Uzi Hanuni sonríe cuando le preguntamos cuál es la forma más adecuada de presentarlo. “Emprendedor en serie, inventor y soñador”, responde enseguida .A juzgar por los resultados, logra concretar al menos alguno de sus sueños.
Este israelí que hizo su servicio militar obligatorio de jovencito en la unidad tecnológica del servicio de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel, procura continuamente combinar su empuje inventivo con causas y valores que pueden inclusive salvar vidas. Años atrás, uno de sus inventos, un sensor con aspecto de juguete, fue utilizado en África y seguramente habrá salvado vidas de numerosos niños que andaban por zonas repletas de campos minados.
Convencido de que como judío e israelí, tiene una meta humanitaria que alcanzar, el positivo desenlace del impresionante operativo de rescate de los 11 niños y su entrenador atrapados en una cueva inundada en el norte de Tailandia, lo ha colmado de felicidad. “No me alcanzan las palabras para expresar lo que siento. Cuando recibí la confirmación de que todos estaban a salvo, sentí una emoción que me invadió todo el cuerpo”, dijo a “Semanario Hebreo”.
Es que fue la tecnología que él desarrolló junto a su equipo de “Maxtech Networks” la que permitió a los rescatistas trabajar de modo eficaz en el terreno, conectarse entre ellos para poder coordinar sus acciones dentro de las cuevas, y concretar el otro desafío clave, el trabajo físico del rescate.
El secreto: una tecnología inteligente que permite comunicarse a hasta 3 kms de distancia, aunque no haya ningún tipo de infraestructura en la zona en la que hay que operar. No depende de electricidad, ni de GPS que requiere estar al aire libre, ni cable de ningún tipo. “Cuando fueron los atentados del 11 de setiembre en Estados Unidos entendí que hay que desarrollar una tecnología de comunicaciones que sea potente pero sin tener que basarse en una infraestructura instalada en el terreno”, recuerda. “Lo que usamos en Tailandia es el resultado de aquel pensamiento.
La idea era que pueda funcionar tanto sobre la tierra como en forma subterránea, por ejemplo en cuevas, como esa en la que los chicos quedaron atrapados por las aguas. Lo singular es que con los aparatos de esta empresa israelí, con la tecnología desarrollada por Hanuni , la comunicación funciona aunque haya apagón y caiga la antena.
Es por eso que los aparatos de esta compañía han sido vendidos a compañías comerciales (que a su vez los venden a cuerpos encargados de temas de seguridad), en distintos países del mundo. Pueden requerirse por ejemplo cuando se trabaja en vastos territorios sin buena infraestructura. De memoria Uzi recuerda que se ha vendido a Argentina, Guatemala, México, Japón (se usó tras el gran terremoto años atrás), entre muchos otros países. Aclara que “no es sólo para búsqueda de desaparecidos sino que sirve también para fuerzas de policía, bomberos, equipos de rescate y salvamento de emergencia”. Sería lo que en inglés se conoce como “first-responders”, los primeros en ser convocados cuando hay una urgencia.
Uzi Hanuni vende la tecnología que ha desarrollado. Pero en Tailandia no quiso cobrar nada. Vender en rutina, hacer negocios, es legítimo y él lo sabe. En definitiva, claro está que su empresa no regala su producto. Es más, exhorta a todos los países del mundo a adquirirla, señalando que no hay que “despertarse” cuando hay una catástrofe.
Sin embargo, una cosa es el trabajo de rutina en normalidad y otro es llegar en medio de un drama en el que el tiempo era clave.
Cuando su representante en Tailandia lo llamó y le contó lo que estaba ocurriendo con los chicos en la cueva- de lo que Uzi aún no estaba enterado-el creador de esta singular tecnología aclaró: no se cobra, vamos solamente a ayudar a salvar vidas. Mandó enseguida a su ingeniero de software Yuval Zalmanov a tomarse un vuelo rumbo a Tailandia, para llevar a los rescatistas locales 17 unidades de radio inteligentes con su tecnología incorporada. Cuando Yuval llegó al terreno instruyó a los equipos en el uso de los aparatos. Y todo el tiempo se mantenía el contacto con Uzi en Israel. En determinado momento hubo inclusive un problema puntual y desde Israel les enviaron un programa actualizado para que puedan resolverlo.
“Considero que la vida es algo sagrado. No puedo soportar la idea de gente que muera porque no hubo una tecnología que podía salvarlos. Mi visión judía de la vida es que hay que minimizar el dolor”, nos dice. “Cuando me contactaron desde Tailandia, nuestro representante nos dijo que a los equipos de emergencia no les funciona ningún aparato, que les ofrece los nuestros y que yo diga cuánto cobro. Le respondí enseguida que en efecto nuestros aparatos pueden funcionar allí donde otros no lo logran, pero que no quiero en nada, que no es un tema de dinero cuando está en juego la vida de esos niños”.
Insistimos un poco al respecto, para entender a fondo su encare, y Uzi responde categóricamente: “Mi negocio no es solamente el dinero. ¿Y si esos niños morían? ¿Y si no tenían dinero para pagarme lo que yo pidiera? ¿Cómo me habría sentido? No se puede cobrar por algo así. Estoy dispuesto a vender cuando no hay vidas en peligro. Puedo hacer negocios pero no en un momento en que se está tratando de rescatar a los niños”.
Uzi Hanuni, aún sorprendido por la repercusión del tema y la exposición que eso le dio (“nunca creí que me entrevistarían en CNN”, dice con una sonrisa), pide ir más allá de su logro profesional. “Para mí es muy importante que se sepa que esto vino de Israel y que es una de muchas tecnologías desarrolladas en Israel para salvar vidas y mejorar la forma de vivir en el mundo entero”, recalca. “Quien boicotea a Israel, quedará trancado y estancado. Pero eso no cambiará nuestra actitud ante la vida y nuestro enfoque solidario”.
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