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| viernes noviembre 22, 2024

Netanyahu, el indispensable


Lo ha vuelto a hacer. Pese a que le colocaron en una posición imposible con la dimisión del ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, por aceptar otro alto el fuego con Hamás, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se las ha apañado para mantener viva su coalición de gobierno.

Por otro lado, Netanyahu vio el farol del ministro de Educación, Naftalí Bennett, que amenazó con echar abajo el Gobierno si no era nombrado ministro de Defensa en sustitución de Lieberman. Así que, cuando pasó la tormenta, uno de sus rivales en la derecha había quedado orillado y el otro, expuesto como incapaz de tenérselas con el primer ministro y desencadenar una crisis que provocara un adelanto electoral.

Estamos ante otra maniobra exitosa del hombre que gobierna Israel desde 2009, y que está en posición de seguir gobernando otros cuatro años luego de que el país vaya a las urnas para elegir una nueva Knéset [asamblea legislativa], en primavera de 2019 o algo más adelante.

Las tumbas están llenas de gente que se pensaba indispensable, y la serie de victorias de Netanyahu no será eterna. Pero los amienemigos del primer ministro en su coalición de gobierno, así como sus enemigos declarados de la oposición, saben que a día de hoy sigue estando solo cuando los votantes israelíes piensan quién debe liderarlos.

Esto sería un logro extraordinario para cualquiera, pero cuando se tienen en cuenta los obstáculos que ha superado Netanyahu es tremendamente destacable. Sea como fuere, un análisis reposado revela que sus triunfos dicen más sobre la falta de alternativas que sobre su grandeza personal. Dejando de lado su diestra gestión gubernamental, el fracaso de sus oponentes tanto en la derecha como en la izquierda le ha dejado como el único que, a juicio de la mayoría de los analistas, tiene chances de encabezar el próximo Gobierno israelí.

Asimismo, el prolongado gobierno del primer ministro israelí dice tanto de la naturaleza intratable del conflicto de los israelíes con los palestinos como del genio del propio Netanyahu.

Para poner las cosas en perspectiva, hagamos un repaso de la trayectoria de Netanyahu. Tras su meteórico ascenso a la alta política y su victoria sobre Simón Peres de 1996, el primer mandato de Netanyahu no fue un éxito resonante. En 1999 fue derrotado por Ehud Barak en lo que se presentaba como un rutilante retorno del Partido Laborista al poder.

El Gobierno de Barak duró menos de dos años, luego de que el célebre militar ligara su vida política a que el líder palestino Yaser Arafat se comprometiera a aceptar una solución de dos Estados. El lanzamiento por parte de Arafat de la guerra de desgaste denominada Segunda Intifada terminó con la fe del pueblo israelí en el proceso de paz de Oslo, así como con los partidos de la izquierda israelí que lo capitanearon.

El hombre elegido para reparar el destrozo de Barak fue Ariel Sharón. No fue hasta que éste partió en dos el Likud al retirarse de Gaza que Netanyahu volvió al liderazgo del partido. Y no fue hasta que Ehud Olmert –sucesor de Sharón con el partido de centro Kadima– sucumbió por un asunto de corrupción y por el fracaso de otro esfuerzo por la paz que Netanyahu volvería a tener una ocasión de volver a presidir el Gobierno.

Lo que siguieron fueron tres victorias electorales consecutivas, en las que el partido Likud de Netanyahu se hizo fuerte a base de construir coaliciones que le permitían tener la mayoría en laKnéset. Con cada año que pasa ha sido más evidente que ninguno de sus rivales se le acerca siquiera en cuestiones de liderazgo.

Incluso sus detractores reconocen su fortaleza.

Para empezar, es el único político israelí que verdaderamente entiende de economía, materia que estudió a fondo en el MIT. Su administración de la economía de la Startup Nation ha permitido que el país siga creciendo. Netanyahu es igualmente un gestor destacado de la política exterior, y sabe cómo hablar con los líderes mundiales. Ha expandido los lazos de Israel con el mundo árabe, así como con Asia y África, y es el beneficiario de una Administración Trump que es el Gobierno norteamericano más favorable a Israel que haya habido jamás.

En asuntos de seguridad, ha demostrado tener la cabeza fría, y probablemente sea el de menos gatillo alegre de cuantos gobernantes ha tenido Israel, pese a que su prudencia a veces le mete en problemas.

Es igualmente cierto que, tras casi 13 años como primer ministro, muchos israelíes están comprensiblemente hartos de Netanyahu. Aunque los cargos por corrupción que pesan sobre él puede que no le acaben llevando a los tribunales, son indicios de los problemas que usualmente afronta todo aquel que lleva demasiado tiempo en el poder.

Pese a que es un orador brillante, Netanyahu no es tan carismático o popular. La lista de sus enemigos es larga e incluye no sólo a las élites izquierdistas, sino a antiguos aliados que, como Lieberman y Bennett, fueron apartados del Likud porque el primer ministro no quiere tener cerca potenciales sucesores que puedan aprovecharse de sus contratiempos.

Sea como fuere, la razón por la que Netanyahu sigue en el poder es que nadie de la oposición presenta una alternativa poderosa a su negativa a hacer más concesiones a los palestinos a falta de pruebas de que estos verdaderamente quieren la paz. Quienes abogan por proceder a nuevas retiradas en la Margen Occidental no tienen respuesta cuando se les dice que lo suyo es repetir el fiasco de la retirada de Gaza operada por Sharón.

Los partidos de izquierda quedaron desacreditados por la negativa palestina a hacer la paz. Los de centro están comandados por individuos como Yair Lapid, que es considerado un peso ligero que defiende posiciones que son meros calcos de las de Netanyahu. Tampoco la emergencia de nuevas facciones comandadas por exgenerales es probable que vaya a alterar la creencia general de que la posición de Netanyahu es la única que tiene sentido.

Por una razón o por otra, un día se le acabará la suerte, y es posible –aunque no probable– que algún acontecimiento imprevisto lo descabalgue en 2019. Pero hasta que a los votantes se les presente una alternativa creíble, Netanyahu seguirá siendo el hombre indispensable de Israel.

© Versión original: JNS
© Versión en español: Revista El Medio

 
Comentarios

Netanyahu es un superviviente náto de la politica, un mandatário con escámas, que se mueven como pocos en situaciones dificiles, sabiendo salir de ellas airóso pese a quien le pese …
En tanto no se atisbe otro capaz de defender los derechos y la seguridad de Israel, tanto o mejor que el, le auguro aún larga vida al frente del gobierno israerli … mal que le pése ahi tambien , a sus detractores ….

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