territorio sirio. El amplísimo operativo aéreo lanzado poco después en respuesta al ataque iraní, tuvo evidentemente un objetivo mucho más grande que la contestación puntual, y apuntó a un debilitamiento clave de la presencia militar de Irán en Siria.
Lo que determinó la gran envergadura del operativo militar israelí del jueves temprano a la madrugada, fue la comprensión del hecho que abstenerse del mismo no garantizaba calma, sino muy por el contrario, aseguraba que esa presencia iraní en Siria se asentara y fortaleciera de tal modo, que más adelante sería imposible debilitarla. La disyuntiva era entre correr ahora el riesgo de verse enfrascado en una guerra, cuando todavía se puede hacer algo contra Irán en Siria, o dejar que el tiempo pase e Irán se fortalezca tanto en territorio sirio que ya no se lo pudiera sacar.
Cabe suponer que frente a sus ojos, el Primer Ministro Netanyahu, el Ministro de Defensa Liberman y el Comandante en Jefe del Ejército Aizenkot, tenían presente el ejemplo de Hizbala en Líbano, asentado de modo tal que tiene 140 mil misiles capaces de cubrir Israel, convertido ya prácticamente (después de las elecciones del domingo), en dueño y señor del país.
De todos modos, el operativo israelí fue lanzado recién cuando Irán trató de atacar su territorio.
Dicho sea de paso, Irán había prometido “venganza” contra Israel, por la muerte de varios oficiales iraníes en un ataque atribuido a Israel contra la base T4 cerca de Homs semanas atrás, ataque en el que se habría destruido un cargamento de misiles iraníes. Pero en realidad, el primero en cambiar las reglas del juego fue Irán, que en febrero último envió desde Siria un dron a infiltrarse a Israel. El dron fue derribado a tiempo por Israel. Y recientemente se reveló que estaba armado, cargado de explosivos para cometer un atentado en Israel.
El ataque dirigido hacia el Golan en Israel, no sorprendió a nadie, porque Irán ya había prometido “venganza”. Pero nos atrevemos a afirmar que la respuesta israelí dejó a muchos pasmados en Irán. “Fue el operativo más amplio de la Fuerza Aérea en los últimos 20 años”, declaró el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel Brigadier General Ronen Manelis, estimando que “a Irán le costará mucho tiempo y recursos reponerse de lo que le hemos destruido”. Aproximadamente 50 blancos militares de todo tipo, todos de las Guardias Revolucionarias iraníes, fueron destruidos. El mensaje a Irán fue no sólo en el resultado mismo del debilitamiento de su presencia militar en Siria, sino en el impresionante nivel de la Inteligencia israelí y de la capacidad operativa de su Fuerza Aérea.
Evidentemente, en guerra y pulseadas, no cuenta sólo la situación objetiva en el terreno sino la forma en que cada parte percibe lo que está ocurriendo. Es imposible que Irán no haya captado lo duro del golpe que recibió, pero eso aún no significa que haya renunciado a sus intenciones en Siria. La cúpula israelí es cautelosa al respecto.
Sea como sea, la reciente retirada del acuerdo nuclear por parte de Trump, impone cautela también a Irán, más allá de sus abiertas condenas a Estados Unidos. Por ahora, le quedan los aliados europeos –varios de los cuales criticaron a Irán por haber lanzado un ataque contra Israel- y debe tratar de hacer méritos para no aislarlos.
Esta semana, Irán sintió en carne propia que hay quien está decidido a desafiar sus intentos hegemónicos en Oriente Medio. Trump dejó en claro a Irán que a diferencia de su antecesor, no está dispuesto a ver en los Ayatolas parte de la solución, sino el problema, y que no les cree nada. Por su parte, Netanyahu les dejó en claro a qué se refiere cuando dice “no permitiremos que Irán se asiente sobre nuestra frontera, en Siria, para atacarnos”.
El alerta, sin embargo, no puede desaparecer, muy especialmente teniendo en cuenta que quien decide en Irán es el líder supremo Ali Khamenai, obsesionado con el poderío hegemónico del régimen en la región. Las sumas millonarias que Irán recibió a raíz del levantamiento de las sanciones económicas cuando la firma del acuerdo nuclear, no fueron destinadas a mejorar la situación del pueblo iraní, sino a esfuerzos militares para desestabilizar la región.
Y cuando el enemigo es un régimen de ese cariz, que no piensa en su pueblo, sus vecinos, especialmente aquellos a quienes amenaza con la destrucción, deben mantenerse alertas.
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