La mezquita Asalam de Nantes. (Foto: Belgacem Ben Said/Wikimedia Commons).
El activismo catarí en Francia debería preocupar enormemente a quienes se preocupen por la estabilidad de las democracias europeas. Durante años, Qatar ha sido objeto de numerosas denuncias por su fundamentalismo islámico y su presunto apoyo a los Hermanos Musulmanes, Irán, el ISIS, elementos de Al Qaeda, Hamás, los talibanes y otros extremistas islámicos.
El emir de Qatar, Tamim ben Hamad al Zani, dio hace poco sólidas pruebas que Francia es un escenario privilegiado para la proyección de su país, que desde hace más de un año sufre un severo boicot impuesto por sus vecinos del Golfo. En julio, el emir y el presidente francés, Emmanuel Macron, celebraron su tercera reunión en sólo unos meses. Francia y Qatar han cerrado contratos por valor de más de 12.000 millones de euros, lo que convierte a Qatar en el tercer mayor cliente francés en el Golfo, tras Arabia Saudí y Emiratos.
Pero la sombra de Qatar en Francia no se proyecta sólo sobre la economía.
El dinero catarí financia numerosas megamezquitas francesas. Hablamos de grandes complejos con minaretes, no las mezquitas improvisadas que han brotado en garajes, escaparates y centros culturales. La Gran Mezquita de Poitiers, por ejemplo, se encuentra en los alrededores del escenario de la Batalla de Tours (también llamada Batalla de Poitiers), donde Carlos Martel, caudillo franco, frenó el avance del ejército musulmán de Abdul Al Rahmán en el año 732.
El actual imán de Poitiers, Bubaker el Hadj Amor, informó que la erección de la mezquita, con una sala de oraciones para 700 fieles y un minarete de 22 metros, fue posible gracias al dinero de la organización Qatar Charity. En un vídeo, el imán admite haber recibido fondos cataríes para proseguir con las obras, interrumpidas durante varios años por falta de aportaciones de los creyentes locales. «Lo que hemos construido ha sido gracias a Alá y con la ayuda de la organización Qatar Charity», declaró.
En Libération ha podido leerse:
Estamos asistiendo al relativo opacamiento de los socios históricos del islam en Francia: Marruecos y Argelia. Aunque siguen siendo ricos donantes, mantienen vínculos estrechos con las primeras generaciones de inmigrantes y se han asegurado posiciones clave en el Consejo Francés de la Fe Musulmana (CFFM), estos dos países han visto disminuir su influencia entre la [generación] más joven.
(…)
Qatar practica un entrismo insidioso pero consensual en la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF), representante en Francia de la Hermandad [Musulmana].
«El objetivo de Qatar es hacerse con el control del islam en Francia por medio de la UOIF», dice Georges Malbrounot, periodista de Le Figaro y coautor del libro Nos très chers emirs («Nuestros queridos emires»), sobre las relaciones entre Francia y Qatar.
La Asalam de Nantes es otra mezquita en gran medida financiada con dinero catarí.
Con su minarete de 17 metros, un gran domo que se eleva hasta los 14 metros e iluminación exterior nocturna, la mezquita de Asalam «ilumina la ciudad de Nantes» y, aparentemente, satisface una verdadera necesidad de los musulmanes del lugar. Los fieles solían rezar en las mezquitas de Arrahma y El Forquane (la antigua capilla cristiana de San Cristóbal), pero los líderes de la comunidad musulmana decían que eran muy pequeñas para las necesidades de la misma.
El dinero catarí también está fluyendo hacia Mulhouse, ciudad alsaciana en la que Qatar Charity ayudó a construir el Centro An Nur, que alberga una gran mezquita, «una de las más impresionantes de Europa». Los medios cataríes describieron así el proyecto:
- El centro se ubica estratégicamente en la región fronteriza de Francia, Alemania y Suiza, en una población de 256.000 habitantes donde los musulmanes constituyen más del 20% del total. Más de 150.000 personas de los tres países se beneficiarán del proyecto.
El dinero catarí está financiando igualmente la futura Gran Mezquita de Marsella, con capacidad para 10.000-14.000 fieles. Marsella es una ciudad que ya alberga «unas 70 mezquitas y salas de oración oficiales», según el Consejo Regional de la Fe Musulmana.
Asimismo, Doha ha concedido millones de euros a la Gran Mezquita de París.
De entre los países del Golfo Pérsico, Qatar luce actualmente como el más activo en la creación de historia islámica en Francia. Bernard Godard, que durante años fue asesor del Ministerio del Interior sobre cuestiones relacionadas con el islam, apunta: «No se puede decir que el islam en Francia esté financiado principalmente por Arabia Saudí. Contribuye algo, pero mucho menos que países como Qatar o Kuwait». El estudioso francés Bérengère Bonte escribió el año pasado un libro titulado La République française du Qatar, «La República francesa de Qatar».
Se ha sabido que Qatar ayudó a financiar el campus en Saint-Denis del Instituto Europeo de Ciencias Humanas. Esta universidad musulmana privada ofrece cursos de lengua y teología árabes a estudiantes musulmanes de posgrado. En quince años, el número de matriculaciones ha pasado de 180 a casi 1.500.
Qatar está también detrás de la primera escuela de religión musulmana financiada por el Estado francés, el Lycée-Collège Averroès, que se vio envuelta en la polémica hace unos años cuando uno de sus profesores dimitió tras escribir que se trataba de «un vivero de antisemitismo» y que estaba «promoviendo el islamismo entre los alumnos». La escuela se financia con dinero público, las tasas de las matrículas y donaciones de la comunidad musulmana. Según Libération,
- cuando hizo falta comprar un nuevo edificio y renovarlo por 2,5 millones de euros, el Banco de Desarrollo de Arabia Saudí accedió a pagar 250.000 euros y la ONG Qatar Charity puso 800.000.
Después está lo que se conoce como «la Gran Mezquita de Saint-Denis», ubicada en el suburbio parisino de Saint-Denis, que tiene una alta concentración de inmigrantes musulmanes. Ahmed Yamaledín, tesorero de la asociación Amal, que está detrás de la construcción de la mezquita, dice: «Recibimos fondos del extranjero (…) Todo es transparente: viene de los fieles de Arabia Saudí y Qatar».
Resulta que en Saint-Denis se encuentra una famosa catedral, la Basílica de Saint-Denis, que alberga la necrópolis real donde están enterrados numerosos reyes de Francia, incluido el ya mencionado Carlos Martel, que frenó el avance de un ejército musulmán en 732.
El emir de Qatar parece haber entendido mucho mejor la historia francesa que muchos franceses. Qatar es un país del que las democracias deberían recelar
Traducción del texto original: Qatar: France’s Generous Financer of Mosques
Traducido por El Medio
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