La vergüenza que tiene Barenboim de ser israelí no es una novedad y todas sus declaraciones a favor de la paz entre israelíes y palestinos, tampoco. Creo que este exitoso y célebre músico y director de orquesta, a cuyos conciertos no voy, se cree el Mesías de los árabes. A pesar de su talento y la orquesta West Eastern Diván sólo exige a Israel la paz. No habla del odio que fomenta el mundo musulmán desde la educación primaria a matar judíos; no menciona que los árabes eligieron exilarse desde la creación del Estado de Israel porque no aceptaron la convivencia con permanentes declaraciones de guerra; niega que si no se es musulmán en sus países no tenés derecho a nada; que las tierras cultivadas y listas para continuar labrándolas en la retirada de Gaza por el ejército israelí así también sus instalaciones, viviendas y demás fueron destruidas; que las sinagogas fueron usurpadas; que envían cohetes incendiarios para quemar los campos; que celebran cuando matan a un israelí borrachos de ideología; que nunca quisieron firmar la paz para seguir en beligerancia por falta de líderes dispuestos a llevar progreso a sus pueblos.
Barenboin se cree el Mesías de los árabes porque solo lee la Declaración de la Independencia de Israel de 1948, pero no la de los países a los que defiende y que no contienen los principios de libertad de culto, idioma, educación y cultura como la de Israel.
Barenboim al igual que lo que hace con su música, con variaciones sobre un mismo tema, olvida que hoy la realidad es otra que la de 1948, que con la influencia del terrorismo, el antiisraelismo, el antisemitismo, el boicot, los atentados, etc. Israel afronta estos desafíos con todos sus derechos.
Los árabes que viven en Israel tienen una vida digna y seguirán con a sus costumbres como hasta ahora. Y así como otros países que recibieron a millones de inmigrantes de mundo árabe tuvieron que aprender a vivir de acuerdo al idioma de quien lo haya cobijado siendo primero ciudadano de ese país sin dejar sus costumbres de lado. Poco se dice que en las escuelas israelíes se aprende árabe y se comercia con ellos, que reciben ayuda, que son atendidos de igual a igual en sus hospitales, que han progresado, que muchos prefieren vivir en Israel y educar allí sus hijos. Poco se dice que en las escuelas israelíes se aprende árabe. Barenboim debería contar al mundo cómo son las exigencias a las que se deben someterse quienes viven en países árabes y no despotricar solo contra Israel.
Barenboim se cree que es el Mesías y un salvador pero es negador de la intransigencia árabe como los negacionistas del Holocausto. Barenboim ciudadano israelí y formado en Israel tiene el coraje de hablar de crueldad cuando Israel se creó en parte por los sobrevivientes y por los ideales sionistas sobre la base de Perdonar sí pero olvidar NO. Barenboim honra más a Wagner que a la Shoá.
Barenboim tiene pasaporte palestino y debería presentarse a las próximas elecciones de ellos para comprobar que no lo votarían porque es judío, así como tampoco lo dejaron tocar en Ramallah, por esa razón es imperdonable que diga que no cree que desde hace veinte siglos el pueblo judío ha sufrido crueldades olvidando que desde que nos acusaron que matamos a Jesús fuimos perseguidos, odiados, torturados, asesinados, incinerados…
Barenboim tiene un delirio místico, un ego de salvador equivocado al considerar que Israel es un país opresor porque se defiende después de su historia y que hoy no nos perdonan que seamos judíos libres con un Estado entre las naciones.
Barenboim debería contar al mundo lo que dicen las constituciones de los países enemigos de Israel que él defiende y haría justicia cuando siempre acusa a Israel. Baremboin tiene un proceder que poco lo honra cuando olvida su pertenencia como cuando en su estadía reciente en Argentina , en la Plaza Vaticano, aledaña al Teatro Colón, antes de dar un concierto al aire libre, se emocionó al recordar que había nacido a una cuadras de allí, pero se olvidó de mencionar que a pocas cuadras también estaba la Plaza Seca en memoria de los muertos al atentado a la Embajada de Israel el 17 e marzo de 1992 y más allá al atentado a AMIA en 1994.
Este hombre es un pobre diablo