Querida Dori: te escribo para contarte que falleció mi madre adoptiva en Israel.
Murió Nejama Dror a los 95 años. Murió otra Golda. Murió una gran amiga, una madre postiza elegida por su personalidad y capacidad de amar.
Ya no sonará más mi teléfono con sus llamadas desde Jerusalem cuando todavía vivía en su casa y luego desde el Bait Avod en estos últimos años. Cuando atendía su voz inconfundible me reafirmaba su cariño, me pedía que fuera pronto para verme porque me extrañaba, me pregunta cómo estaba, y yo a la vez a ella, quien con un gran sentido del humor respondía cómo podía estar ante la locura del mundo, agregando comentarios sobre el gobierno israelí de turno, hablando de la paz y preocupada por lo que pasaba. También por su dominio de idiomas dejaba deslizar frases en francés como ¡Qui madame la marquise!, ¡Comme si comme ca! y canturreaba alguna canción de los pioneros para expresar su preocupación por Israel, su país. El resto eran cariños, besos y un chau ¡Mamele! y las preguntas sobre qué estaba haciendo, que siga que estaba orgullosa de mí. Desde Buenos Aires a Jerusalem terminaba nuestra comunicación repitiendo que la quería mucho
Cuando Nejama Dror no podía marcar más mi número lo hacía Ruty, la ayudante filipina que la cuidó por más de 10 años, también como si fuera su madre y hermana de sus hijos, y era ella quien en hebreo me decía que Nejama quería hablar conmigo.
Esta amistad nació de ese maravilloso vínculo que se produce en el trabajo comunitario. Ella era junto a su marido el coronel Shalom Dror embajadores de Israel no por credenciales diplomáticas sino porque eran sionistas de los pioneros, de los crearon el Estado, de los que desafiaron al Mandato Británico para lograr que la tierra de Israel sea la tierra de los judíos.
Nejama Dror era una educadora de chicas de numerosas familias de Medio Oriente a quienes les daba un lugar en la sociedad preparándolas para la vida. Era una viajera que en misiones junto a su esposo sembraban semillas de fe y entusiasmo en judíos indiferentes. Eran actores de sus propias experiencias de lucha y visión sobre lo que significaba ser sionista para llegar a ser judíos libres.
Fui testigo de momentos inolvidables que solventaron mi identidad judía con sus reuniones con los grandes políticos, intelectuales y activistas en ese departamento de Jerusalem que era también mi casa. Me presentaron gente que nunca hubiera conocido, me abrieron las puertas de todos los lugares a los que tuve acceso como periodista y escritora. Me contaron historias fantásticas de sus aventuras, riesgos y padecimientos hasta lograr el estado.
Shalom Dror como militar fue uno de los que liberó Jerusalem en 1967 perdiendo un hijo a metros del Muro y Nejama como mujer israelí acunada en no tener que dudar para estar simple lista para cualquier misión repartiéndose entre su casa, sus hijos y el activismo.
Los dos tuvieron misiones con grandes éxitos para difundir y ayudar a Eretz Israel y a cultivar amigos por el mundo.
En una de sus misiones Nejama Dror, esa sabra pequeña, de ojos verdes, valiente, risueña cuando había que alegrar y crítica cuando había que provocar reacciones en sus charlas para motivar, fue la creadora de la División Femenina de Campaña Unida Argentina, para enseñarles a las mujeres judías a no ser la parte pasiva de la responsabilidad ante Israel y lo logró. Yo fui una de aquella cacería en la que me enrolé y que enriquecí mi vida. A partir de allí nuestro vínculo fue más allá del trabajo, se estableció un cariño más allá de mi admiración por lo que nos daba y fue tanto con ella como con su familia. Soy para una de ellas la hermanita tango, y para la otra Marthita.
Llegar a Israel era ir a encontrarme con esa pareja siempre juvenil, siempre dispuesta a mostrarme más y más de su país querido. Primero falleció Shalom y sus hijas me regalaron la bandera que colocaba en su balcón para las fiestas patrias. Fue un honor ya que perteneció a ese hombre que siendo un adolescente y denigrado en la escuela por ser judío en Dornum, su ciudad natal, Alemania, llegó a un alto grado en el ejército israelí y haber sido un hombre extraordinario, fuerte, ejemplar. Y ahora que murió Nejama me siento huérfana pero heredera de su amor y espíritu.
Fui una privilegiada por haber estado a su lado y por haberle rendido mi homenaje en vida al poner su foto en la tapa de mi último libro, “Palabras Mayores”, dedicado a la gente mayor que a pesar de los años están llenos vida y de proyectos.
Murió mi gran amiga Nejama Dror, Z’L, y sigue viva en mi corazón.
Martha Wolff
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