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| viernes noviembre 15, 2024

La cruzada electoral sueca


 

Las próximas elecciones suecas podrían marcar circunstancias importantes para este país. Por un lado, el riesgo de una victoria o un posicionamiento político importante por parte de la agrupación política Demócratas (Sverigedemokraterna), partido con tendencia ultranacionalista, euroescéptica, conservadora, anti-migrantes, islamófoba en alguna medida y antisemita, quienes hasta la encuesta de agosto pasado sumaban una intención de voto del 19,5%; menos de los 23,4% que sumaba en el mes de julio.

Y es que, aunque el partido Demócratas no gane las elecciones liderados por Jimmie Akesson, presidente del partido y líder de la bancada en el Riskdag (parlamento sueco), serán sin duda una fuerza política muy compleja que representará a todos los grupos de ciudadanos que sienten su país perdido en manos de los migrantes, por lo que algunos los han señalado como el epicentro de extrema derecha y supremacismo blanco, un fenómeno que se hace cada vez más común entre los países miembros de la Unión Europea, y donde este tipo de virus contagioso podría seguir alcanzando a otras naciones de este proceso integrador.

 

Desde el año 2015 los suecos han recibido cerca de 160 mil migrantes provenientes de África, por lo que las agrupaciones radicales de derecha hablan de que los «blancos están siendo desplazados por negros y/o musulmanes». En el caso de la población musulmana son un total de 800 mil ciudadanos que practican dicha religión, del total de ciudadanos suecos que son 10 millones en todo el país.

 

La segunda circunstancia que debe llamar la atención va de la mano con el aspecto de los musulmanes y es el llamado que grupos islamistas están haciendo para boicotear las elecciones del próximo 9 de septiembre. La rama escandinava del grupo Hizb ut-Tahrir y su filial en Suecia ha hecho ese llamado considerando que para ellos votar por cualquiera de las opciones es haram (prohibido) desde la legislación islámica (Sharia), por cuanto todos los candidatos son considerados incrédulos por la agrupación panislamista.

 

En un comentario recopilado por el diario «sensacionalista» Aftonbladet, el grupo islamista originario de Asia central afirmó que su objetivo era «mantener la identidad islámica de los musulmanes» y «protegerlos de los valores occidentales y no islámicos», según lo informa el medio ruso Sputnik, por lo que cualquier medida que lleve a los musulmanes a asimilarse serán condenadas fuertemente. La agrupación que posee cerca de un millón de seguidores en el mundo y cuyas prácticas van desde el uso de la política para los fines de establecer un Califato Islámico en sustitución de los gobiernos laicos «infieles» (kaffir) hasta la utilización del terrorismo como una forma de hacerse escuchar.

 

Inicialmente podrían parecer un grupo religioso-político más, lo cierto es que tienen un fuerte esquema de adoctrinamiento que se va metiendo en las poblaciones musulmanas hasta convencerlos que su causa es correcta y que cualquier movimiento alternativo busca destruir las bases de la pureza del islam. Por esta razón el grupo está prohibido en la mayoría del mundo árabe, controlado en países de Asia y Europa, así como Rusia, aunque esto no evita que haya líderes religiosos que sigan sus doctrinas y las implanten en otros fieles.

 

Las comunidades que están siendo discriminadas en Europa se transforman en caldo de cultivo para este tipo de ideologías radicales. Los musulmanes en Suecia votan tradicionalmente hacia el espectro de la izquierda por ser una minoría perseguida, pero los últimos eventos y un fortalecimiento del discurso racista de la derecha podría enviar a algunos ciudadanos musulmanes a protegerse bajo el paraguas del islamismo radical, principalmente quienes han entrado como refugiados o que tienen un estatus migratorio irregular. Esto además podría confinar a estas agrupaciones a guetos urbanos, con el riesgo de conformar zonas de alto riesgo como ocurre en ciertos barrios de argelinos en Francia, turcos en Alemania o el polémico barrio de Molenbeek en Bélgica, de donde han surgido gestores de atentados en el corazón de Europa.

 

Si públicamente se descubre que las minorías musulmanas de Suecia se acercan a líderes radicales, procurando combatir el germen de la extrema derecha que se enquista en la política del país, esto podría ocasionar un efecto similar contrario por parte de quienes no tienen una posición radical, que a través del temor y el pánico colectivo terminen por darle su adhesión a posiciones extremistas.

 

La labor de la próxima coalición política en Suecia es devolver las aguas a un caudal normal, evitando a toda costa que posiciones radicales ganen fuerza y lleven al país a un terremoto social que pueda tener fuertes réplicas similares en otras partes de Europa, la ganancia al final será para quienes ven en este tipo de circunstancias una manera de devolvernos al oscurantismo ideológico que podría transformarse en una nueva cruzada.

 

***El autor es licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de las Américas, especializado en la temática de Oriente Medio

 
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