Janet Cwajgenbaum de Swierzenski en su refugio al lado de su oficina
El martes amaneció con una fuerte ofensiva de Hamas y Jihad Islámico, que en un día lanzaron casi 100 proyectiles hacia Israel. Los primeros atacados fueron los habitantes de las zonas de Eshkol y Shaar HaNeguev. Pocas horas después, las alarmas se fueron extendiendo y también alcanzaron a la zona más al norte, incluyendo el kibutz Zikim donde hay varios uruguayos. Pedimos a algunos de ellos su testimonio. Les agradecemos el tiempo dedicado a esto, en medio de la tensión en la zona.
ENRIQUE VOLINSKI (58)
Radicado en Israel en 1981, con un “garín” de Hashomer Hatzair. Casado con Berta. Formamos una linda familia en el Kibutz Zikim, con cuatro hijos, cuatro nietos y el quinto en camino. Vivimos al sur de la ciudad de Ashkelon, en la frontera norte de la franja de Gaza. Estudié el primer título en economía y el segundo en recursos humanos.
Justo en momentos de sentarme a escribir estas lineas, a media noche, nuevamente se escucha «Color Rojo», «Color Rojo», la alarma que indica que han disparado un misil en nuestra dirección. Bajo rápidamente las escaleras. Me encuentro con Berta (que ya estaba durmiendo) en el cuarto de seguridad, donde duerme mi hija Meital, que también se despierta. Esperamos dos minutos y cada uno vuelve a sus asuntos. Retomo el teclado y entonces escucho desde la base militar cercana «volver a la rutina «, «volver a la rutina». De más está decir lo difícil que suena eso, después de un día de seis alarmas en nuestro kibutz y más de 70 misiles disparados por nuestros vecinos.
La idea al llegar aquí era desarrollar una sociedad justa para el pueblo judío y vivir en paz con todos los vecinos. Lamentablemente la situación es de pausas más o menos cortas, más o menos tensas, entre guerras. Cuando nació mi hijo mayor (Ianai, hoy de 36) esperábamos que al llegar a los 18 , se habría logrado ya la paz y que no fuera ya necesario enrolarse al ejército. Cuando nació mi nieta mayor (Adi, 3), ya sabíamos que la paz no se ve en el horizonte.
Se puede decir que Zikim es un kibutz galuiot, un crisol de diásporas. Hay miembros nacidos en Israel y olim de los cinco continentes, con un alto porcentaje de sudamericanos. A un kilómetro del mar, con dos fábricas, un tambo grande, árboles de palta y muy buena gente. Un verdadero paraío.
Hace una hora que estoy escribiendo y nuevamente «Color Rojo», «Color Rojo»… ya saben queridos lectores qué hay que hacer.
Aunque les parezca imposible en esta loca realidad, en el kibutz mantenemos una vida (casi) normal. Trabajamos en el kibutz y también fuera, estudiamos, producimos, cocinamos, etc. Los padres mandan a los chicos, que no conocen otra realidad, a las escuelas y jardines, que están construidos contra bombas. Los viajes por la zona, en especial de los niños, producen mucha tensión, más que nada en días como estos,
En los últimos años, desde la retirada Israelí de la Franja de Gaza (setiembre 2005), cayeron en Zikim varias bombas. En el tambo mataron a varias vacas, en las dos fábricas hicieron algun daño. Dos veces al lado de las casas de los niños, con dos chicos con pequeños rasguños y problemas de oídos por el ruido de la explosión. Uno de ellos era mi hijo menor (Ilan, 23) cuando tenía unos 9 años.
Ahora escucho de la base «volver a la rutina «, «volver a la rutina». ¿Les parece posible? Trataremos …
El grupo Hamas tomó el poder en Gaza. Tienen ayuda económica de Europa y de países árabes. En lugar de utilizar el dinero para construir escuelas, universidades, hospitales y teatros, lo usan para comprar y desarrollar armas y construir túneles para atacar a Israel. La población general allí, que seguramente está interesada al igual que nosotros en trabajar y educar a sus hijos en paz, sufre por la política de sus líderes y también por la reacción de Israel, que la convierte en la cárcel más grande del mundo.
Los líderes de Israel y de los palestinos deben entender que la violencia lleva siempre a más violencia. Un bombardeo provoca otro. Heridos, muertos y daños materiales de ambos pueblos. Y así todos perdemos.
Otra vez «Color Rojo», «Color Rojo». Uffffffffff.
Gabo Altmark y su familia
Nací en Montevideo, radicado en Israel desde 1996. Llegué con mi kvutza (grupo) de Hashomer Hatzair directo al kibutz Zikim, donde vivo también hoy. Soy “raftan” de profesión (trabajo en el tambo) y mazkir del kibutz (secretario general), de vocación.
Estoy casado con Beata Rostum y tenemos 3 hijos, Adam, Noam y Ariel.
La situación que se vive en el kibutz es de un estrés relativo, porque después de más de 10 años en esta situación, en la cual las alarmas son parte de la rutina y los paseos en el kibutz con los niños se planifican de acuerdo a dónde hay cuartos protegidos (miguniot), el cuerpo y el alma se acostumbran a la calma.
Esta calma se terminó este martes a la mañana con las noticias de la zona.Y se terminó en el kibutz a las 16 hs, en el momento que entramos por la puerta principal luego de un paseo por Jerusalem junto con mis padres, que se encuentran de visita de Uruguay.
Estando en Abu Ghosh, al preguntar mis padres qué hacer en caso de alarma si estamos manejando, con mucha seguridad les reciclé las instrucciones del Comando de Defensa Civil del ejército: “bajarse del auto y buscar un lugar seguro o tirarse al piso y protegerse la cabeza”. Pero lo dije convencido de que no hay ninguna posibilidad de que eso ocurriese.
Pero justamente cuando estábamos entrando al kibutz, con toda la familia en el auto (adultos y nios), oímos el “tzeva adom”, la alarma. El cuerpo empieza a funcionar automáticamente. Diez años de experiencia no se olvidan fácilmente. Y en menos de 15 segundos estábamos en una “migunit”. Cinco segundos más tardes se escucharon tres explosiones, que resultaron ser las interceptaciones en el aire de tres de los cohetes, por parte de “Kipat Barzel”, la “Cúpula de Hierro”.
Diez segundos más, y todos vuelta al auto. En 30 segundos estábamos en casa. Los niños mirando televisión y los adultos tomando café y comiendo los dos últimos alfajores, como si nada hubiera pasado.
Así se vive en el kibutz estos 10 últimos años.
Testimonio
Post de Janet Cwajgenbaum de Swierzenski en Facebook
Martes 29 de mayo
Desde el 2014 que no habíamos tenido tantas alertas no sólo aquí en el sur sino en toda la zona lindera a la franja…desde Egipto hasta Ashkleon literalmente y los poblados y ciudades cercanos.
Desde el 2014 que no amanecía con alarmas, ni elegía mis zapatos en base a si voy a tener que salir corriendo al refugio más cercano…triste realidad, callejón sin salida, políticos -y no digo líderes- que manejan el poder de la guerra o la paz a cuestas y expensas de sus pueblos…hoy, todos, atacantes y atacados, todos perdemos.
Israel festejó 70 años de progreso a pesar de las hostilidades y guerras y se convirtió en un país de primer nivel,… el conflicto cumplió tristes 70 años y la Autoridad Palestina y la Franja de Gaza cumplieron 70 años de estancamiento, atraso, bajo nivel de vida, generaciones que crecen en el odio bajo regímenes que no les favorecen…70 años!!! Buena edad para jubilar las guerras no?
Eso pasa por haber salido de Gush Katif y otros asentamientos