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| domingo diciembre 22, 2024

Algunos apuntes sobre las sanciones contra Irán


El Banco de Kunlun, principal canal oficial para el flujo de dinero entre China e Irán, ha informado verbalmente a los clientes que dejarán de aceptar pagos iraníes en yuanes hacia China a partir del 1 de noviembre. Según han transmitido fuentes cercanas, esto incluiría agentes de préstamos externos y funcionarios que comercian con iraníes. Aun no queda claro si esta medida afectará los flujos de compra de materia prima como el petróleo, pero sin duda podría darse un recorte momentáneo a este tipo de negocios.

Pese a que un enorme embarque de petróleo iraní se dirige hacia China en estos momentos, y que supondrá un disparador próximo en los precios del crudo a nivel global en estos días, para el mes de noviembre las sanciones que pesan sobre Teherán podrían estar siendo el detonante para que los chinos no hayan programado un nuevo envío de producto.

Por lo anterior, es importante destacar que por esta vez el pedido que llegará a los puertos será varias veces más de lo que originalmente se compra, lo que podría estar siendo una estrategia del gobierno de Xi Jinping para evitar un desabastecimiento del recurso. Regularmente, el puerto de Dalian –en el extremo sur de China- recibe hasta 3 millones mensuales de crudo iraní, y la compra de esta oportunidad colocará 22 millones de barriles en un solo mes. Esto podría ser una estrategia de no depender de lo que pueda ocurrir en los próximos meses con los embargos contra Teherán, y al mismo tiempo contemplando que la necesidad inmediata que tiene el mercado iraní del comercio con China, y no al revés.

Los chinos son uno de los mayores compradores de petróleo en el mundo y el principal socio en la materia de Irán. Ante la guerra arancelaria que Estados Unidos emprende contra el gobierno de Pekín, estos últimos han optado por realizar adelantos en sus compras mientras se resuelven los “nublados del día”. El comercio de hidrocarburos desde Irán hacia China ha tenido una disminución, mientras en el año 2016 la venta de petróleo alcanzó casi los US$8.400 millones en el año 2014. Por ejemplo, el intercambio significó casi US$19.000 millones en un solo año.

El otro gran comprador de hidrocarburos al régimen iraní es la India, que comercializa un porcentaje significativamente bajo de esta materia prima, cubriendo en el 2016 casi 30% menos de lo que China comercializó en ese período y hasta 54% menos durante el 2014, que fue el año en el último cuatrienio tomado en cuenta en el análisis. Y sobre India, el diario Times of India mencionó el 23 de octubre que el gobierno indio podría seguir sin necesidad de importar petróleo iraní, lo que sin duda generará un impacto en la economía de Teherán. No es nada despreciable la mención a la India, ya que después de China y Estados Unidos, es uno de los más grandes consumidores de este recurso a nivel global y la presión que debe ejercer Washington sobre Nueva Delhi podrá estar inclinando la balanza para la decisión política en India.

El complejo panorama con respecto a las sanciones contra Irán en el tema de hidrocarburos es sin duda el elemento del abastecimiento. Los mercados internacionales no podrían concentrarse en comprarlo a los demás productores y que den abasto para el consumo regular, lo que podría generar una tendencia alcista en los precios de los hidrocarburos en el mundo, como lo ha pronosticado casi de manera alarmista y apocalíptica Turki Aldakhil de la televisión saudita Al Arabiya. Según éste, se generaría un alza hasta los $200 por barril, lo que eventualmente podría generar una desaceleración económica generalizada, por lo que una intervención internacional a las sanciones contra Irán será indispensable.

Sin necesidad de entrar en un análisis belicista, las nuevas sanciones contra Teherán generan especulaciones en los mercados con las nuevas tendencias que esto generará, y también se plantea el rol que puede tener el gobierno de Rusia contemplando los mecanismos con los que se pueda burlar las sanciones: “blanqueando” comercio a través de Moscú, o metiendo presión a través de los foros internacionales donde participan los diferentes países. Por ejemplo, la Organización para la Cooperación de Shanghái, o las alianzas formadas en las regiones de Asia Central.

Uno de los temores manifiestos del gobierno norteamericano es esta eventual intervención rusa, pero en el marco actual de dispersión de los centros del poder, es un ejercicio común y habitual cambiar la brújula de sentido cuando un destino genera más trabas de lo normal. Esto ha roto con las formas de generar presión en las últimas décadas y es una tendencia más habitual de lo que se puede imaginar.

 
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