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| miércoles diciembre 25, 2024

Auto De Fe Contra Orban

El húngaro es referente de la temida nueva derecha


Netanyahu y Victor Orban

HOY comienza en el Parlamento Europeo un espectáculo que revelará la inmensa hipocresía que se gasta en la Unión Europea. Hoy se prepara una especie de auto de fe socialdemócrata contra un país que se niega, con el apoyo rotundo y expreso de su población, a tragar ruedas de molino del acervo cultural izquierdista y neomarxista. Y que está decidido a defender su identidad y cohesión nacional. Porque hoy comienza un debate sobre un informe que pretende quitar el voto en el Consejo a Hungría por atentar supuestamente contra principios de la UE. Las acusaciones son ideológicas y jurídicamente vagas, preparadas por la izquierda del parlamento europeo en este acoso que es el intento de aplicar el artículo 7 del Tratado de la Unión porque no les gusta la política de Orban.

 

Enfrente tendrán a la bestia negra de la socialdemocracia de todos los colores que es el jefe de Gobierno de Hungría, Victor Orban. Que dirá que él cumple con sus obligaciones legales y por lo demás hace política para los húngaros y no a la extrema izquierda occidental.

 

Rechazará la acusación tan manida de racismo. Contra los gitanos y, más ridícula, contra los judíos, que cada vez son más en Budapest, donde se mueven con sus signos externos como la kipá, lo que no pueden en Berlín o París, tomados por musulmanes. Dirá que Hungría no tiene ni quiere la «multiculturalidad» de dichos barrios franceses, británicos y alemanes. Ni aceptará oleadas de inmigrantes ni refugiados musulmanes para que dinamiten seguridad, democracia y libertades en barrios y ciudades. Hungría se niega a fomentar la homosexualidad y la transexualidad en los colegios y jardines de infancia. Y se niega y negará, y ahí les duele mucho, a aceptar que un multimillonario extranjero como George Soros, por mucho origen húngaro que tenga, dicte gracias a su dinero y a las miríadas de ONG y voluntades compradas imponga allí su doctrina mundialista y antinacional. Ese Soros, al que recibió Pedro Sánchez en Moncloa antes que a ningún mandatario democrático, financia ONGs para inundar Europa de africanos, fomentar el separatismo catalán, combatir a organizaciones cristianas e inocular neomarxismo en colegios y cultura. No solo en Hungría sino en todos los estados nacionales. La izquierda asustada por su declive y por el auge de la nueva derecha se abraza incomprensiblemente a Soros.

 

El auto de fe contra Orban es reflejo del pánico general ante el empuje de una nueva derecha en Europa, esa que llaman ultraderechista o populista. A Orban lo odia una izquierda que es sistemáticamente humillada en las elecciones húngaras. Y a Orban no saben si temerle u odiarle esos partidos que llevan muchas décadas recabando los votos de la derecha para hacer política intercambiable con la izquierda. Esos partidos son los que han impedido que existieran alternativas reales a la política sometida a la hegemonía cultural de la izquierda en el continente. Saben del atractivo de que goza Orban en muchos países europeos, precisamente porque hace política de derechas y no rehuye sino busca y gana una y otra vez la batalla ideológica contra la izquierda. Y saben muy bien que ese atractivo también se da en el seno de sus propios partidos. El Partido Popular Europeo no tenía ayer una posición tomada ante una eventual votación mañana en el parlamento. Puede que castiguen a Hungria sin voto y puede que echen a Fidesz del PPE. Lo que no podrán impedir es que el fracaso de la socialdemocracia de izquierda se convierta también en el fracaso de la socialdemocracia de derecha. Ni que los europeos conozcan y cada vez más de ellos prefieran una opción electoral como la del demonizado líder húngaro.

 
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