En las últimas semanas hemos tenido que ordenar ideas y conceptos para plantear en distintos marcos y ante audiencias variadas, la problemática especial con la que lidia Israel. Desde comunidades judías en Sudamérica (Bogotá, Lima y Quito) hasta un grupo de Presidentes de Comisiones de Asuntos Exteriores de Parlamentos latinoamericanos (México, Perú, Honduras, Guatemala y Argentina) de visita en Israel y un grupo de periodistas de 15 países latinoamericanos invitados a un seminario de la Histadrut.
Lo que nos parece siempre obvio por conocer la realidad en el terreno, parece no tan evidente a todos.
– El conflicto entre árabes e israelíes es complejo y sus raíces van mucho más allá de los titulares de la prensa internacional de hoy. Pero mucha gente, periodistas incluidos, que no lo conocen a fondo y tampoco lo entienden cabalmente, opina sobre el tema con facilidad y en forma categórica. Ni que hablar de la ligereza con que mucha gente, en redes sociales, en el espacio público, se considera autorizada a emitir juicio, aunque desconoce los puntos más básicos del problema.
– En general se ve a los palestinos como la víctima del conflicto y a Israel como el responsable de sus desgracias. Se tiende a hacer caso omiso del pecado original del rechazo de la resolución de las Naciones Unidas que recomendaba la creación de un Estado judío y otro árabe en la tierra en la que funcionaba el Mandato Británico. Tampoco se presta atención en general a las diversas oportunidades en las que los palestinos recibieron propuestas de paz para la creación de un Estado palestino, con sendas retiradas de los territorios en disputa, siendo todas ellas rechazadas con distintos argumentos o pretextos.
– No parece políticamente correcto discutir con los palestinos. En general se tiende a aceptar como palabra santa lo que declaran y comunican, sin confirmar la veracidad de sus palabras. Uno de los ejemplos más notorios, es el uso constante del término “los territorios palestinos ocupados”. Este sugiere, aún sin decirlo explícitamente, que había un Estado palestino independiente e Israel llegó y lo ocupó por la fuerza.
Evidentemente, eso no ocurrió jamás porque nunca existió un Estado palestino en la historia. Cisjordania era parte de Jordania y la Franja de Gaza se hallaba bajo ocupación de Egipto, cuando ambos territorios fueron conquistados por Israel en junio del 67 en la Guerra de los Seis Días. En ambos casos, Israel ocupó esos territorios al repeler ataques en su contra. Los conquistó de Jordania y Egipto respectivamente, no de los palestinos, porque no existía un Estado palestino.
Esto nada quita al hecho que la población de dichas zonas es palestina (toda, en el caso de Gaza, la enorme mayoría en el caso de Cisjordania, o Judea y Samaria, donde hay también 400.000 judíos residentes en los asentamientos erigidos por Israel). A nosotros nos parece natural que sea en esos territorios que sea creado un Estado palestino independiente. Las complicaciones y condiciones para concretarlo son diversas, y no son el tema de esta nota.
– Suele presentarse a los asentamientos como el origen de todos los males en la situación actual. No minimizamos el simbolismo de su problemática, dado que por su ubicación en el terreno, queda altamente complicada la continuidad territorial que podría tener un Estado palestino, un elemento importante para su buen funcionamiento. Claro está que además, la necesidad de cuidar los asentamientos, impone presencia militar israelí y aumenta los puntos de roce con la población palestina.
Pero los asentamientos no son la razón del conflicto con los palestinos, sino uno de los resultados del conflicto más amplio con los árabes. No había ni un asentamiento cuando Israel fue atacado apenas se fundó, ni en las guerras subsiguientes, tampoco en la dramática guerra de los Seis Días en 1967. No había territorios ocupados ni asentamientos. Entonces ¿por qué fue atacado Israel? Ese es el problema de fondo. No minimizamos la necesidad de llegar a un acuerdo sobre todos los temas en discordia, también los asentamientos. Pero no son los asentamientos la razón del conflicto.
– Suele percibirse el conflicto israelo palestino como la mayor razón de inestabilidad en la región. Casi en el mundo, dirán algunos. Debería ser bastante evidente, al observar lo que ocurre en los últimos años en la región, al ver el cruento resultado del conflicto entre las dos ramas del Islam, chiitas y sunitas, apadrinado cada lado por su potencia regional (Irán y Arabia Saudita especialmente), que mucha más gente ha muerto en ese marco que en el conflicto árabe israelí. Es más: muchos más árabes han muerto a manos de árabes que de israelíes en las guerras.
No se puede juzgar o evaluar un conflicto únicamente de acuerdo a la cantidad de muertos que ha cobrado, pero cuando se acusa a Israel de matar indiscriminadamente a los palestinos y de buscar prácticamente erradicarlos de la región, es relevante sí dar algunos números. Desde 1920- cuando tuvo lugar el primer gran disturbio árabe contra judíos en la tierra de Israel, que terminó con muertos en ambas partes (muchos más judíos que árabes)- hasta el 2014, murieron algo menos de 12.000 palestinos en el conflicto con Israel. Cabe aclarar que este número incluye a los terroristas que atacaron blancos israelíes civiles y militares. No tenemos aún el dato resumido de los muertos desde el 2014 hasta el presente. Claro está que la cifra ha aumentado. Es interesante recordar que una cantidad casi igual a esos casi 12.000, fue la de palestinos muertos a manos de sus propios hermanos palestinos, entre 1948 y 2014.
El conflicto israelo palestino es pues uno de los menos cruentos (en el duro análisis comparativo regional), pero se concentran en él reflectores de supuesta preocupación que extraña no aparezcan en otros escenarios. Y lo más increíble es que no aparecen tampoco en otros sitios donde son los propios palestinos los muertos a manos de otros árabes, como por ejemplo en la guerra en Siria en los últimos años.
Por dar sólo un ejemplo: según MEMO (Monitor de Oriente), desde el estallido de la guerra en Siria en el 2011 hasta enero del año en curso, han muerto 3.626 refugiados palestinos.
Por ellos, nadie sale a manifestar ni convoca al Consejo de Seguridad. ¿Será porque no los mató Israel?
– Cuando de Israel y los árabes se trata, la tergiversación de la realidad es producto de una letal combinación de ignorancia y tendenciosa mala intención. Es que no es pecado no saber, pero entonces mejor no opinar y menos que menos de modo que demoniza a un país entero.
Se acusa a Israel de “apartheid” aunque el 20% de la ciudadanía, la minoría árabe mayormente musulmana, tiene 15 diputados en el parlamento israelí, alcaldes y jueces hasta en la Suprema Corte, y a pesar de que árabes y judíos comparten el banco de estudios en todas las universidades y reciben tratamiento igualitario en todos los hospitales del país.
Se acusa a Israel de hacer una “limpieza étnica” y llevar a cabo un “genocidio” del pueblo palestino. Habría mucho para decir sobre la bajeza de tal acusación, pero dejemos que los números expliquen la mentira. Si cuando se creó Israel eran aproximadamente 150.000 los árabes que permanecieron en su territorio ¿Cómo es que hoy son más de 1.600.000? ¿No era que Israel los estaba aniquilando?
A quienes realmente se preocupan por un futuro de paz, les recomendaríamos que comiencen por no mentir. Atribuirle a Israel culpas que no tiene y crímenes que no comete, perdonando cualquier cosa que salga del lado palestino y minimizando continuamente sus propias responsabilidades, excusando a los terroristas, no es un aporte a un futuro mejor. Ni de israelíes ni de palestinos.
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