Tenía la intención de escribir un artículo titulado “No como se grita” o “No es el fin de la democracia”, tras la avalancha de leyes aprobadas durante la semana pasada. Esto también es lo que le informé al editor de estas páginas en una conversación temprana. Después de todo, estas son leyes que, realmente, no son un desastre. La ley nacional experimentó un cambio a causa de las críticas públicas. La sección más tóxica ha sido eliminada (el artículo 7b original). Esto es una prueba de la influencia de la discusión democrática. También lo es la ley que regula la subrogación, que se encuentra en un feroz debate en la mayoría de los países democráticos. No existe un acuerdo general que este sea un procedimiento adecuado, debido a la explotación de las mujeres, y no existe un derecho básico que también les otorgue a los homosexuales el derecho a la subrogación. Este es también el caso, con mayor fuerza aún, con la Ley de “Shovrim Shtika” (Romper el Silencio). ¿Acaso no existe un derecho adquirido para cada institución a permitir el ingreso a las escuelas? Después de todo, el Ministerio de Educación le quitó fondos a una escuela rabínica por expresar opiniones oscuras. Las líneas rojas están permitidas. No todo lo que se nos permite decir también se debe permitir decir a los estudiantes.
Pero, debo admitir, que cuanto más profundizaba en las olas de conmoción en el mundo, especialmente con respecto a la ley básica de nacionalidad, mi opinión cambiaba. Israel es un estado judío. Esto aparece 29 veces, nada menos, en la resolución de partición de la ONU. Cuando Obama visitó Ramallah este tema fue incluido en su discurso, frente a los ojos sorprendidos de Abu Mazen y sus ayudantes, la exigencia para que los palestinos reconozcan a Israel como la nación judía. Justamente con estas palabras. Es cierto que hay una minoría post-sionista y antisionista, que es especialmente ruidosa, que rechaza el reconocimiento de Israel como un estado judío. Sin embargo, hay leyes fundamentales que incluyen la naturaleza de Israel como estado judío y democrático. Entonces, ¿para qué se necesitaba esta ley?
Pues eso… que no había necesidad. Y a medida que pasan los días, resulta que el daño es mucho mayor de lo que parecía a primera vista. Cientos de medios de comunicación en el mundo han publicado artículos de condena en los últimos días. Muchas veces aparecieron las palabras “legislación racista”. Es cierto que muchas condenas provienen de los enemigos habituales de Israel; Aprovechan cada oportunidad para denunciar a Israel. Y la Knesset de Israel, con su insensatez, les dio otra oportunidad, brindando combustible para el fuego de la propaganda, según la cual es imposible mantener tanto un estado judío como un estado democrático.
El daño es mucho mayor, mucho más, y se centra en las relaciones de Israel con sus amigos en el mundo. La Liga Anti-Difamación emitió una declaración expresando su preocupación. El cuerpo más representativo de la judería británica también emitió una declaración afirmando que la ley constituía un retiro de las obligaciones democráticas de Israel. El AJC, una de las organizaciones judías más importantes y pro-israelíes, emitió una declaración condenando la ley. Estas organizaciones apoyan totalmente la idea sionista y apoyan la definición de Israel como un estado judío. Ya que la Ley Básica de la Nacionalidad, incluso en su versión modificada, convierte a Israel, en su opinión, en algo menos democrática. No hay necesidad de estar de acuerdo con cada palabra que se escribieron en aquellas cartas. Pero lo cierto es que de entrada la Knesset israelí se ha metido a un gol en contra para Israel.
La ley nacional tiene otro logro dudoso. Socava las importantes relaciones entre la mayoría judía y la drusa. El general de brigada (retirado) Amal Assad ya le envió una carta al Primer Ministro hace cuatro años. Allí le decía que la ley perjudicaba a los hijos de la comunidad drusa. No hay una persona que representa de manera más estrecha la alianza entre el estado judío como Assad. Pero Netanyahu no se molestó en contestarle.
Los drusos nunca cuestionaron el hecho que Israel era un estado judío. Pero no solo es judío, sino también un estado que otorga plenos derechos a sus ciudadanos no judíos. Ahora Assad siente, y también muchos de los drusos lo hacen, que es Israel quien los rechaza. Ellos ya han anunciado un recurso ante el Tribunal Supremo contra la ley. No es fácil. Después de todo, la presente es una Ley Fundamental. No hay discriminación en la ley. Pero hay un tono desafiante, y en su mayoría innecesaria. ¿Era necesario?
La ley nacional es una Ley Básica. No hay posibilidad de cambiarla bajo la coalición actual. El Tribunal Superior de Justicia no se apresurará a quitar las castañas del fuego, y solo una cosa queda clara más allá de toda duda: hasta hace una semana existía un consenso en que Israel era un estado judío y democrático. Esta semana dicho consenso se ha quebrado un poco.
Traducido por Hatzad Hasheni
La comunidad internacional critica la ley básica de Israel cuna del pueblo judio, que es algo justo, pero no critican que los terroristas palestinos, en su carta magna, digan que Israel debe desaparecer, que hay asesinar a todos los judíos, eso es abominable, ni punto de comparación con la ley judía. El mundo al revés uns vez más.