El pasado 27 de octubre fue perpetrado uno de los ataques terroristas más mortíferos contra la comunidad judía en EEUU. Rob Bowers irrumpió durante el rezo de Shabat en la sinagoga Árbol de la Vida, en Pittsburgh, y disparó al grito de “matar a todos los judíos”, con un saldo de 11 feligreses asesinados. Este fue un caso de terrorismo local. El perpetrador pertenece a uno de los grupos supremacistas que se han identificado con el Partido Republicano, y hay quienes señalan a la exaltada prédica de Trump.
Otra vertiente en la que se originan diversos embates terroristas es la extrema izquierda. A menos de una semana de la masacre de Pittsburgh, James Polite, ligado al Partido Demócrata, fue arrestado tras vandalizar con graffitis el Templo de la Unión en Brooklyn; pintó frases como: “Matar ratas judías”. También, Polite intentó incendiar otras siete organizaciones comunitarias.
Hace poco, Louis Farrakhan calificó a los judíos de termitas. Chelsea Clinton respondió a través de un tweet, en el que llamó a rechazar este lenguaje; pero no fue oída.
Bernie Sanders es un ejemplo de autoodio, ha demonizado a Israel, atribuyéndole crímenes que no ocurrieron. Algunos seguidores de Sanders ocuparán cargos de elección, como Rashida Tlaib de Michigan, quien dijo que, desde el Congreso, se opondrá a la ayuda militar a Israel. Otra persona de la cosecha Sanders es Alexandria Ocasio-Cortez, quien acusó a Israel sin conocer el tema; y ha emitido incoherentes elogios a Linda Sarsour, promotora del antisemitismo, el BDS y la sharia; ello ilustra una alianza tóxica entre ciertos dirigentes demócratas e islamistas que, además, están influyendo en los campus universitarios de todo el país.
Según las estadísticas del FBI sobre delitos de odio, los judíos son el grupo más atacado. Con el incremento de eventos intolerantes, ninguna alineación partidista está exenta de serias responsabilidades en cuanto al fomento del odio. Sobre la judeofobia, hemos visto expresiones en contra de la religión, la política e Israel. Ambos partidos estadounidenses están obligados a erradicar el extremismo de sus filas; tienen el ineludible deber de revisarse de cara a los valores democráticos, a fin de fortalecerlos, vigorizar el sistema y promover una respetuosa convivencia pluralista.
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