Ari Fuld, ciudadano israelo-americano y padre de cuatro niños, fue asesinado ayer cerca de Belén por un terrorista palestino. (Foto: Ari Fuld/Facebook).
El pasado día 15, en un discurso ante el Comité Ejecutivo de la OLP, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, repitió el viejo libelo de que Israel estaba planeando establecer zonas especiales de rezo para los judíos en la mezquita de Al Aqsa. Abbas clamó que Israel estaba tratando de hacer lo mismo que en la Tumba de los Patriarcas de Hebrón, donde judíos y musulmanes oran en secciones separadas.
No dijo de dónde sacó esa mentira. Ni aportó prueba alguna de la supuesta conjura israelí. En cambio, sí dijo que los palestinos, junto con Jordania, planean llevar la cuestión a la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia.
Las palabras de Abbas fueron rápidamente reproducidas en varios medios del mundo árabe, la Margen Occidental y Gaza. Los titulares que aparecieron en las webs afiliadas a Hamás y a la Yihad Islámica Palestina –el segundo mayor grupo terrorista de la Franja– proclamaban que Israel planeaba permitir a los judíos orar en la mezquita de Al Aqsa.
Ni que decir tiene que Israel no tiene la menor intención de hacer algo así. Ahora bien, en los últimos años se ha vuelto a permitir a los judíos –y a los demás no musulmanes– hacer visitas perfectamente legales al Monte del Templo.
Pese a las provocaciones y los violentos ataques de los musulmanes, miles de judíos han acudido al lugar sacro bajo protección policial. Merece la pena destacar que la Policía israelí prohíbe terminantemente a judíos y cristianos rezar o hacer cualquier tipo de «despliegue religioso» en cualquier lugar del Monte del Templo.
¿Por qué la falsa acusación de Abbas es relevante y peligrosa?
A las pocas horas de que se publicaran informaciones al respecto, un palestino de 17 años de la localidad de Yata, en el sur de la Margen Occidental, apuñaló mortalmente a Ari Fuld, un ciudadano americano-israelí de 45 años, padre de cuatro niños, en un centro comercial de Gush Etzion, al sur de Belén.
Según los grupos terroristas palestinos, el terrorista, Jalil Yabarín, decidió asesinar a un judío en represalia por los «crímenes» israelíes contra la mezquita de Al Aqsa y contra los santos lugares islámicos en general.
En otras palabras: el terrorista recibió el influjo de la incitación de Abbas. No hay duda de que leyó las informaciones que recogían la denuncia de Abbas de que Israel estaba planeando permitir a los judíos rezar en la mezquita de Al Aqsa.
Los grupos terroristas palestinos se apresuraron a establecer una conexión entre el asesinato de Fuld y las declaraciones de Abbas. Así, la Yihad Islámica Palestina dijo, por medio de un comunicado, que el apuñalamiento era «la respuesta natural ante el terrorismo sionista, comprometido con la agresión y el crimen contra nuestro pueblo, nuestra tierra y nuestros santos lugares». Por su parte, Hamás dijo que se trató de una respuesta a las «violaciones» de Israel contra la mezquita de Al Aqsa. «Saludamos este heroico ataque y afirmamos que el daño a la mezquita de Al Aqsa es una línea roja», declaró el dirigente de Hamás Husam Badran. «Esta operación ha sido una respuesta a lo que pretende hacer Israel en la mezquita de Al Aqsa».
Las declaraciones de Hamás y la Yihad Islámica Palestina confirman que hay un vínculo directo entre la falsa acusación de Abbas y el asesinato del ciudadano israelo-americano. Los grupos terroristas están diciendo indirectamente que Yabarín decidió asesinar a un judío porque su presidente, Abbas, dijo –al propio Yabarín y al resto del mundo– que Israel estaba planeando crear un lugar especial de rezo para los judíos en la mezquita de Al Aqsa.
No es la primera vez que Abbas profiere una falsedad así. A quienes lo hayan olvidado habrá que recordarles que fue él quien desencadenó la Intifada de los Cuchillos en 2015, con su acusación de que los judíos estaban «profanando la mezquita de Al Aqsa con sus sucios pies». Estas palabras fueron su respuesta a la decisión del Gobierno israelí de levantar una prohibición temporal de visitas judías al Monte del Templo.
Abbas, entonces, dijo:
Al Aqsa es nuestra, la Iglesia del Santo Sepulcro es nuestra, y ellos no tienen derecho a profanarlas con sus sucios pies. No les permitiremos hacerlo, y haremos todo lo que podamos para proteger Jerusalén.
Y añadió:
Saludamos cada gota de sangre derramada por Jerusalén. Es sangre pura, limpia, en el camino de Alá. Con la ayuda de Alá, cada ‘shahid’ [mártir] irá al cielo, y cada herida obtendrá su recompensa.
Poco después, los palestinos lanzaron una oleada de apuñalamientos y atropellos como parte de lo que denominaron Intifada de Jerusalén, o Intifada de los Cuchillos, en el curso de la cual cientos de israelíes resultaron heridos o fueron asesinados.
Abbas y su Autoridad Palestina han seguido desde entonces incitando a los palestinos contra Israel denunciando que los judíos «invaden e irrumpen violentamente» en Al Aqsa.
Eso es, por supuesto, falso, porque los judíos que visitan el Monte del Templo jamás ponen un pie en la mezquita. Los judíos y los cristianos no pueden siquiera orar en lugar alguno del Monte. De hecho, la Policía israelí detiene a los judíos que son vistos rezando, cantando, postrándose, llorando o cerrando los ojos.
Pero Abbas no permitirá que nadie le confunda con los hechos. Él vive en su mundo imaginario, en el que sigue diciendo mentiras e incitando contra Israel. Su última patraña es directamente responsable del asesinato de Ari Fuld, apuñalado por un terrorista que se creyó sus mentiras sobre un supuesto plan israelí para dividir Al Aqsa.
Ya es hora de que la comunidad internacional vea que es la incitación antiisraelí de Abbas lo que lleva a los palestinos a coger un cuchillo y apuñalar al primer judío que se encuentren.
Abbas tiene sangre en las manos: la de Ari Fuld y la de tantos otros.
Traducción del texto original: Mahmoud Abbas: Fresh American Blood on His Hands
Traducido por El Medio
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