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| sábado noviembre 16, 2024

Tiempo para el orgullo judío


Después de la masacre de Pittsburgh muchos observadores judíos y no judíos coinciden en que estamos viviendo la peor ola de antisemitismo desde la campaña antisemita de Hitler en la década del treinta. Están equivocados. La situación actual es
objetivamente peor que entonces. En la década hubo un tipo virulento de antisemitismo, el nazismo racista. Hoy hay una larga serie de
antisemitismos: el antisemitismo islámico y el europeo tradicional de origen cristiano, es el de la extrema derecha y el de la extrema izquierda, el antiamericano y el de los americanos racistas, el de los comunistas recalcitrantes y el de los románticos contrarios a la globalización, el de los trotzkistas militantes y los anarquistas de todo tipo, el de los “cabezas rapadas” y
de los negadores del Holocausto, y la lista podría prolongarse indefinidamente. La Alemania de Hitler abarcaba a 80 millones de
personas. El mundo musulmán, donde circulan como verdades absolutas desde libelos de sangre de tipo medieval hasta mentiras monstruosas como la culpabilidad judía en los ataques contra Estados Unidos del 11 de setiembre, cuenta con 1.500 millones.

Si antaño el judío era considerado culpable por ser al mismo tiempo comunista y capitalista, la misma feroz falta de lógica se aplica al estado judío.La historia no deja lugar a dudas : en las conversaciones de Camp David los palestinos rechazaron las generosas propuestas del Primer Ministro Ehud Barak que se jugó su carrera política por ellas. Incluso se negaron a presentar cualquier clase de contrapropuestas. En cambio, lanzaron una campaña de violencia en violación total del acuerdo de Oslo. Sin embargo, ellos aparecen como las grandes víctimas. Los atentados terroristas dirigidos deliberadamente contra civiles son minimizados mientras la defensa activa de Israel contra el terror es magnificada.

Siempre Israel aparece como el gran culpable, al margen de las críticas justas que puedan plantearse respecto a la política del gobierno de
Israel (o al de cualquier otro país en el mundo) . Las varas con que se miden las acciones israelíes y palestinas son tan diferentes que una discusión franca y honesta parece imposible. Y las diferencias entre israelíes y judíos se vuelven cada día más borrosas. La indiferencia creciente del mundo ante los ataques a Israel despierta siniestras asociaciones con la década del treinta y el cuarenta del siglo pasado. Por todo esto, no podemos ensañarnos con nuestra propia historia y dar prioridad a nuestras diferencias internas.

Y precisamente frente a todas las fuerzas adversas que debemos enfrentar, es el momento indicado para reafirmar el
orgullo judío,en la fe en nuestras fuerzas, en nuestra férrea voluntad de supervivencia.

Orgullo porque sin los postulados éticos de nuestra Biblia la humanidad no sería lo que es hoy ; porque a pesar de todas las tragedias que hemos vivido en nuestra historia seguimos vivos ; porque sin nuestra creatividad y nuestro sentido crítico la historia de la humanidad habría
tomado un curso muy diferente ; porque en todo el devenir histórico nunca tan pocos dieron tanto a tantos.

Somos un pueblo que no es un pueblo, una nación que no es una nación, una religión que no es una religión, pero al mismo tiempo somos eso y mucho más. Somos una formidable comunidad de memoria histórica común, una comunidad única en la familia de los pueblos. Somos la savia vital que ha nutrido todas las grandes revoluciones del pensamiento en la historia. Somos una formidable fuerza colectiva a pesar de nuestra total desunión, de nuestra increíble diversidad, de nuestras múltiples y aparentemente irreconciliables diferencias internas. Creyentes y no creyentes, creemos en el valor de la vida, en que nuestro paso por la existencia tiene sentido, en que la solidaridad humana es un imperativo irrenunciable.

Nuestro humanismo recalcitrante nos convierte en el blanco favorito de todos los fundamentalismos, de todos los totalitarismos, de todos los
absolutismos ideológicos, de todos los enemigos de la libertad.

Somos individualistas con un fuerte sentido de la responsabilidad colectiva y colectivistas con un hondo respeto por el ser individual.
Somos paradojalmente iguales y distintos al resto de la humanidad. Nadie tiene tantos siglos de historia sobre sus espaldas pero sin embargo esta carga no nos pesa. Nadie ha tenido tantos dolorosos fracasos como nosotros, sin embargo nuestro éxito es espectacular.

Un buen ejemplo es el sionismo. Cuando los dos grandes mesianismos destructivos del siglo XX, el nazismo y el comunismo, han resultado ser tremendos fracasos históricos que han causado la muerte de millones d eseres humanos, les sobrevive el sionismo, un modesto   movimiento nacional, casi provinciano, que ha dado un ejemplo de cómo construir un país de la nada, cómo cambiar la estructura profesional de todo un pueblo, cómo sobrevivir en un entorno hostil que la impuesto una larga guerra, con breves pausas de paz, desde su mismo nacimiento, cómo conservar una genuina democracia en un espacio geográfico plagado dedictaduras y régimenes autoritarios, cómo crear una sociedad multi-étnica con inmigrantes de 100 países y las más variadas culturas.

El escarnecido, sitiado y acosado Israel, da un ejemplo de cómo tolerarla discrepancia, la discusión abierta y franca, la disidencia con todas
sus implicancias, en un momento en que está en juego su misma existencia. Es casi un milagro que un país pueda mantener intacta su
creatividad, su avidez cultural, su normalidad cotidiana en medio de las condiciones más anormales inimaginables, bajo la espada de Damocles del terrorismo suicida.

Por todo ello, estamos orgullosos. Por todo ello, estamos seguros que habremos de sobrevivir al antisemitismo actual como hemos sobrevivido a tantos otros a lo largo de la historia. Por todo ello, queremos celebrar nuestra alegría de ser judíos, y de pertenecer a una comunidad cuyos ancestros crearon las bases éticas de la civilización moderna.

 

 
Comentarios

El islam no «esperó» el advenimiento del nazismo, para manifestar su virulento antisemitismo, como tampoco lo hizo una parte del catolicismo mas ráncio …de modo que muchas de las múltiples formas de judeofóbia aqui descritas, existian ya entonces, y a ellas cierto es, se han ido incorporando ótras de distintas procedencias que hoy por desgracia acampan entre nosotros …
El judio cuanto a él, representa al «hombre universal» por excelencia de tanto como su aportacion a impregnado el devenir del mundo, en todas las corrientes del pensamientos, las ártes y las ciencias …una universalidad que no pone en entredicho su singularidad (y ahi radíca su mérito) la cual lejos de hacerle caer en una suerte de «endogámia» reductiva y enfermiza, lo proyecta, y lo hace florecer , convirtiendole en fecundo ahi donde su presencia se hace sentir …

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