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| domingo diciembre 22, 2024

VAIETZE 5779


Iaacov deja su lugar de nacimiento en Beer Sheva y viaja a Jaran. En el camino se encuentra con “el lugar” y duerme allí, soñando con una escalera que conecta el cielo con la tierra, y con ángeles subiendo y descendiendo por ella; Di-s se le aparece y promete que la tierra sobre la cual está acostado será dada a sus descendientes. Por la mañana, Iaacov eleva la piedra sobre la cual apoyó su cabeza como una altar y un monumento, prometiendo que será la casa de Di-s.

Iaacov se queda en Jaran, donde trabaja para su tío Laban, cuidando sus ovejas. Laban concuerda en darle su hija menor, Rajel, a quien Iaacov ama, para casarse con ella, como paga por siete años de trabajo. Pero en la noche del casamiento, Laban le entrega a la hija mayor, Lea, un engaño que Iaacov sólo descubre a la mañana. Iaacov se casa con Rajel también, una semana más tarde, luego de aceptar trabajar siete años más para Laban.

Lea tiene seis hijos, Ruvén, Shimón, Levi, Iehuda, Isajar y Zvulún, y una hija, Dina, mientras que Rajel es estéril. Rajel le da a Iaacov su sirvienta, Bilá, para tener hijos con ella para Rajel, y dos hijos más, Dan y Naftalí, nacen. Lea hace lo mismo con su sirvienta, Zilpá, de quien nacen Gad y Asher. Finalmente, las plegarias de Rajel son respondidas y nace Iosef.

Iaacov ya estuvo en Jaran por catorce años y desea retornar a su casa, pero Laban lo convence de quedarse, ofreciéndole sus ovejas como paga por el trabajo. Iaacov prospera, a pesar de los repetidos intentos de Laban por arruinarlo. Luego de seis años, Iaacov deja Jaran a escondidas, temiendo que Laban no le permitiría irse con la familia y riquezas por las cuales había trabajado. Laban y Iaacov hacen un pacto en el Monte Gal-Ed, y Iaacov continúa viaje hacia la Tierra Santa, donde es encontrado por ángeles.

 

EL MUNDO DE LOS LABANES

Vivimos en un mundo en que el engaño y la mentira son una constante, un mundo en el que no es estafador, es el estafado. Es un mundo de Labanes. Y nosotros debemos combatir contra la realidad que nos rodea para mantenernos íntegros. Y es aquí donde enfrentamos al peor de todos los Labanes, el que llevamos en nuestro interior, el que nos susurra: “¿Para qué vas a ir contra la corriente? Este mundo pertenece a aquellos que son más ligeros que los demás. Miente antes que te mientan, estafa antes que te estafen, vive como los demás”. Para contrarrestar estas insinuaciones debemos aprender de nuestro padre Iaacov, quien llegó pobre y humilde a Jarán, vivió con su suegro, conocido por ser un estafador y un mentiroso, y, sin embargo siguió siendo íntegro, volviendo al hogar paterno cargado de riquezas ganadas honestamente.

El Mayor Logro

En la parashá de esta semana llega el momento en que Iaacov desea casarse, por lo tanto, él parte a la casa de su tío Laban para encontrar una esposa. Cuando Iaacov llega y conoce a su prima Rajel, decide que ella es la mujer para él. Iaacov está tan cautivado con su shiduj («pretendiente»), que se compromete a trabajar para su tío Laban durante siete años antes de ganar el derecho de contraer matrimonio con Rajel. De hecho, la Torá nos informa que la emoción de Iaacov fue tan grande que los siete años «le parecieron sólo como unos pocos días» (Génesis 29:20).

El día designado finalmente llega, y Laban invita a toda la ciudad a la fiesta. Todo el mundo está celebrando. Todo el mundo excepto Lea, la hermana mayor de Rajel, que aún sigue soltera con un futuro incierto. Iaacov, que no se caracteriza por ser ingenuo (recordemos la forma en que inteligentemente le arrebató la primogenitura a su hermano Esav), sospechaba que Laban podría tratar de casar a Lea, su hija mayor, esa noche en lugar de Rajel.

Dado que la novia lleva un velo que cubre su rostro, Iaacov establece una «contraseña secreta», con el fin de garantizar que en realidad su amada Rajel esté debajo de la jupá.

Entonces, ¿qué ocurre? Cientos de invitados han llegado. El servicio de catering, la banda y el fotógrafo están todos listos y posicionados. Iaacov está expectante bajo la jupá y… ¡aquí viene la novia! Pero, como la novia está cubierta con un velo, nadie sospecha que Laban ha hecho un intercambio, ¡y es realmente Lea la que está bajo la jupá!

Por lo tanto, ¿qué esperaríamos nosotros que sucederá a continuación? Cuando la novia se ubica bajo la jupá, Iaacov se acerca a ella y le dice: «Está bien, dime la contraseña secreta». Y Lea, que no conoce la contraseña se queda ahí, de pie, estupefacta. ¡La artimaña se confirma! Iaacov levanta el velo y revela el engaño del Laban. La multitud sorprendida, respira profundamente. Deshonrada, Lea escapa de la habitación llorando.

Pero eso no fue lo que ocurrió. En cambio, cuando Lea se ubicó debajo de la jupá, ella dijo la contraseña correcta. ¿Por qué? Porque Rajel, su hermana, le dijo qué decir. Rajel sabía la terrible vergüenza que sufriría Lea si el engaño hubiera sido revelado en aquel momento. Por lo tanto, con el fin de evitarle la vergüenza a su hermana, Rajel estaba realmente dispuesta a renunciar al marido por el cual ella había esperado pacientemente ¡durante siete años! (véase el Talmud, Megila 13b).

Imagínate, te comprometes para casarte, pero debido a diversas circunstancias debes programar la boda con siete años de antelación. Finalmente, el gran día llega. ¿Podría ocurrir algo que te impidiera seguir adelante con tus planes? ¿Podrías considerar la posibilidad de abandonar todo para evitar que otro ser humano sea humillado?

Rajel alcanzó la grandeza, ya que ella estaba dispuesta a hacer precisamente eso. (www.aishlatino.com)

 

Salir al Mundo

El mensaje de esta parashá es evidente a partir de su nombre: “vaietzé”, “y salió”. Iaakov salió al mundo. Sin embargo, él no eligió salir al mundo: su hermano Esav lo estaba persiguiendo para matarlo y Iaakov no tuvo otra opción más que escapar.

Personalmente, creo que hay en el mundo judío dos actitudes opuestas. Tal vez un enfoque comenzó como una reacción ante el otro, pero ninguno representa el ideal de la perspectiva judía.

Existe el enfoque que dice que el judío debería encerrarse en un ghetto y nunca aventurarse hacia fuera – sin importar las circunstancias – para evitar ser influido negativamente por el mundo exterior. Y está por otro lado la visión opuesta, la cual dice que el judío debería interactuar con el mundo exterior – sin importar las circunstancias – para evitar transformarse en un ser insular y extraño.

Como ocurre con todos los extremos, ambos enfoques están errados. El judaísmo verdadero se encuentra en el equilibrio entre éstos.

Un entorno carente de espiritualidad no es algo de lo cual un judío debería desear ser parte. Un ambiente como ese distrae y confunde. Sin embargo, existen momentos y lugares en los que sí debería hacerlo: para escapar del peligro, como en el caso de Iaakov, o para ganarse un sustento; para defender valores que le son importantes, o como en nuestra generación, para acercarse a otros y educar. Algunas veces nosotros, los judíos, debemos salir al mundo. Y debemos hacerlo en contra de nuestra voluntad, tal como lo hizo Iaakov. Pero de todas formas debemos hacerlo, al igual que Iaakov, con todo el corazón.

Para el judaísmo no hay nada malo en ser una persona insular, siempre y cuando al hacerlo no eludamos nuestras responsabilidades, y además, al igual que Iaakov, estemos listos para aventurarnos en el mundo si la situación lo requiere. Del mismo modo, no hay nada malo en participar del mundo, siempre que no se torne en un fin en sí mismo que difumine la distinción entre lo que es valioso y lo que no lo es.

Los extremos son siempre más cómodos y por eso nos atraen más. Pero para un judío, los extremos son improductivos. Únicamente el esfuerzo por encontrar el equilibrio es lo que allana el camino hacia una existencia con sentido. (www.aishlatino.com)

 

Nuestros Sabios dijeron: «Todo está en manos del Cielo, fuera del temor al Cielo» De aquí que el sustento está en manos del Cielo y el temor a Di-s en manos del hombre. Pero lamentablemente, las personas cambian el orden: corren detrás del sustento y dejan el temor al Cielo en manos de Di-s.

 

 

 

 

 
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