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| lunes diciembre 23, 2024

El valioso presente


Lo contrario de la sinestesia, que es-recordemos-, percibir con un sentido lo que corresponde a otro, y también tener una visión polifónica, polisémica, polícroma de la realidad, grata cuando no es patológica, lo contrario sería, pues, la anestesia, es decir no sentir nada, estar dormidos, inmersos en una pasividad inducida y por razones de salud en los momentos previos a una intervención médica. Si el ejercicio de la sinestesia dilata nuestras fronteras y funciones sensoriales, la anestesia,  por el contrario, las suspende en la oscura nada de la inconsciencia durante un tiempo determinado. De ahí que de una persona insensible se pueda decir que está anestesiada y que su contacto con los demás es deficiente, mediocre o, incluso, nocivo, siendo antes y con certeza malo para sí misma. Una persona así en el mejor de los casos vegeta y en el peor mineraliza sus percepciones. Para tal individuo la calidad de las cosas y los seres pasa a un tercer o cuarto lugar, le cuesta matizar y, por ende, disfrutar en profundidad. El modelo de tal grado de insensibilidad es, para muchos estudiosos, el corcho, silencioso e inerte. En todo caso el emblema mismo de lo que se usa para tapar o aislar.

 

En hebreo corcho se dice shaam, que por aliteración de sus signos da el vocablo amesh, cargar, estibar, es decir llevar un peso encima. Hay, aquí, una contradicción de extraordinario significado, pues ¿cómo algo liviano, que no pesa nada, puede producir peso, torpeza, dificultad? Y eso es, precisamente, el tener el corazón pesado emocional y sensiblemente y no ejercer sus virtudes en plenitud. Pues un ser insensible suele ser también  pesado para sí mismo y para los demás y a la par ignorante de la liviandad de sus actos. Un ser despierto, lúcido y atento a su entorno, dirá, en cambio, como el escritor y erudito norteamericano Peter Matthiessen: ´´¡Ahora! He aquí el secreto. ¡Ahora! ´´. No lo de ayer, ni siquiera lo de mañana, sino lo que ahora mismo estamos experimentando y se desarrolla delante de nuestros ojos. El tono de esas palabras, enfático,  exultante, obedece a la reacción de alguien que no deja de descubrir aspectos interesantes de la realidad. Se atribuyen al Buda histórico dos ideas centrales en el desarrollo de su filosofía: la primera sostiene que ´´la liberación está en el ojo´´, por tanto hay que aprender a ver en profundidad. Y la segunda, que ´´aquello que buscamos está delante nuestro en todo momento.´´  Ni muy lejos ni demasiado  cerca, delante, rodeándonos, abrazándonos, dispuesto a abrirse si es el individuo, la persona,  quien da el primer paso. Desde el punto de vista temporal, entonces, ese delante es el presente, lo que los griegos llaman edó kai tóra, aquí y ahora. Por otra parte, nuestra castellana palabra ahora procede de ese tóra que, pasado al latín, deviene hac hora, y que después del agora medieval llega a la forma actual,  la cual también puede leerse- si entiendo el prefijo  a en ahora como negación-, o sea un instante no sujeto al tiempo, sin hora. Inconmensurable y extenso como el universo mismo. Simultáneamente la exhortación de Matthiessen  nos propone actuar, indica el inicio de un movimiento que recuerda la famosa frase del maestro judío Hillel: ´´ Si no ahora, ¿cuándo? Y si yo no lo hago por mí ¿quién lo hará?´´

 

En hebreo la palabra para ahora es ajshab, cuya equivalencia numérica nos conduce a nishum, respiración, respirar ¡que es precisamente lo que nuestro cuerpo está haciendo ahora gracias al vacío de los alveolos pulmonares! Pero como esa palabra, ajshab , ahora, también puede leerse como cobesh, conquistador, el ser humano es su propio conquistador o, en el peor de los casos, puede ser esclavo de otro. Si el jadeo y el miedo lo atenazan, respirará mal, pero si de   respirar con propiedad se trata será más autónomo o más independiente. Es sin duda maravilloso constatar cómo esa experiencia es vivida por uno de los más grandes maestros jasídicos, quien decía que allí donde se girara estaba El. A izquierda, derecha, delante y detrás: todo es El.

 
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